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'Por todo lo alto': música clásica y sindicalismo para sobrevivir a estos tiempos oscuros
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'Por todo lo alto': música clásica y sindicalismo para sobrevivir a estos tiempos oscuros

En los momentos de oscuridad en los que vivimos, reconforta una historia sencilla, amable y conciliadora como la de Emmanuel Courcol

Foto: Una imagen de 'Por todo lo alto', la última película de Emmanuel Courcol.
Una imagen de 'Por todo lo alto', la última película de Emmanuel Courcol.

Será que las derivas mundiales la tienen a una sensible de más, pero en estas tesituras de mochilas de supervivencia y amenaza nuclear a ratos parece que sólo queda el feel good cinema o la tapa de los sesos. Este fin de semana se estrena Una ballena, de Pablo Hernando, una película sinuosa, envolvente, misteriosa y líquida protagonizada por Ingrid (Ingrid García Jonsson), una asesina por encargo con un secreto de naturaleza cósmica, una joya del cine español más arriesgado que les pido que no se pierdan si no están ustedes sumidos, como una, en la bilis negra, que llamaban los griegos. Y hay veces que el abrazo de una película amable y sencilla es un buen remedio contra la barbarie. O, al menos, un buen placebo.

Sencilla -sencillísima- y reconfortante es Por todo lo alto, la última película del actor y director francés Emmanuel Courcol (El triunfo, 2020), una reinterpretación contemporánea de la premisa de dos hermanos separados al nacer -más o menos- a los que la vida les ha llevado por muy distintos caminos. Thibaut (Benjamin Lavernhe) es un reputado director de orquesta y compositor quien, al desmayarse en un ensayo, descubre que padece leucemia.

Después de que su hermana se haga las pruebas de compatibilidad para donarle médula -no son compatibles-, Thibaut averigua que fue un niño adoptado y que tiene un hermano, Jimmy (Pierre Lottin, a quien vimos en Cuando cae el otoño, de François Ozon), que es el único que ahora puede salvarle la vida. Jimmy, al contrario que Thibaut, conoce la precariedad laboral y toca el trombón en la charanga -no demasiado virtuosamente- de la Unión Musical de Mineros de Walencourt, una región industrial del norte de Francia.

El film, que pasó por el Festival de Cannes -fuera de competición- y que ganó el Premio del público en San Sebastián, propone una narración convencional pero efectiva para reflexionar sobre las diferencias de clase en esa Francia desatendida y desindustrializada de la que hablan Didier Eribon y Édouard Louis en Regreso a Reims (2009) y Para acabar con Eddie Bellegueule (2014), respectivamente, esa Francia local a la que París mira por encima del hombro. Como los desempleados bailongos de Full Monty (1997), que se montaron un Onlyfans analógico antes que nadie, en Por todo lo alto los trabajadores de Sodalpro, la empresa para la que trabaja Jimmy como cantinero, encuentran sus espacios de comunidad tanto en las reuniones sindicales como en los ensayos, en este caso de la banda de música.

placeholder Pierre Lottin y Benjamin Lavernhe son los hermanos protagonistas. (Karma/Caramel)
Pierre Lottin y Benjamin Lavernhe son los hermanos protagonistas. (Karma/Caramel)

Pero Courcol se concentra más en la relación entre los recién estrenados hermanos que en su contexto sociopolítico. Los dos hermanos conectan a través de la música, una pasión que Thibaut ha podido cultivar gracias a las posibilidades culturales y económicas familiares -"mi primer amor fue este piano que me regalaron cuando tenía tres años"-, mientras que Jimmy ha crecido en un hogar mucho más modesto -"toco el trombón porque era lo único que quedaba libre cuando ingrese [en el conservatorio]".

El mundo de Thibaut es el de los restaurantes de lujo de y emplatados diminutos, mientras que el de Jimmy es el de las tabernas y las jarras de cerveza. Y son las notas de trompeta de I remember Clifford, uno de los temas más reverenciados del jazz de los años 50, lo que reconcilia los mundos de dos hermanos tan disimilares. El jazz, precisamente, una música que nace de una combinación de los ritmos de trabajo en el campo y las armonías más clásicas.

placeholder Otro momento de 'Por todo lo alto'. (Emmanuel Courcol)
Otro momento de 'Por todo lo alto'. (Emmanuel Courcol)

Courcol bebe de esa tradición de dramedia francesa al estilo de Intocable (2011), una fórmula de carácter popular, pero se aleja de lo lacrimógeno gracias a sus dos personajes protagonistas, que encaran los dramas con optimismo. Tanto Laverne como Lottin construyen personajes que no se regodean en las cartas negativas que les ofrece la vida, sino que están en constante búsqueda del punto de encuentro.

Y es especialmente emocionante el momento final en el que juega un papel protagonista El bolero de Ravel como un canto a la concordia, una mano tendida al entendimiento tan necesario en un mundo de absolutos y de trincheras, un pequeño hueco para evadirse de toda esta oscuridad que nos rodea.

Será que las derivas mundiales la tienen a una sensible de más, pero en estas tesituras de mochilas de supervivencia y amenaza nuclear a ratos parece que sólo queda el feel good cinema o la tapa de los sesos. Este fin de semana se estrena Una ballena, de Pablo Hernando, una película sinuosa, envolvente, misteriosa y líquida protagonizada por Ingrid (Ingrid García Jonsson), una asesina por encargo con un secreto de naturaleza cósmica, una joya del cine español más arriesgado que les pido que no se pierdan si no están ustedes sumidos, como una, en la bilis negra, que llamaban los griegos. Y hay veces que el abrazo de una película amable y sencilla es un buen remedio contra la barbarie. O, al menos, un buen placebo.

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