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El cine reparte tortazos y Wert pone la cara
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REPROCHES AL IVA CULTURAL Y A LOS RECORTES PÚBLICOS PROTAGONIZAN LA GALA

El cine reparte tortazos y Wert pone la cara

“¡Vaya discurso, Macho!”. Concha Velasco tan aguda como siempre halagó la valentía del presidente de la Academia del Cine durante su discurso de honor. Nadie esperaba

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El cine reparte tortazos y Wert pone la cara

“¡Vaya discurso, Macho!”. Concha Velasco tan aguda como siempre halagó la valentía del presidente de la Academia del Cine durante su discurso de honor. Nadie esperaba que Enrique González Macho, el encargado de templar las gaitas la semana previa a las amenazas del sector, el hombre prudente y quien pidió cero reivindicaciones, asumiera el papel de fustigador de los recortes y los impuestos del Gobierno. Empezó por la subida del IVA, cuestionó los buenos resultados de 2012 y advirtió que en 2013 “los resultados no serán tan brillantes” debido a la falta de apoyo. Criticó el 21% de gravamen y el siniestro que está provocando: “Los resultados están siendo todavía mucho más negativos de lo que esperábamos”. Pidió una corrección inmediata.

Su discurso apuntó alto en el remate, al apartar la política de la creación cinematográfica: “El cine español es de sus creadores y de la sociedad a la que va dirigido y ha de ser una cuestión de Estado. El cine no puede pertenecer a ningún partido político. El cine español no es ni de los de la ceja, ni de los de bigote, ni de los de la barba, el cine nos pertenece a todos. Es un derecho de los ciudadanos”. Y aplausos. 

Tartazos a Wert

El presidente no dejó pasar la oportunidad, aunque sus críticas fueran dirigidas a las decisiones tomadas por el gabinete Cristóbal Montoro más que a José Ignacio Wert. De hecho, González Macho alabó la actuación de Wert en sus competencias al aclarar que la elaboración del anteproyecto de la ley del cine por primera vez ha concitado a todas las partes implicadas. El ministro de Cultura asumió en silencio la primera oleada de tartazos que le mandó Eva Hache en el mismo arranque de la ceremonia: “Buenas noches ministro, ¿qué tal la familia? No es una amenaza”. 

El ministro arqueó cejas, tragó como pudo y escuchó la comparación de la recaudación del mejor año del cine con los recortes del Gobierno sobre el Estado de bienestar. A su lado, José María Lassalle, secretario de Estado para Cultura, oyó silbar las balas y cómo impactaban en el cuerpo de Wert, que llegó a la gala en el último minuto. Sin embargo, las amonestaciones no fueron comparables a las que sucedieron en 2003 con el “No a la guerra” contra el gobierno de José María Aznar. No hubo ni una camiseta, apenas asomaron unas pegatinas en las solapas del traje de Carlos Areces y Raúl Arévalo. Los ánimos se dejaron ver, pero templados. Faltaba Animalario.  

La puesta en escena del mejor año del cine español arrancó con una parodia de Bienvenido, Mr Marshall, con una Eva Hache fuerte en blanco y negro: ataque al negocio de las operadoras y a la banda ancha cada vez más ancha, y reivindicación del cine como marca de España. El homenaje al arte cinematográfico patrio retrocede hasta la década de los cincuenta del siglo XX, en una buena metáfora de lo que necesita el cine español para levantar el vuelo: “El parné de la UE”, como gritó una Hache isbertizada.

La noche de las reivindicaciones

Metidos en harina, la presentadora estuvo a la altura de las circunstancias con un guion mucho más acertado que el de la edición anterior. La primera alusión a Rajoy llegó en menos de un minuto y el apoyo de lo público estuvo presente hasta el último de los chistes: “Somos muy buenos haciendo cine, pero en amnistía fiscal somos maestros”.

Hache calentó la noche con una buena ristra de reproches y reivindicaciones que los premiados tardaron en asumir. El primero fue Paco Delgado, premio al mejor diseño de vestuario por Blancanieves, hizo una leve mención. Dura, muy dura, la actriz Candela Peña, cubriéndose con su experiencia para zarandear la situación social: tres años sin trabajo en los que vio morir a su padre en un hospital público “sin mantas ni agua”, un hijo del que no sabe “qué educación pública le espera” y los suicidios por desahucios. Ganadora a la mejor actriz de reparto por "Una pistola en cada mano" (y ya van tres tras Todo sobre mi madre Princesas).

Acabó, seria y circunspecta: “Os pido trabajo: tengo un niño que alimentar”. También José Corbacho se subió al carro de las críticas y en la entrega a la mejor actriz revelación saludó a todos menos a uno: “Bueno, buenas noches a todos no. Al ministro sólo le doy las buenas noches al 21 %”. Bromeó entre las intérpretes revelación con Ana Mato y “alguna infanta”.

