Las meninas, los reyes y el pintor: todos los misterios de 'El cuadro'
Andrés Sanz ha dedicado seis años a sacar adelante un documental que desentraña los enigmas alrededor de la obra cumbre de Velázquez
Velázquez acabó de pintarlo en 1656. Su título original fue 'La familia de Felipe IV'. Si el nombre no le dice mucho, sí lo hará el de 'Las meninas', una de las obras cumbre de la historia del arte. En ella aparece la infanta Margarita a los cinco años. Murió con apenas 21, al dar a luz a su cuarta hija. "Margarita fue una princesa a la que salvó el cuadro, porque si no hubiese desaparecido totalmente de la historia", admite Matías Díaz Padrón, el historiador y consejero técnico del Museo del Prado. Junto a la infanta, su cortejo. Las damas, la guardada, los bufones, más el aposentador de fondo. En el espejo, Felipe IV -como curiosidad histórica: tuvo 45 hijos, entre bastardos y oficiales- y su segunda esposa Mariana de Austria. En una esquina, el propio Velázquez. El lienzo dado la vuelta. ¿Qué está pintando? ¿A quién? ¿A los reyes? ¿A la infanta? ¿A sí mismo? ¿La escena que lo rodea? Existen teorías que hablan, incluso, de un juego de luces y sombras, unas fantasmagorías, un protocine, novedad en la época. "Parece todo muy obvio, hasta que empiezas a ver misterios".
Emulando a un investigador de criminalística, Andrés Sanz, antiguo estudiante de Bellas Artes, nuevo director de largometraje documental, ha intentado desentrañar todas las respuestas y ambigüedades de un cuadro posmoderno trescientos años antes del Posmodernismo. De uno de los pintores más reconocidos, pero del que poca intimidad se le conoce más allá de sus trabajos. Lo ha hecho a través de 'El cuadro', nominado al Goya a Mejor documental -la ceremonia de entrega tendrá lugar este sábado 25-, una película que experimenta con imágenes de archivo, animación stop motion y entrevistas a cámara y en la que ha contado con algunos de los mayores expertos en la obra del sevillano, desde hispanistas e historiadores de arte como Jonathan Brown, profesor de la Universidad de Nueva York, hasta conservadores y restauradores del Museo del Prado y artistas y admiradores como Antonio López.
Pero, ¿qué tiene 'Las meninas' que lo hayan convertido en un cuadro esencial? ¿Por qué obras como 'La Mona Lisa' o 'El jardín de las delicias' alcanzan un estatus casi sagrado, por encima de otras pinturas, de otros autores? "Las obras las construye el espectador y cada época elige las que cree que representan mejor su forma de ver el mundo", explica Sanz. "‘Las meninas’ ha sido un caso especial, porque desde su creación ha sido un cuadro muy valorado. Aunque sea un cuadro tan raro, sí se comprendió en su momento; el rey no hubiese salido si no hubiese entendido qué estaba haciendo. Además, tenía el cuadro en su despacho. Era un cuadro que para él tenía un valor personal muy importante. Es más, ‘Las meninas’, junto a un Rafael, era el cuadro más valorado de Felipe IV, porque a la muerte del rey hicieron inventario, se tasaron los cuadros y ‘Las meninas’ fue el más valioso, por encima de los Tizianos y todos los cuadros del Renacimiento, de la colección de Felipe IV".
‘Las meninas’ fue el cuadro más valioso, por encima de los Tizianos y todos los cuadros del Renacimiento, de la colección de Felipe IV
Pero no siempre fue así. Con la sucesión de la casa de los Borbones a los Austrias y con la consagración de Goya como el gran pintor español de todos los tiempos, 'Las meninas' sufrió un siglo de ostracismo. "En la Ilustración ‘Las Meninas’ estaban en la pared de un dormitorio, donde dormían las infantas; parecía como de una época más antigua que había que superar", recuerda el director. "Sin embargo, desde el siglo XIX, con el Impresionismo, ‘Las meninas’ se revaloriza. Y en el siglo XX, con el arte conceptual, se idolatra todavía mucho más. Igual que ha pasado con Bruegel ‘El viejo’ o El Greco, que han empezado a ser considerados en el siglo XX. Hay una parte de azar. Estoy convencido de que hay pintores desconocidos que dentro de un siglo serán indispensables. Pero en este caso estamos hablando de una obra y un artista fundamentales en la historia, y que va a ser cada vez más y más valorado, porque tiene una técnica irrepetible, un concepto y un fondo intelectual totalmente novedoso. Es un pozo del que no se termina nunca de sacar riquezas".
Dice Sanz que prácticamente nació pegado a un lapicero. Estudió pintura, trabajó durante 15 años como ilustrador y dibujante de storyboards en Estados Unidos y ha rodado algunos cortos y videoinstalaciones. Pero 'El cuadro' ha sido para él un punto de giro laboral y vital. Una conversación aparentemente intrascendente sobre arte le ha llevado a dedicar seis años de su vida casi exclusivamente a 'El cuadro'. Ha contactado con artistas, críticos, historiadores y escritores para que expliquen la fascinación en torno a este retrato de familia real tan inusual y heterodoxo incluso hoy. "Había leído mucho sobre el tema. Enseguida me di cuenta del enfoque que tenía que tener si hiciese un trabajo sobre ‘Las meninas’, que era el de una película de investigación".
