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¿Por qué los jugadores del Barcelona tienen miedo de la prensa?
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¿Por qué los jugadores del Barcelona tienen miedo de la prensa?

Eso de que lo que pasa dentro de un vestuario se queda entre las cuatro paredes de la caseta es un cuento que ya no se

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¿Por qué los jugadores del Barcelona tienen miedo de la prensa?

Eso de que lo que pasa dentro de un vestuario se queda entre las cuatro paredes de la caseta es un cuento que ya no se cree nadie. Otra cosa muy diferente es que los que se enteran de lo que pasa lo cuenten. Pero para eso estamos aquí nosotros. En el vestuario del Barcelona se ha instalado un miedo cerval a la prensa que cubre el día a día del equipo. Un miedo de perdedor. Un miedo que acusa a los periodistas, a unos periodistas que llevan años callando cosas que cada día les servirían para abrir sus periódicos (salidas nocturnas, retrasos, entrenamientos a la carta, desgobierno en los servicios médicos y presencia de gruppies en los viajes intercontinentales) de ser culpables de perder lo que ellos llevan 15 meses perdiendo en el campo.

Eric Abidal, uno que acaba de llegar al Barcelona, dijo hace una semana, cuando se incorporó a la concentración de la selección francesa, que "ya me han avisado mis compañeros de que no hable, que en Barcelona la prensa va a matarte". El mensaje, que quede claro, no salió ni de la directiva ni del departamento de prensa del club, salió de los compañeros de vestuario. Ante la borrasca de resultados, la consigna es encerrarse en casa y dar a los medios lo justo. Es la autogestión de la política de comunicación.

No mucho más tarde, el padre de Bojan Krikic recibió una sonora reprimenda por parte de ciertos estamentos del club por permitir que el chaval hablara a los periodistas que le recibieron (¡a las 2 de la madrugada!) a su llegada de Corea tras el Mundial sub 17. Cuando la pobreza entra por la puerta, el amor salta por la ventana, dicen. Y la historia de amor/complicidad entre la prensa de Barcelona y el equipo está viviendo sus últimos estertores. Y eso que de lo último que se le puede acusar a la prensa deportiva catalana es de ser indiscreta con los jugadores. La baraja está apunto de romperse por el lado del jugador que tiene la peor mano de la mesa.

A todo esto, el departamento de prensa del club hace lo que puede. Precisamente por eso, quizás, el vestuario empieza a sentirse cercado. Por un lado están unos periodistas que están hartos de aguantar las mismas respuestas en la sala de prensa desde hace dos años; de que el entrenador cambie su aire ausente por el de vacilón y, por encima de todo, está el papel de un presidente que lleva dos semanas dando caña a los jugadores y que ya ha dejado claro que no va a protegerles más. Apuesten lo que quieran a que si los jugadores tienen miedo de la prensa es porque cuando llueva (y parece que va a llover mucho antes de Navidad) el paraguas marca Laporta estará cerrado. Y al paraguas marca Alejandro Echevarría le están cambiando las varillas. El paraguas marca Rijkaard es de esos infantiles con dibujos de Winnie the Poo y está fuera de concurso.

Eso de que lo que pasa dentro de un vestuario se queda entre las cuatro paredes de la caseta es un cuento que ya no se cree nadie. Otra cosa muy diferente es que los que se enteran de lo que pasa lo cuenten. Pero para eso estamos aquí nosotros. En el vestuario del Barcelona se ha instalado un miedo cerval a la prensa que cubre el día a día del equipo. Un miedo de perdedor. Un miedo que acusa a los periodistas, a unos periodistas que llevan años callando cosas que cada día les servirían para abrir sus periódicos (salidas nocturnas, retrasos, entrenamientos a la carta, desgobierno en los servicios médicos y presencia de gruppies en los viajes intercontinentales) de ser culpables de perder lo que ellos llevan 15 meses perdiendo en el campo.