Javier Bardem, productor de Hijos de las nubes, la última colonia, subió a recoger el sexto premio Goya en su carrera: “Muchas gracias por este regalo porque hoy es un día muy triste para el Sáhara, porque 24 jóvenes han sido condenados”, arrancó el actor más internacional de todos. “En el Sáhara no se puede recortar en saludo porque no hay hospitales, tampoco en educación. En el Sáhara no se les puede echar a la calle, como aquí, porque ya fueron desahuciados hace 35 años. Es importante que consigamos que nada de esto siga sucediendo aquí”, y remató con un “¡Sáhara libre!”. Una vez fuera del escenario, se dirigió a los periodistas tras recoger el galardón y añadió: "Lo que no puede ser es que a nivel oficial se diga que no se puede reivindicar en una gala. La piedra angular de la democracia es la libertad de expresión". 

Un cuento que no acaba  

En lo cinematográfico, los académicos cumplieron con los pronósticos y concedieron a Maribel Verdú el mejor papel protagonista del año, por la más mala del cuento de Blancanieves. Había avisado  a la entrada: “No será una noche fácil para el ministro” y remató ante los micrófonos y con la estatuilla bajo el brazo. Tras los agradecimientos se solidarizó con “toda esa gente que ha perdido sus casas, sus ilusiones, por culpa de un sistema quebrado, injusto y obsoleto, que permite robar a los pobres para dárselo a los ricos”. 

En el reparto de los “cabezones” triunfó Blancanieves, partía con 18 nominaciones y acabó la gala con 10, todos los galardones “artísticos”; Lo imposible, la superproducción de 30 millones de euros y más de 18 millones de espectadores, copó la mayoría de los premios técnicos, en total 5; y a pesar de que “Grupo 7” estrenó la noche se fue con las expectativas frustradas y dos Goya.

El reconocimiento absoluto de la sala se lo llevó José Sacristán, primera nominación y Goya al mejor actor protagonista a una de las carreras más importantes de la interpretación de este país. “Se ha hecho de rogar don Francisco”, dijo. Recordó el coraje de la gente joven y de su pelea: “Porque hay que pelear muchísimo para defender películas tan libres y tan amenazadas. Me siento orgulloso de trabajar con esta generación tan atrevida”. En su gesto final brindó el Goya a la memoria del director y productor Pedro Masó.

Juan Antonio Bayona recibió mejor director por Lo imposible: “Me considero la persona que ha escuchado a mucha gente, no el director de esta película”. Se saltó el protocolo, corrió hacia el patio de butacas y le entregó el premio a María Belón, protagonista real de la película en la que se inspiró Bayona y coguionista. “Es de 230.000 personas”. Y acabó con una defensa del cine español: “Está bien hacer películas grandes y el cine español necesita películas grandes, medianas y pequeñas

“Somos una industria y tenemos que producirlo para nuestro público. Viva en cine libre”, recogió el testigo de la tutela Pablo Berger, director de la mejor película, Blancanieves.

En la noche de las anécdotas, el traspié lo protagonizó Adriana Ugarte que volvió a leer la tarjeta del sobre de los nominados a la mejor canción original en lugar del sobre del premiado. Un país con demasiados sobres. El equipo de Els nens salvatges ya bajaba por las escaleras cuando rectificaron y llamaron a Berger y Gómez Chicuelo, por Blancanieves.

Los chicos Muchachada ironizaron con las reivindicaciones de los actores y José Coronado presentó la entrega de la mejor actriz protagonista con un “a pesar de lo difícil que nos lo están poniendo seguiremos trabajando”. Concha Velasco aprovechó un fragmento de su obra Yo lo que quiero es bailar para agradecer el Goya de honor, en el que recuerda sus batallas como actriz durante su dilatada trayectoria de más de 100 películas. 

“¡Vaya discurso, Macho!”. Concha Velasco tan aguda como siempre halagó la valentía del presidente de la Academia del Cine durante su discurso de honor. Nadie esperaba que Enrique González Macho, el encargado de templar las gaitas la semana previa a las amenazas del sector, el hombre prudente y quien pidió cero reivindicaciones, asumiera el papel de fustigador de los recortes y los impuestos del Gobierno. Empezó por la subida del IVA, cuestionó los buenos resultados de 2012 y advirtió que en 2013 “los resultados no serán tan brillantes” debido a la falta de apoyo. Criticó el 21% de gravamen y el siniestro que está provocando: “Los resultados están siendo todavía mucho más negativos de lo que esperábamos”. Pidió una corrección inmediata.