¿Qué esperar de los Premios de la Academia de Hollywood menos esperados?

Dicen los expertos que la fatiga pandémica es el resultado de una exposición sostenida en el tiempo ante "una adversidad no resuelta" y cuyos síntomas, entre muchos otros, derivan en una sensación de desmotivación y hastío. En la noche de este domingo 25 se celebra, ya por fin, la 93 edición de los Premios de la Academia de Hollywood, arrastrada por un sentimiento de 'déjà vu' o de no querer ver, de una anécdota estirada 'ad infinitum' en un contexto en el que todo ha perdido su peso relativo.

¿Qué importa la enésima ceremonia cuando los diferentes gremios, asociaciones y comunidades de vecinos llevan más de medio año entregando los mismos galardones a las mismas películas? ¿Qué importancia tiene el vestido de fulanita cuando una solo quiere mirar el catálogo de moda de baño de esos grandes almacenes? Han pasado eones desde que en España entregamos nuestros premios de la prensa, nuestros premios de los académicos, nuestros premios de los olvidados por los dos anteriores, y ahora llega el premio gordo desfondado y antipático, donde solo se vislumbra el final de la tortura y la confirmación de 'Nomadland' como Mejor película. Porque, ¿cabe alguna otra de las opciones? Después de los Globos de Oro, los Bafta, los Spirit Awards, ¿puede haber una sorpresa? No. Y, si mañana no llueve, me afeito el bigote, como prometió Eugenio Martín Rubio.

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La película de Chloe Zhao es ya la ganadora moral. Y si, al final, en el sobre apareciese escrito otro nombre, ¿qué más da? Nada puede contrarrestar medio año de loas y de certezas. Como aquel año en el que Warren Beatty dio por ganadora a 'La La Land' para luego arrebatarles la fiesta y las condecoraciones y otorgárselas a 'Moonlight'. ¿Quién ha vuelto a hablar de la segunda? Al menos sirvió para que los productores puedan acariciar su propio tío Óscar en la intimidad de sus casas. Porque esto es como la radiofórmula –cuando existía–, que a base de dar la matraca el público acaba tragando con todo, y, si me apuran, hasta autodesignándose los primeros adalides de la causa. 'Nomadland', además, es la mejor película de una temporada en la que las nominaciones se han repartido entre títulos de Netflix –que acumulan 35–, y cada vez menos producciones independientes. 'Nomadland', aunque se considere como tal –con un presupuesto de alrededor de cuatro millones–, está distribuida por Searchlight, el sello más 'indie' de Disney.

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Disney, Netflix, Amazon, cada vez menos diversidad en los despachos de un sector que apuesta cada vez más por la diversidad frente y tras la cámara. 'Nomadland' es el resultado de una tormenta perfecta: una película conectada con su tiempo –basada en el ensayo homónimo de Jessica Brüder sobre los desheredados de Estados Unidos–, una cineasta con una marcada voz autoral pero controlada –ha pasado de las joyas en bruto que son 'Songs My Brothers Taught Me' (2015), seleccionada en Sundance, y 'The Rider' (2017), que participó en Cannes, a dirigir el próximo gran proyecto de Marvel, 'Los eternos', con Angelina Jolie y Salma Hayek– y que además representa esa pluralidad identitaria que tanto necesita Hollywood: directora mujer e inmigrante (Zhao nació en Pekín), aunque eso sí, su padre, Zhao Yuji, es un importante empresario perteneciente a la oligarquía china.

Ya hace mucho que la Academia no se limita a reafirmar los gustos de la industria, sino que siente el compromiso –o la oportunidad, si hay que pensar mal–, de dirigirse a un público que ya no se limita al papel de espectador pasivo, sino que demanda verse representado en la pantalla y sus alrededores. Después de ser víctima y verdugo en el escándalo del #MeToo y de que el movimiento Black Lives Matters haya ocupado las calles y los telediarios de todo el mundo, Hollywood reconoce que para sobrevivir hay que abrirse al mundo.

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Igual que los equipos de fútbol que han entendido que para salvarse de la extinción tienen que apelar al japonés que compra camisetas y al jeque que inyecta millones de dólares en su quebradiza contabilidad creativa. Entre los nominados a Mejor dirección, este año hay, por primera vez en la historia, dos mujeres (Zhao y Emerald Fennell) y un hijo de inmigrantes coreanos (Lee Isaac Chung, por 'Minari'). A ellos se suman dos nombres con entidad incuestionable: el danés Thomas Vinterberg, 'padre comunitatis' del Dogma, y David Fincher, californiano, pura esencia del Hollywood industrial. También este año, las nominadas a Mejor documental proceden desde Rumanía ('Collective'), hasta Sudáfrica ('Lo que el pulpo me enseñó'), pasando por una coproducción chilenoespañola como 'El agente topo'.

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En las últimas semanas, 'Nomadland' se ha enfrentado a las críticas que la acusan de tibia y de blanquear la explotación a la que compañías como Amazon someten a sus trabajadores. Tampoco ha gustado a todos la impronta estética de Zhao, que busca indisimuladamente el preciosismo en muchos de sus planos en plena naturaleza abierta: al parecer, la injusticia social solo se puede contar desde la fealdad.

Da igual que 'Nomadland' no acumule el mayor número de nominaciones (6). Precedentes como el de 'El irlandés' (2019), que no ganó en ninguna de las 10 categorías a las que estuvo nominada, o las 'record' Guiness 'Paso decisivo' (1977) y 'El color púrpura' (1986), que se llevaron cero de once oscars a los que optaban, son indicadores de que Fincher, a pesar de partir con el mayor número de nominaciones –10 también– no aspira a culminar la noche. Si, por cada derrota de 'Mank' David Fincher vuelve a echarse un chupitazo como ya hizo en los Globos de Oro, que preparen en coche escoba en el Dolby.

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Porque otro hecho que demuestra 'Mank', es que Netflix puede controlar el discurso en las redes, pero no entre la mayoría académica de hombres crecida en el antiguo sistema de estudios. Tras el 'biopic' sobre cómo Mankiewitz escribió 'Ciudadano Kane', el gran mogollón de nominadas comparten el hito de las seis categorías: 'Minari', 'Mank', 'Judas y el mesías negro', 'The Father', 'El juicio de los siete de Chicago' y 'Sound of Metal'. Descolgada, 'Una joven prometedora', confía en las posibilidades de que Carey Mulligan le arrebate a Frances MacDormand ('Nomadland') el Oscar a Mejor Actriz Protagonista, como hizo Adra Day en los Globos de Oro.

Tampoco se recuerda un año en el que la Academia pudiese presumir de una categoría de Mejor actor protagonista más heterogénea que la de este año. Anthony Hopkins (por 'El padre') y Gary Oldman (por 'Mank') representan a una vieja escuela que, al menos hoy, ya es minoritaria: Chadwick Boseman, quien puede ganar una estatuilla póstuma por 'Ma Rainey's Black Bottom', es afroamericano, Riz Ahmed ('Sound of Metal'), británico hijo de pakistanís, y Steve Yeun ('Minari'), surcoreano criado en Míchigan, son la muestra de minorías de segunda y tercera generación que ya van escalando dentro de la pirámide social americana. En el caso de actores secundarios, tres actores afroamericanos (Daniel Kaaluya, Leslie Odom Jr. y Lakeith Standfield) compiten contra el británico Sacha Baron Cohen y el estadounidense Paul Raci.

Se prevén pocas sorpresas para la línea de meta de una temporada que mayor calidad artística que en años anteriores, pero que llega cuando algunos estamos ya deshidratados y con calambres en las piernas.