La soledad de Ronaldinho

Ronaldinho lleva mucho tiempo sin dormir. La soledad que le rodea le tiene inmerso en un mundo con lluvia, con lágrimas de tristeza que caen del cielo sin parar. El astro brasileño ha cogido el tren de la desgracia para un deportista, en el que se encuentran los vicios y la fiesta. Una vida disoluta le ha dado el refugio que el balón le ha negado. Y es que durante el partido entre Brasil y Argentina, para el que no fue convocado por Dunga, se le pudo ver en no muy buen estado.

Y no es para menos. En un suspiro, que ha durado dos años, Ronaldinho ha pasado de ser el mago del fútbol, al culpable de todos los males del Barça. Su varita mágica ha dejado de funcionar. El balón le odia, le ha perdido el respeto y el cariño. Hace un año, Rijkaard confío en él y en su recuperación. Sus compañeros le cobijaron, el club le dio una dosis de motivación y Laporta una segunda oportunidad. Pero el esfuerzo colectivo fue en vano. Ronaldinho no regresa, no encuentra la luz al final del túnel.

Pero la razón de su desgracia no cuadra con la lógica de la realidad. Cómo se puede perder el apetito del triunfo cuando apenas estás acabas de llegar a la cúspide de la montaña más alta del mundo. Es difícil precisar el momento en que los fantasmas le atraparon. Pero ya nadie quiere a Ronaldinho. Y los pocos que están interesados en él ofrecen una ‘miseria’ por sus servicios. Ni el Milán, ni el Manchester, ni el Real Madrid, ni el Bayern de Munich, Ni el Inter de Milán, ni Liverpool, ni el mismo Barça, clubes que siempre estuvieron al acecho, están dispuestos a meter una 'manzana podrida' en sus vestuarios. Sólo el Manchester City, un club sin ton ni son con respecto a los más grandes del fútbol británico, está dispuesto a desembolsar una cantidad estratosférica. Bueno y el Chelsea, que con el fichaje de Scolari las puertas del conjunto londinense se le podrían abrir de par en par.

Habrá que esperar. Las dudas en torno a su pútrido estado físico van de más a menos. Las especulaciones que corren hoy en día van cargadas de resignación. Lo de Ronaldinho ha dejado de ser una simple depresión, un simple temporal que pasa al cabo de los días para convertirse en un estado inerte en el que nada sucede, nada cambia, el tiempo se detiene y la paciencia se agota. Aún no se ha encontrado la cura para el mal de Ronaldinho. Esperemos que la encuentren pronto. Aunque sea en otro puerto.