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'Juego sucio': El tipo de película que verás si no lees reseñas de periódicos
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'Juego sucio': El tipo de película que verás si no lees reseñas de periódicos

Shane Black prolonga una filmografía llena de irreverencia y Navidades a tiros

Foto: Fotograma de 'Juego sucio'.
Fotograma de 'Juego sucio'.

Me paso el día viendo películas que encuentro recomendadas en las redes sociales. Yo creo que no he visto ni una sola película en los últimos cinco años porque la haya encumbrado la prensa tradicional. Esto quiere decir que, si yo fuera usted, no me estaría leyendo. Hay un montón de cinéfilos exageradamente apasionados que no necesitan cobrar por su pasión. Yo creo que están todos en X e Instagram porque en las cabeceras de toda la vida siguen escribiendo los mismos que a finales del siglo XX. Y, si no escriben ellos, escriben sus hijos.

Fue TheCinesthetic (X) el que tuiteó quince veces que debíamos ver Kiss kiss bang bang (2005). Se trata de una película de colegas, humor negro, diálogos corrosivos y giros de guion de cuando se podían hacer giros de guion sin acabar en la cárcel. La dirigía, en su debut al timón, Shane Black, que también la había escrito. Miré a ver si este hombre había hecho otras cosas.

No he visto ni una sola película en los últimos cinco años porque la haya encumbrado la prensa. Si yo fuera usted, no me estaría leyendo

Lo cierto es que hemos visto más películas de Shane Black de lo que nuestro desconocimiento de su nombre hacía prever. Black escribió toda la saga de Arma Letal, por ejemplo. Y esa película extraordinaria que es El último boy scout (1991). Y El último gran héroe (1993). Y, ya en nuestro siglo, Dos buenos tipos (2018), que también dirige.

Shake Black cuenta 63 años, pero sólo sabe escribir payasadas. Esto tiene mucho mérito. Con la edad, las bromas no llegan, el humor se seca, te pones a pensar en Dios y en los nietos; te conviertes en Richard Linklater. Además, Shane Black sólo sabe hacer una cosa: poner a dos personajes a reírse de la muerte mientras la Navidad se desarrolla a sus espaldas. Lleva haciendo eso mismo treinta años.

Su inclinación por el humor es tan aparatosa que le obliga a hacer bromas que el público ni siquiera podrá apreciar. Esto es así porque las acotaciones de sus guiones incurren a veces en auténticas chorradas que sólo el equipo de rodaje llega a conocer. Por ejemplo, en Arma Letal describía la casa de una escena con esta frase: “El tipo de casa que me compraré si esta película es un gran éxito”. Y luego añadía: “Un sitio estupendo para tener sexo”.

Mientras prepara Arma letal 5, Prime le ha producido una película del montón, Juego sucio, que es inexpugnablemente divertida. Tiene algo de ese cine de los 90 donde se mataba por matar, y luego se hacía un chiste. Esta sanguinolencia pasada de moda se entendía perfectamente hace treinta años: hago cine para explorar lo prohibido, lo inaceptable. En Juego sucio, durante un tiroteo, un transeúnte se pone a grabar la balacera. Ya saben que hoy en día todo el mundo graba con el móvil cosas de las que normalmente debería huir. Pues Shane Black hace que un personaje secundario de la escena vea al peatón que graba, y sin más le apunte con la pistola y lo mate, por idiota. Por supuesto, es el deseo inconfesable, vehiculado como cine, del director.

Mark Wahlberg encabeza el reparto, y durante la primera media hora el espectador no sabe de qué va la película. Todo gira, se mata mucho, es un disparate. Le acompaña Rosa Salazar, brillante en su papel de ladrona sin escrúpulos, con parlamentos surrealistas: “Le has matado otra vez”.

Ya les he comentado en otra ocasión la necesidad que tiene el cine de hoy de incorporar más papeles de mala. Cuando una actriz hace de mala, es más actriz que nunca. Mucho mejor hacer de mujer psicópata, manipuladora y horriblemente egoísta que hacer de vegana. Dónde va a parar.

Mucho mejor hacer de mujer psicópata manipuladora y horriblemente egoísta que hacer de vegana. Dónde va a parar

Juego sucio se encarrila finalmente hacia una trama sobre galeones españoles hundidos en el mar y tesoros millonarios que hay que robarle a otro. Esto da un poco igual porque Shane Black no sabe nada de galeones: es lo que se le ha ocurrido. Enseguida aparece un “colega” para Mark Wahlberg, interpretado por LaKeith Stanfield, que permite al guionista desplegar esos diálogos que lleva haciendo desde que Bruce Willis le dijo a Damon Wayans: “Al menos yo no he desperdiciado mi talento por la cocaína”.

Tan pasado de moda está Shane Black que necesita a un hombre negro y a uno blanco para que le salgan los mejores chistes. En Dos buenos tipos (Russel Crowe y Ryan Gosling) no le salen tan bien, la verdad.

Mark Walhberg no es Bruce Willis, pero está fantástico como actor sin actuación, pues básicamente es una presencia musculada y un témpano facial. Tampoco es fácil estar hecho un chaval a tus 54 años y aprenderte todas esas frases mientras vas al gimnasio. Su eficacia interpretativa resulta asombrosa, como sabemos por Boogie Nights o Infiltrados, sobre todo si le vemos sin guion en su serie autocelebrativa Wall Street, donde parece que le faltan todas esas neuronas que nos vuelven adultos. “Soy un hombre simple”, afirma en Juego Sucio.

Me paso el día viendo películas que encuentro recomendadas en las redes sociales. Yo creo que no he visto ni una sola película en los últimos cinco años porque la haya encumbrado la prensa tradicional. Esto quiere decir que, si yo fuera usted, no me estaría leyendo. Hay un montón de cinéfilos exageradamente apasionados que no necesitan cobrar por su pasión. Yo creo que están todos en X e Instagram porque en las cabeceras de toda la vida siguen escribiendo los mismos que a finales del siglo XX. Y, si no escriben ellos, escriben sus hijos.

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