Sanz ha dedicado seis años de su vida al proyecto y ha grabado más de sesenta horas de metraje
"Entras en esa habitación como si fuera la escena de un crimen e intentas resolverlo", continúa el director, guionista, montador, animador y hombre orquesta de este documental. "Cuando te pones a verlo y a estudiarlo poco a poco descubre muchas cosas, porque la gente hemos perdido la capacidad de mirar. Ahora vamos como si esto fuese un catálogo de obras maestras y haciendo el ‘check’. Hoy en día ‘La Mona Lisa’ no se puede ver en todo el Louvre, pero da igual, porque no se trata de ver ‘La Mona Lisa’, sino de decir “he estado con la Mona Lisa’. Hemos sustituido la mirada del arte por el fetiche. Con la película he querido reivindicar el valor de la mirada al arte cuando intentamos ver y comprender las obras. Aquí salen expertos que han dedicado su vida al arte, a analizar un cuadro. Algo que se está perdiendo".
Sanz contactó con Antonio Gómez Olea, de Mare Films, que también se estrena en el largometraje. "He dado con un productor que es apasionado de la pintura —de hecho pinta, es pintor— y que la entiende, y se ha metido en un proyecto que es una maratón que pide mucha paciencia y perseverancia. No todos han querido participar en la financiación. Telemadrid ha sido el primero que entró; tardamos mucho en que participase Televisión Española, el Ministerio de Cultura… Vas sumando poco a poco cantidades pequeñitas hasta que arrancas. Aun así falta financiación. En realidad, ha sido un proceso muy artesanal en el que casi todo el mundo ha trabajado por amor al arte. Así que me alegro de que haya llegado este reconocimiento".
Ha sido un proceso muy artesanal en el que casi todo el mundo ha trabajado por amor al arte
El director viajó junto con su director de fotografía, Javier Ruiz Gómez, a Nueva York para entrevistarse con expertos del Metropolitan y con Brown, entre otros. Visitaron el Prado una y otra vez y acabaron reuniendo más de sesenta horas de metraje. "El montaje ha sido lo más difícil. La animación ha sido difícil, pero lo disfrutas. El montaje ha sido lo más sufrido, porque lo he tenido que hacer también yo. Han sido muchos meses y tenía muchísimo material. Primero reduje de esas sesenta horas de material a cuatro. Pero tampoco podía hacer un documental de cuatro horas, porque no la hubiese proyectado ningún cine. He tenido que dejar muchos flecos fuera y quitar a mucha gente", lamenta. En la animación, su referencia evidente han sido los hermanos Quay. "Yo estaba estudiando Bellas Artes y ellos vinieron a Cinema Jove, donde yo tenía una pieza pequeñita, la primera que llevaba a un festival de estos. Me acuerdo que fueron allí a presentar sus películas y, desde entonces, ha sido fascinación. Además, el stop-motion siempre me ha gustado muchísimo: ese mundo artesanal, de figuras que son casi como muñecas de porcelana y que nos llevan mucho a las figuras del siglo XVII, a los pasos de Semana Santa y a la imaginería española, con rictus y actitudes hieráticas. También me inspira mucho cómo utilizan la luz los Quay".
Ha sido un parto doloroso, pero ha tenido recompensa. El sábado sabrá cuánta. "Durante todos estos años apenas he tenido ingresos y ha habido que empujar todos. Me he tenido que meter sólo en esto. Bueno, también hice dos cosas puntuales: una videoinstalación llamada ‘Jardín infinito’ sobre ‘El jardín de las delicias’ para el Museo del Prado en el centenario de El Bosco. Mi familia me ha ayudado. Mi mujer, Olalla, me ha ayudado muchísimo, ha sido fundamental", agradece. "Lo máximo que podía aspirar cuando empezamos era que me nominasen a un Goya. Ahora hay más mirada, hay más entrevistas, más gente que se interesa y que va al cine. Ganarlo es muy difícil, pero creo que si se ve la película tenemos muchas opciones de ganar. Hay mucha gente que piensa que este tipo de documentales son para institutos o puramente divulgativos, pero no es así. Hay algunos que puede ser que sí, pero no era nuestra idea. Queríamos hacer una obra artística. Cuando has pasado por muchos obstáculos y has sufrido muchas decepciones al final eres un escéptico, voy con mucho cuidado. Así que vamos, todo esto ya es un sueño cumplido".
Velázquez acabó de pintarlo en 1656. Su título original fue 'La familia de Felipe IV'. Si el nombre no le dice mucho, sí lo hará el de 'Las meninas', una de las obras cumbre de la historia del arte. En ella aparece la infanta Margarita a los cinco años. Murió con apenas 21, al dar a luz a su cuarta hija. "Margarita fue una princesa a la que salvó el cuadro, porque si no hubiese desaparecido totalmente de la historia", admite Matías Díaz Padrón, el historiador y consejero técnico del Museo del Prado. Junto a la infanta, su cortejo. Las damas, la guardada, los bufones, más el aposentador de fondo. En el espejo, Felipe IV -como curiosidad histórica: tuvo 45 hijos, entre bastardos y oficiales- y su segunda esposa Mariana de Austria. En una esquina, el propio Velázquez. El lienzo dado la vuelta. ¿Qué está pintando? ¿A quién? ¿A los reyes? ¿A la infanta? ¿A sí mismo? ¿La escena que lo rodea? Existen teorías que hablan, incluso, de un juego de luces y sombras, unas fantasmagorías, un protocine, novedad en la época. "Parece todo muy obvio, hasta que empiezas a ver misterios".