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El dopaje va más veloz que el ciclismo
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TOUR DE FRANCIA

El dopaje va más veloz que el ciclismo

Riccardo Riccó firmó la tercera página negra del Tour de Francia con su positivo por dopaje a base de una sustancia más nueva, eficaz y difícil

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El dopaje va más veloz que el ciclismo

Riccardo Riccó firmó la tercera página negra del Tour de Francia con su positivo por dopaje a base de una sustancia más nueva, eficaz y difícil de detectar, un nuevo tipo de EPO que muestra que el dopaje corre más que el ciclismo. La "cobra" envenenó el Tour. Expulsado y arrestado en la salida de la duodécima etapa, en Lavelanet, el italiano que reinaba sobre la montaña se llevó por delante a todo su equipo, el Saunier, que avergonzado por su líder carismático abandonó la carrera en bloque, pese a que el español Juanjo Cobo ocupaba un digno octavo puesto en la general. La picadura de la "cobra" fue más mortífera que las que le causaron al Tour los españoles Manuel Beltrán y Moisés Dueñas, los dos primeros positivos. Riccó era uno de los hombres importantes, noveno de la general, rey de la montaña, ganador de dos etapas y candidato al podium de París.

El veneno de la "cobra" es más letal. Riccó es un ciclista atípico hasta para doparse y, si los dos españoles dieron positivo por EPO de la de toda la vida, el italiano se buscó una nueva variante de esta sustancia que ayuda a la recuperación, un producto de tercera generación más eficaz, de más duración y más difícil de detectar en los controles normales. Pero la Agencia Francesa de Lucha Antidopaje (AFLD) se apuntó un nuevo tanto. Había avisado que todavía no tenía a punto el método para detectar la EPO de tercera generación aunque en Chatenay-Malabry ya lo usaban. Y Ricco fue la primera víctima. Le tenían ganas al italiano. Figuraba entre los sospechosos porque sus niveles sanguíneos habían revelado anomalías inquietantes en los controles efectuados en los días previos al inicio de la competición. Su nombre estaba en la lista negra pese a que el ciclista cuenta con un papel de la Unión Ciclista Internacional (UCI) que reconoce que su tasa de hematócrito es elevada de forma natural, sin necesidad de consumir ningún dopante.

Ese eximente no detuvo a la AFLD, que le sometió a controles un día sí, uno no. Hasta cinco pasó el ciclista del Saunier. "¡Qué me controlen cuanto quieran!", exclamaba la "cobra" cada vez que le preguntaban sobre el caso, algo que sucedía casi a diario. Sobre todo cuando ganó la sexta etapa, con final en Super-Besse, y la novena, que acababa en el Hautacam, primera meta en un puerto de categoría especial. El italiano subía más deprisa que nadie y, aunque repetía que sus aspiraciones no estaban puestas en la general, la fortaleza que mostraba con la carretera cuesta arriba le delataban. Tardó más de la cuenta en caer pero al final cayó. La EPO de tercera generación es más difícil de detectar y costó más a los médicos hallar sus rastros. Pero aparecieron en la orina de Riccó recogida al final de la cuarta etapa, la contrarreloj de Cholet. Ese día perdió 3:36 minutos.

Dos días después ganó en Super-Besse y tres más tarde en Hautacam. A cada paso que daba, la AFLD le pisaba los talones en virtud de su anunciada política de controles dirigidos. Menos controles pero más eficaces. Por el momento parece que da resultado. Mientras Riccó entraba en el calabozo, Dueñas salía. El español pasó la noche en la gendarmería de Tarbes para que hablara sobre los productos encontrados la víspera en su habitación: medicamentos, material para inyectárselos y una medicina prohibida en Francia. El ciclista confesó ante los agentes que consumía estos productos para mejorar su rendimiento deportivo y que se los tomaba o inyectaba él mismo, sin contar con su equipo, el Barloworld. Fue imputado por dos delitos, consumo y tenencia de sustancias venenosas, penado con hasta dos años de cárcel y 3.750 euros de multa, y por importación de mercancías peligrosas, por lo que le pueden condenar hasta a tres años de prisión y a una multa aduanera. Dueñas fue liberado sin finanza ni ninguna otra medida de control judicial, pero es posible que tenga que volver a Francia para testificar en un juicio.

Riccardo Riccó firmó la tercera página negra del Tour de Francia con su positivo por dopaje a base de una sustancia más nueva, eficaz y difícil de detectar, un nuevo tipo de EPO que muestra que el dopaje corre más que el ciclismo. La "cobra" envenenó el Tour. Expulsado y arrestado en la salida de la duodécima etapa, en Lavelanet, el italiano que reinaba sobre la montaña se llevó por delante a todo su equipo, el Saunier, que avergonzado por su líder carismático abandonó la carrera en bloque, pese a que el español Juanjo Cobo ocupaba un digno octavo puesto en la general. La picadura de la "cobra" fue más mortífera que las que le causaron al Tour los españoles Manuel Beltrán y Moisés Dueñas, los dos primeros positivos. Riccó era uno de los hombres importantes, noveno de la general, rey de la montaña, ganador de dos etapas y candidato al podium de París.

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