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Ocho reinas para un trono
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Ocho reinas para un trono

Las ocho raquetas más reputadas del circuito femenino a lo largo del ejercicio acometen la conquista del último torneo del año, el que plagado de prestigio,

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Ocho reinas para un trono

Las ocho raquetas más reputadas del circuito femenino a lo largo del ejercicio acometen la conquista del último torneo del año, el que plagado de prestigio, pone colofón a un curso de intensa lucha dominado de forma incuestionable por la belga Justine Henin, número uno del mundo y vigente campeona. Fue precisamente hace una temporada, en Madrid, que acoge por segunda y última vez este acontecimiento antes de que se mude desde el recinto ferial de la Casa de Campo a Doha, cuando la raqueta de Lieja emprendió un dominio que ha llegado a ser incontestable.

Después de un año, el 2006, en la que Henin quedó a orillas del Grand Slam -disputó las finales de los cuatro grandes pero sólo ganó la de Roland Garros-, la belga tomó impulso desde Madrid. Se adjudicó el Masters Femenino y abordó el 2007 con una gran determinación. Ha conquistado Roland Garros y el Abierto de Estados Unidos. Pero además se apuntó el éxito en Dubai, Doha, Varsovia, Eastbourne, Toronto, Stuttgart y Zúrich. Nueve triunfos para nutrir un palmarés rebosante. Con 38 trofeos. Por eso, no hay discusión en torno a la número uno. Un aliciente añadido que aderezó la disputa del Masters Femenino y que en esta ocasión ha quedado al margen de la lucha. Henin terminará en la cima del circuito pase lo que pase en Madrid.

Henin parte como gran favorita y como rival a batir en un torneo lleno de alicientes. La presencia de la rusa Maria Sharapova, a última hora y beneficiada por las bajas, y de la estadounidense Serena Williams superan la eventual decepción por las ausencias de su hermana Venus o de la francesa Amelie Mauresmo, finalista el pasado año.

La belga Kim Clijsters, distanciada de las pistas y a la espera de su primer hijo, las rusas Nadia Petrova y Elena Dementieva y la suiza Martina Hingis, que anunció su adiós del circuito por el presunto positivo por cocaína detectado en el último Wimbledon y hecho público el pasado viernes, son otras de las ausencias en relación al curso anterior. Por eso la inclusión de Sharapova fue acogida con alborozo. Por el público y la organización. Tiene tirón la tenista siberiana, que dota a cada evento de un plus de atención. Más que por su tenis por la expectación que genera. Y eso que no ha disfrutado de su mejor año. Con un único título en el zurrón, en San Diego, que adereza con las finales en el Abierto de Australia y Birmingham, ha padecido los condicionantes de su lesión en el hombro derecho.

Sharapova, la que más expectación levanta

Es una raqueta de gran reputación. Una alumna aventajada. Ganadora del Masters en el 2004, en su debut, que llegó a ser número uno del Mundo y que ya acumula entre sus dieciséis títulos, dos grandes: un Abierto de Estados Unidos y un torneo de Wimbledon. Es una de las tres representantes rusas en Madrid: Maria Sharapova. Una presencia mayoritaria una vez más. Aunque menor que en ediciones anteriores. Repite Svetlana Kuznetsova. Pero debuta Ana Chakvetadze. También las dos serbias, Ana Ivanovic y Jelena Jankovic. Aglutinan cierta experiencia pasada las restantes. Henin, Williams y la eslovaca Daniela Hantuchova.

Kuznetsova y Henin partieron como cabezas de serie a la hora de configurar la fase previa, establecida en dos grupos de ocho jugadoras, que lucharán por acumular méritos para alcanzar uno de los dos primeros lugares que darán acceso a las semifinales del fin de semana.

Las ocho raquetas más reputadas del circuito femenino a lo largo del ejercicio acometen la conquista del último torneo del año, el que plagado de prestigio, pone colofón a un curso de intensa lucha dominado de forma incuestionable por la belga Justine Henin, número uno del mundo y vigente campeona. Fue precisamente hace una temporada, en Madrid, que acoge por segunda y última vez este acontecimiento antes de que se mude desde el recinto ferial de la Casa de Campo a Doha, cuando la raqueta de Lieja emprendió un dominio que ha llegado a ser incontestable.