'G20': Por fin dejan a Viola Davis matar a todo el mundo
La actriz que más se ha quejado en todo el siglo XXI protagoniza esta versión delirante de 'La jungla de cristal'
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Aunque había visto a Viola Davis en alguna película (Prisioneros, Un ciudadano ejemplar), sólo me quedé con su nombre cuando la escuché quejarse. Fue en 2018, en el curso del evento Women in the World, específicamente creado para quejarse. Dijo Viola: "Tengo una carrera que probablemente sea comparable a la de Meryl Streep, Julianne Moore y Sigourney Weaver. Todas salieron de Yale, de Juilliard, de la Universidad de Nueva York. Tuvieron el mismo camino que yo, y sin embargo no estoy ni cerca de ellas. Ni en cuanto a dinero, ni en cuanto a oportunidades laborales... Ni de lejos. Pero la gente dice: Eres la Meryl Streep negra, no hay nadie como tú. Entonces, si no hay nadie como yo, si tú piensas eso, págame lo que valgo." Y añadió: "Obtuve el Oscar, obtuve el Emmy, obtuve dos Tony, he hecho Broadway, he hecho off-Broadway, he hecho televisión, he hecho cine, lo he hecho todo."
Lo que no había hecho nunca Viola Davis era protagonizar una película malísima, por la que habrá recibido varios millones de dólares y que todo el mundo está calificando de basura desde el mismo día de su estreno en Amazon Prime. ¿Estará contenta? Esperemos que esté contenta, sí.
La película se titula G20 y la dirige la mexicana Patricia Riggen. El guión apunta alto. Tenemos una reunión del G20 ("foro internacional de gobernantes y dirigentes de bancos centrales") en Ciudad del Cabo que sufre el asalto de un grupo paramilitar. Aunque matan mucho, dejan con vida a los líderes mundiales porque su objetivo es hundir la economía global y favorecer el ecosistema cripto. Viola Davis, como presidenta de Estados Unidos, encabezará la resistencia interna en el hotel de lujo donde el resto de prebostes permanece retenido. La acompaña su jefe de seguridad (interpretado muy estimablemente por el actor puertorriqueño Ramón Rodríguez), el presidente de Reino Unido, una mujer creo que vietnamita y otra mujer italiana. ¿Qué puede salir mal?
Todo podía salir mal y, sin embargo, la película funciona de formas fluidamente posmodernas. Por un lado, ver a Viola Davis ganando millones de dólares por el peor papel de su carrera tiene su atractivo, y aboca a lecturas deliciosas de significados subyacentes. Sin ir más lejos, Viola le arrea pero bien a una actriz de reparto que, por esas cosas de la vida, se parece muchísimo a Meryl Streep. Recordemos que Viola Davis también produce el filme.
A pesar de unos primeros veinte minutos llenos de fallos de raccord (una mochila a la espalda que desaparece en la siguiente escena) y de planos tópicos y diálogos como escritos por Grok, la cosa toma carrerilla cuando descubrimos que se trata en realidad de una versión presidencialista de La jungla de cristal (1988). Los malos, como en la cinta de Bruce Willis, no se consideran terroristas, sino activistas; su líder, encarnado por Anthony Starr, apenas disimula lo que le gustaría ser Alan Rickman; la sala donde retienen a los líderes es indistinguible del salón de festejos del edificio Nakatomi donde también retienen a decenas de personas (misma luz, mismas plantas). No faltan las comunicaciones entre el malo y la heroína a través de walkie talkies, el helicóptero en la azotea del edificio o el uso salvífico de unas mangueras contra incendios. Y el papel determinante de un ascensor. Prácticamente todo elemento utilizado en La jungla de cristal encuentra aquí una apropiada segunda oportunidad, que funciona a la vez como homenaje y como degradación.
La capacidad de un presidente de los Estados Unidos para entrar en combate como uno más ya la vimos en Independence Day (1996) o Air force one (1997). Que Viola sea una mujer negra de casi 60 años no le impide matar a todo el mundo a tiros o con sus propias manos. En este sentido (como puede verse en 300 y en muchas otras películas), es curiosa esa creencia atávica de que los líderes no sólo saben tomar decisiones, sino que son el mejor guerrero de la tribu. Las dos cosas a la vez no pueden ser. Pero el cine señala en innumerables ocasiones que la fuerza física y la inteligencia se confabulan para coincidir en un único ser humano: tu jefe.
Es curiosa esa creencia atávica de que los líderes no sólo saben tomar decisiones, sino que son el mejor guerrero de la tribu
La película es un derroche de conservadurismo, pues defiende con vigor tanto la institución de la familia como la economía de libre mercado, a veces en la misma escena. Los malos son los criptobros, los bulos, el deep fake y los ingleses, cuyo líder en la cinta queda retratado como un completo payaso.
"No todos los filmes tienen que ser para un Oscar. Quería hacer algo popular, que las familias puedan ver juntas", ha declarado Viola Davis en la gira promocional de la película.
Nadie puede negar que lo ha conseguido.
Aunque había visto a Viola Davis en alguna película (Prisioneros, Un ciudadano ejemplar), sólo me quedé con su nombre cuando la escuché quejarse. Fue en 2018, en el curso del evento Women in the World, específicamente creado para quejarse. Dijo Viola: "Tengo una carrera que probablemente sea comparable a la de Meryl Streep, Julianne Moore y Sigourney Weaver. Todas salieron de Yale, de Juilliard, de la Universidad de Nueva York. Tuvieron el mismo camino que yo, y sin embargo no estoy ni cerca de ellas. Ni en cuanto a dinero, ni en cuanto a oportunidades laborales... Ni de lejos. Pero la gente dice: Eres la Meryl Streep negra, no hay nadie como tú. Entonces, si no hay nadie como yo, si tú piensas eso, págame lo que valgo." Y añadió: "Obtuve el Oscar, obtuve el Emmy, obtuve dos Tony, he hecho Broadway, he hecho off-Broadway, he hecho televisión, he hecho cine, lo he hecho todo."