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Cuñados patosos, falso amor y mucho almíbar. Una fiesta llamada Premios Goya
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hoy se entregan los premios del cine español

Cuñados patosos, falso amor y mucho almíbar. Una fiesta llamada Premios Goya

Por mucho que se envuelvan en glamour los Premios de la Academia se parecen a cualquier reunión familiar en la que se junta el cariño y las rencillas

Foto:  La actriz Maribel Verdú tras recibir el Goya a la mejor interpretación femenina protagonista, por su papel en Blancanieves (EFE)
La actriz Maribel Verdú tras recibir el Goya a la mejor interpretación femenina protagonista, por su papel en Blancanieves (EFE)

Esta noche se celebrará la fiesta de entrega de los premios Goya. Se trata de una fiesta familiar y, como en todas las fiestas de familia, habrá explosiones de rencor, excesos de vanidosa afirmación personal, saludos hipócritas de falso amor, exhibición de moda española y mucho, mucho almíbar.

Mañana los cronistas recogerán en sus escritos que la gala fue demasiado larga, que el presentador estuvo desigual y, sobre todo, que la del año pasado fue mejor.

Se sacarán conclusiones gratuitas sobre la presencia o ausencia de autoridades estatales y todo el mundo preguntará: ¿Por qué no han venido los Reyes o, al menos, su padre?

Cuando se comenten los premios, se recordarán anteriores injusticias. Los casos Almodóvar, Garci, Díaz Yanes, Ana Belén, Concha Velasco, Amenábar... Grandes injusticias, a las que habrá de sumarse especialmente la de este año, donde Ocho apellidos vascos, una película que ha batido en la reciente historia del cine español todos los récords de asistencia a las salas, ha sido nominada solamente en cinco categorías y posiblemente no obtenga ningún premio. Es especialmente notoria la ausencia entre los nominados de su veterano director Emilio Martínez Lázaro. Una vez más los "académicos" se alejan del público.

Lo peor llegará cuando algún premiado suba a recoger su premio y haga la menor mencióna la situación del país. Además estamos en tiempos de elecciones y hasta es posible que se haga propaganda política; incluso que alguien pida al señor Bárcenas que invierta sus depósitos suizos en la producción de películas, para que todos PODAMOS perdonarle.

El Presidente evocará la fundación de la Academia, hace ya casi 15 años, con las figuras de Berlanga, Matas, González Sinde, y olvidará, como es natural, a sus predecesores que tan brevemente pasaron por la máxima representación del colectivo cinematográfico. Nombres ilustres todos ellos que raramente se mantuvieron en su puesto más de un par de años. Un misterio por descifrar y que Furtivos lo hará en un futuro. Merece especial mención la generosidad de Enrique González Macho, actual Presidente, que en un alarde de generosidad ha renovado su cargo por un segundo período.

En torno a unos 1.600 académicos, muchos de ellos apartados ya del cine o jubilados, han votado en las últimas semanas los trabajos de sus compañeros en las más de 115 películas estrenadas en los 12 meses anteriores.

Los productores –héroes unos, desaprensivos otros, ilusos algunos que creían que se harían inmensamente ricos o que soñaban con conocer a Penélope, representantes de sociedades fantasmas que han invertido por razones fiscales– contemplan todos ellos con expectación, junto a sus equipos técnicos y artísticos, una ceremonia tediosa en la que tendremos ocasión de ver como una actriz en solitario agradece con humildad majestuosa su merecidísimo premio e, inmediatamente después, como ocho miembros del equipo de sonido se quitan la palabra unos a otros para dedicar todos ellos el premio a su madre, padre, esposa, hijos, vecinos y un montón más de gente de la que se olvidan.

Este año, como consecuencia de la crisis que asola al país –y muy especialmente al mundo de la cultura–, no estará muy claro si asistimos a una especie de nacimiento o al velatorio del Séptimo Arte.

Y ahora los Furtivos debemos dejar de escribir esta crónica porque hemos de desempolvar los smokings o recoger los vestidos que nos van a prestar los modistos para asistir a la obligada ceremonia en la que, una vez más, haremos de figurantes.

Como ya decíamos al principio, será una fiesta familiar con cuñados patosos, sobrinos impertinentes, primas mal vestidas o excesivamente presumidas, secretarias del Ayuntamiento de Madrid, Comunidad y Ministerios. Y con los abueletes de siempre. Los Goya. Una fiesta en la que nos reunimos para avivar nuestros afectos y nuestros rencores. Y para ayudar a que siga la fiesta de la industria más maravillosa, libre, abierta y creativa: el cine.

Esta noche se celebrará la fiesta de entrega de los premios Goya. Se trata de una fiesta familiar y, como en todas las fiestas de familia, habrá explosiones de rencor, excesos de vanidosa afirmación personal, saludos hipócritas de falso amor, exhibición de moda española y mucho, mucho almíbar.

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