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El ciclismo, hacia el cachondeo del siglo XXI
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CICLISMO - TOUR DE FRANCIA

El ciclismo, hacia el cachondeo del siglo XXI

La creación de un pasaporte biológico para controlar la salud, la puesta en marcha del método ADAMS para conocer el paradero de los ciclistas a cada

Foto: El ciclismo, hacia el cachondeo del siglo XXI
El ciclismo, hacia el cachondeo del siglo XXI

La creación de un pasaporte biológico para controlar la salud, la puesta en marcha del método ADAMS para conocer el paradero de los ciclistas a cada minuto, las campañas de tolerancia cero contra el dopaje y la galopante crisis que tiene asfixiado al deporte del pedal pese a la hazaña de Cavendish, que ayer ganó su cuarta etapa (Ver noticia), no han sido suficientes para acabar con una lacra que ha repuntado con fuerza en el Tour de Francia, cuya responsabilidad es un bulto que todo el mundo trata de escurrir dentro de un cambalache que suena a tango. Diez años después del famoso caso Festina, primer escándalo de dopaje organizado a gran escala en tiempos modernos, el ciclismo entró en el siglo XXI dispuesto a salir del kilómetro cero de la transparencia. Los resultados indican que la trampa va por delante del reglamento, con reiterados casos de dopaje, escándalos a escala de intervención policial y carreras bajo sospecha por rendimientos que terminan demostrando fraude.

"Que el mundo fue y será una porquería, ya lo sé. En el quinientos seis y en el dos mil, también..... vivimos revolcaos en un merengue y en el mismo lodo todos manoseados", dice el famoso tango compuesto por Enrique Santos Discépolo en 1934. Letra que se podría ajustar a medida a un deporte con los índices de credibilidad en el subsuelo. Un estado de sospecha que siempre envía la factura al ciclista, primer y último actor del negocio, aunque todo el mundo entiende que el ciclista pertenece a un equipo con directores, 'managers' y médicos y que es invitado por un organizador para disputar carreras, y que las hazañas en la carretera tienen su correa de transmisión en los medios de comunicación. ¿Quién es el culpable de que el ciclismo viva camino del fondo del barranco?. "Qué sabe nadie", que diría Raphael. Protagonistas del ciclismo que hayan reconocido culpa en materia de dopaje se pueden contar con los dedos de una mano, y generalmente, lo han hecho para evitar males mayores después de negarlo, que es la primera reacción del pillado.

Roberto Heras, Marco Pantani, Floyd Landis, son ganadores de grandes vueltas que han pasado a la historia como tramposos. Ninguno entendía nada de su positivo. "Siempre he competido con limpieza y deportividad", leyó el español en un comunicado. El estadounidense luchó dos años, sin éxito, para demostrar que su gesta en Morzine en 2006 era sólo producto de su calidad ciclista. Una vez cazado el ciclista con un positivo el primer paso es expulsarle del equipo, por cometer locuras. El resto sigue en carrera. Un hecho aislado, dicen. ¿Nadie del equipo sabía nada: su médico, su director?. ¿Un corredor tiene conocimientos y medios suficientes para administrarse EPO, o la ya famosa CERA por su cuenta?. "Debieron calcular mal los plazos y se lo inyectó dos ó tres días tarde, de lo contrario hubiera sido casi indetectable", explicó el experto francés Gérard Dine para explicar el caso de Riccó. El Saunier Duval aportó otro positivo en la pasada edición con Iban Mayo, que tampoco sabía nada del asunto.

Los organizadores del Tour se vuelcan en transmitir la idea de que van a ganar la batalla contra el dopaje y tachan de "imbéciles e irresponsables" a los afectados por positivos. Se les puede hundir el negocio, que es lo primordial. Hace falta clientela televisiva que presencie recorridos inhumanos de tres semanas, con decenas de puertos de montaña y a más de 45 por hora. ¿Una carrera más suave? No, eso acabaría con la leyenda de que el Tour es, ante todo, épica y aquí se valoran los héroes. Exigen que vengan los mejores. De momento el Tour tiene un 3-0 en contra y a mitad de carrera ha empatado los casos del año pasado. "El camino será largo y difícil", asegura Prudhomme, el director, que lucha para evitar dar la razón al tango citado. "Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor, ignorante, sabio o chorro, generoso o estafador... ¡Todo es igual! ¡Nada es mejor! Lo mismo un burro que un gran profesor". El Tour de este año será el más limpio, dijo el dirigente. De momento "La vida sigue igual", que cantó el mítico Julio Iglesias.

Las hazañas no tendrían repercusión sin la presencia de los medios de comunicación, que necesitan ídolos para vender. A falta de ídolos, el dopaje es uno de los temas predilectos de los lectores y consumidores de pantalla. El tema vende y muy bien, en el ciclismo más que en otros deportes, según algunos corredores consultados, que se quejan de que "los periodistas no cuentan todo lo que saben y se aprovechan del espectáculo" La cruzada contra el dopaje continúa con la ley por detrás de la trampa, en pleno esfuerzo para tratar de evitar que "el que no llora no mama y el que no afana es un gil". Mirarse al espejo sin complejos y ojos sinceros y no ver problemas idénticos en otros deportes, la aplicación implacable de las leyes antidopaje y sobre todo el esclarecimiento de problemas enterrados, como la "Operación Puerto", podrían ayudar a levantar un deporte en situación de K.O técnico. Caiga quien caiga y sin reparar en nombres, aunque sean ilustres.

La creación de un pasaporte biológico para controlar la salud, la puesta en marcha del método ADAMS para conocer el paradero de los ciclistas a cada minuto, las campañas de tolerancia cero contra el dopaje y la galopante crisis que tiene asfixiado al deporte del pedal pese a la hazaña de Cavendish, que ayer ganó su cuarta etapa (Ver noticia), no han sido suficientes para acabar con una lacra que ha repuntado con fuerza en el Tour de Francia, cuya responsabilidad es un bulto que todo el mundo trata de escurrir dentro de un cambalache que suena a tango. Diez años después del famoso caso Festina, primer escándalo de dopaje organizado a gran escala en tiempos modernos, el ciclismo entró en el siglo XXI dispuesto a salir del kilómetro cero de la transparencia. Los resultados indican que la trampa va por delante del reglamento, con reiterados casos de dopaje, escándalos a escala de intervención policial y carreras bajo sospecha por rendimientos que terminan demostrando fraude.

Tour de Francia Marco Pantani Riccardo Riccò