Thimbo Samb, el actor que se subió a 4 pateras por su sueño: "Conocí la pobreza real en España"
Llegó hace 18 años a España desde Senegal con el objetivo de conseguir su sueño. De hecho, su corto, 'Los cayucos de Kayar', se ha quedado a las puertas de ser candidato en los Goya
A 4.000 kilómetros de distancia de Madrid, hace 18 años y en Kayar, un pequeño pueblo pesquero de Senegal, una palabra cargada de significado cambió la vida de un adolescente: "Guent". O, lo que es lo mismo, "sueño". Esta es la historia de Thimbo Samb, un actor senegalés que en el 2006 llegó a España desde Kayar en un cayuco. Fruto de esos viajes y de su historia, ha escrito el corto Los cayucos de Kayar junto a Álvaro Hernández Blanco, quien también es el director. De hecho, la obra fue una de las preseleccionadas para los Pemios Goya a Mejor Cortometraje Documental, aunque finalmente no es candidato.
En el corto vuelve a sus orígenes y cuenta su historia, aunque podría ser la de cualquier otro senegalés que ha decidido poner rumbo a Europa en busca de una oportunidad. En su caso, tenía claro su objetivo: quería ser actor.
"Empecé a actuar por mi madre y mi abuela, ambas eran artistas, una actriz y otra cantante. Crecí en el grupo de teatro del pueblo, hasta que, cuando estaba a punto de salir en una película, cogí una patera y puse rumbo a España", cuenta a El Confidencial. Thimbo es una de las miles de personas que han llegado a Canarias en los últimos años para cumplir su sueño. Él se considera afortunado, pero no todas las historias tienen final feliz.
"Lo intenté cuatro veces. Fue a la cuarta cuando llegué a España", explica. Entre el 1 de enero y el 30 de noviembre, al menos 54.541 personas han llegado a España por vía marítima, según el último informe del Ministerio del Interior. Muchos de los que llegan vienen de Senegal por la falta de trabajo en la pesca, donde el empleo se ve afectado por los acuerdos que el Gobierno senegalés tiene con empresas extranjeras para la explotación pesquera, que expulsa de esta actividad a los trabajadores locales, entre otras consecuencias.
Una vez emprendido el viaje, no siempre sale bien. De hecho, se estima que miles de personas han muerto intentando llegar a Europa. Según el proyecto Missing Migrants, de la Organización Internacional para las Migraciones, al menos 5.011 personas han muerto intentando llegar a Canarias desde el 2014, aunque el número podría ser bastante mayor debido a las dificultades para contabilizarlo. "Conocer el oficio de los pescadores te da ventajas porque sabes cómo actuar en el mar. Pero también puede ser un inconveniente, ya que si el cayuco se hunde, si no sabes nadar, te mueres, pero si sabes, como nosotros, te hace luchar por sobrevivir, aunque sepas que es prácticamente imposible, así que solo alargas la agonía".
Sin embargo, muchos jóvenes encuentran inspiración en él para subirse en una patera y probar suerte en España, fijándose en un caso de "éxito". "Eso es lo más duro. Porque pienso en cuántas personas, viendo mi caso, se habrán subido a un cayuco y habrán muerto en el mar. Yo intento convencerles de que no lo hagan", confiesa. Por eso, ha creado una fundación de jóvenes en Kayar para construir un centro sociocultural y de formación en el que los jóvenes puedan formarse y hacer proyectos por y para el pueblo. No obstante, sus miradas siguen puestas en Europa.
"Todas las familias desean que su hijo se vaya, a pesar de los riesgos. ¿Por qué? Porque desde pequeños nos enseñan que lo 'blanco' es lo mejor, entonces no tienes miedo", explica. Sin embargo, con las tecnologías y gracias a la diáspora, ahora se sabe que Europa no es un mundo ideal ni un mundo perfecto: "Ya no nos pueden engañar". Es por ello por lo que propone que, desde la diáspora, usen los conocimientos que han adquirido en Europa para "sacar adelante" su país de origen. "Tenemos que ir a sembrar", dice.
El camino hacia el éxito
Llegó a Tenerife en la mal llamada "crisis de los cayucos". Allí estuvo en un CIE (Centro de Internamiento de Extranjeros) 18 días, luego le trasladaron a Madrid, y de ahí a Sagunto. Como no encontraba trabajo, se fue a Valencia, donde estuvo tres meses viviendo en la calle. "Fue la etapa más dura, pero también la más bonita, y no la cambiaría por nada, porque aprendí mucho. Yo antes no sabía lo que era la pobreza, ni estar solo. Aquí buscaba comida en la basura, dormía sin cenar… Y me di cuenta de esa otra realidad. Eso hizo que luego fuera activista", cuenta a este periódico.
