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Edurne Pasaban, un estremecedor final feliz
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UNA INGENIERA TÉCNICO INDUSTRIAL ATÍPICA

Edurne Pasaban, un estremecedor final feliz

13:35 horas del miércoles 20 de mayo. Mientras media España terminaba de comer y la otra media empezaba, Edurne Pasaban Lizarribar rompía a llorar por alcanzar

Foto: Edurne Pasaban, un estremecedor final feliz
Edurne Pasaban, un estremecedor final feliz

13:35 horas del miércoles 20 de mayo. Mientras media España terminaba de comer y la otra media empezaba, Edurne Pasaban Lizarribar rompía a llorar por alcanzar el Campo Base del Kangchenjunga y escuchar las primeras palabras de quien la esperaba: “ya está, ya está”. La estremecedora imagen de abrazos, lágrimas y sonrisas da una percepción impactante de su ‘lucha’: hacer cumbre en los catorce ‘ochomiles’.

La alpinista vasca lleva doce y se convirtió en primera mujer en lograrlo. Con leves congelaciones en algunos de sus dedos, hoy vuela a primera hora de la mañana en helicóptero hacia Katmandú para dar por finalizada su aventura con un final feliz.

8.586 metros para satisfacer el afán de Edurne Pasaban. Con 35 años (1 de agosto de 1973, Tolosa) la guipuzcoana continúa escribiendo con letras de oro la historia del alpinismo femenino. Pasado mañana se cumplen ocho años desde que holló el Everest y no frenará hasta hacer lo propio en Shisha Pangma (China) y Annapurna (Nepal), las dos únicas cumbres de más de ocho mil metros que le quedan por ‘conquistar’.

La hiperactiva aventurera es ingeniera técnico industrial y comparte su afición por la montaña con la dirección de un restaurante/casa rural en Zizurkil, colaboraciones con la Business School ESADE (Barcelona) -donde estudió-, conferencias y consultas para empresas en el ámbito de la motivación y trabajo en equipo. Labores que tendrá que dejar en un segundo plano hasta que no se recupere del todo. Cuando llegue hoy a Katmandú iniciará un vuelo hasta Madrid Barajas para, desde allí, poner rumbo a la clínica MAZ, en Zaragoza: el mayor centro especializado del mundo en tratamientos de congelaciones.

Desde los 16 años ascendiendo 'paredes'

Proveniente de clase económica medio alta, sus primeros pasos en el mundo del alpinismo los dio a los 16 años ascendiendo el Mont Blanc (4.810m). De los Alpes a los Andes un año más tarde (Chimborazo, 6.310m). Hasta los 25 no dio el salto al Himalaya. Su primera intentona de un ‘ochomil’ fracasó a menos de 300 metros de la cumbre (Dhaulagiri, 8.167m). Una década después se quitó esa ‘espinita’.

Antes de perseguir la hazaña de los catorce ‘ochomiles’, Pasaban ha buscado en la montaña otro tipo de retos, como el del rescate de los cadáveres de cinco montañeros vascos y navarros en Pumori (Himalaya). Fracasó por el gran peligro de desprendimientos que había. Esa expedición se produjo unas semanas después de haber fallado –por segunda vez- en su ascensión hacia el Dhaulagiri. Otro mal trago, de distinto tipo, vivió un año después. En 2002 coronó el Makalu (Himalaya, 8.465m) y en su descenso unos guerrilleros maoístas les pararon y extorsionaron pidiendo dinero.

Desde 2004 Edurne vive sin los dos dedos segundos de los pies. Junto a Juanito Oiarzabal ascendió el K-2 (China-Pakistán, 8.611m), considerada la montaña más difícil del mundo, y en el descenso ambos sufrieron una congelación. El alavés perdió los diez dedos de los pies en la clínica zaragozana. Sólo cinco mujeres en toda la historia han hecho cumbre en el pico más alto de la cordillera del Karakórum.

Pero entre montaña y montaña existen los valles y las depresiones. Edurne cayó cerca de un año y medio en depresión y tardó dos años –de 2005 a 2007- en bajar de un pico e intentar la siguiente ascensión.

Atrás quedaron y sanaron las heridas de los dedos y la depresión, de intentos fracasados en hollar cumbres infinitas donde el oxígeno es un bien escaso. La ilusión y posibilidad de ser la primera mujer en el mundo que sube a los catorce techos del planeta supera cualquier pared imposible de escalar.

13:35 horas del miércoles 20 de mayo. Mientras media España terminaba de comer y la otra media empezaba, Edurne Pasaban Lizarribar rompía a llorar por alcanzar el Campo Base del Kangchenjunga y escuchar las primeras palabras de quien la esperaba: “ya está, ya está”. La estremecedora imagen de abrazos, lágrimas y sonrisas da una percepción impactante de su ‘lucha’: hacer cumbre en los catorce ‘ochomiles’.

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