"Me llaman 'blanco' porque dicen que me comporto como un europeo. Es duro sentir que no perteneces ni a un sitio ni a otro"
En CEAR (Comisión Española de Ayuda al Refugiado) le dieron la oportunidad de formar parte del grupo "teatro oprimido". Uno de sus profesores tenía una fundación y le dejaba ir a sus clases a cambio de repartir flyers. Fue ahí donde empezó su carrera como actor en España. Ha actuado en series como Antidisturbios, Servir y Proteger o Apagón, y en obras de teatro como El sueño es vida, que lleva por diferentes zonas del país.
Ocho años después pudo volver a Kayar a visitar a su familia. "Al aterrizar, fue como volver a entrar en mis raíces, pero también sentí mucho choque. El primer día estás como perdido, pero al día siguiente sentías que todo estaba como lo habías dejado. Era como volver a nacer de nuevo", cuenta. En Los cayucos de Kayar, rodado en su pueblo natal con familia y amigos, explica que a veces se siente extranjero allí. "Me llaman 'blanco' porque dicen que he adoptado costumbres europeas y olvidado las senegalesas. Es duro sentir que no perteneces ni a un sitio ni a otro, porque en España se encargan de recordarte cada día que no eres de aquí y que no tienes sitio", dice.
El actor reflexiona sobre qué significa "ser de aquí" y las supuestas costumbres que se han de seguir para ser aceptado, independientemente de tu nacionalidad o el tiempo que lleves en España. "Hay muchas personas que en pleno siglo XXI no aceptan la diversidad que existe en España", dice. También es crítico con la imagen que se da de África desde los medios de comunicación e incluso campañas de sensibilización, donde se perpetúan los estereotipos. "Claro que hay zonas con conflictos, inestabilidad, hambruna, desplazados... Obviamente, si nos vamos de allí no es en busca de una aventura, es por necesidad. Pero tampoco se puede hablar solo de esa cara de la moneda, porque entonces se recae en los clichés. Es importante hablar en positivo, de todas las cosas buenas que hay en África, como la variedad cultural o lingüística, sus paisajes o la hospitalidad de las personas", reflexiona.
Además de ser actor, aprovecha sus redes sociales para visibilizar causas sociales, pero sobre todo el antirracismo. ¿Es España racista? Mientras se toma un té, Thimbo reflexiona sobre la encuesta del CIS publicada en septiembre, que recogía que la inmigración es el principal problema para los españoles. "El problema es la aceptación. Hay problemas graves como la ignorancia, el clasismo, el odio, el racismo o el machismo. Pero si no se acepta que se es todo ello, no se puede trabajar para cambiarlo", razona.
De hecho, incide en que el racismo no se entiende sin el clasismo: "A mí me dicen que soy diferente. ¿Por qué? ¿Porque tengo dinero, pago mis impuestos, me ven en las redes...? Eso no puede ser así. El problema es que tienen miedo a lo desconocido y al pobre. Por eso aprovecho mi posición para ayudar y ser altavoz".
Su objetivo no es conseguir ningún premio, ni siquiera un Goya, a pesar de la importancia que sabe que tiene para la carrera de un actor. Lo que le motiva, dice, es seguir teniendo objetivos y proyectos cinematográficos. ¿Su siguiente meta? Llamadme Khali, una película sobre un capítulo de su vida en la que ya está trabajando junto con la directora y guionista Beatriz de Silva. Mientras se termina su té, enseña fotos de su pueblo y su familia, recordando que ese camino solo lo puede recorrer si nunca olvida cuáles son sus raíces.
A 4.000 kilómetros de distancia de Madrid, hace 18 años y en Kayar, un pequeño pueblo pesquero de Senegal, una palabra cargada de significado cambió la vida de un adolescente: "Guent". O, lo que es lo mismo, "sueño". Esta es la historia de Thimbo Samb, un actor senegalés que en el 2006 llegó a España desde Kayar en un cayuco. Fruto de esos viajes y de su historia, ha escrito el corto Los cayucos de Kayar junto a Álvaro Hernández Blanco, quien también es el director. De hecho, la obra fue una de las preseleccionadas para los Pemios Goya a Mejor Cortometraje Documental, aunque finalmente no es candidato.