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'Babygirl': ¿Por qué te haces esto, Nicole Kidman?
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'Babygirl': ¿Por qué te haces esto, Nicole Kidman?

La lamentable cinta de debut de Halina Reijn precipita a la estrella de Hollywood en el porno barato

Foto: Nicole Kidman, en un fotograma de 'Babygirl'.
Nicole Kidman, en un fotograma de 'Babygirl'.

En cine, la relación de Nicole Kidman con el sexo siempre ha sido satisfactoria. Mientras Sharon Stone o Demi Moore saboteaban sus carreras con películas donde desnudarse era dejar de ser actriz, Nicole seguía siendo actriz sin ropa y exhibida y explorada por los directores en sus delirios creativos. La recuerdo en Todo por un sueño (1995), cuando entrega una carta de recomendación a un nuevo jefe y en ella su antiguo empleador ensalza sus habilidades para el sexo oral. Luego descubrimos que la carta la ha escrito ella misma. La recuerdo también, siguiendo la línea incandescente del eros, en Calma total (1989), cuando Billy Zane le arranca de cuajo las bragas en el barco de sus suplicios y su culo queda varios segundos en primer plano: una de las imágenes más sensuales de mi juventud. En Cold Mountain (2003), el encuentro sexual entre ella y Jude Law se alargaba viciosamente, pero seguíamos haciendo cine. En la muy fascinante e incómoda Birth (2004), Nicole creía que un niño era la reencarnación de su marido muerto (había pruebas sólidas para acreditar esta flipada) y entablaba con él una impropia y vertiginosa relación sentimental. Antes, estuvo Eyes wide shut (1999), cuya primera escena mostraba a Nicole Kidman completamente desnuda.

Quiere decirse que nuestra actriz no empezó desnudándose para ganar papeles y, vuelta una estrella, se cobijó en la gazmoñería que permite el prestigio. Siempre ha sido una actriz erótica, derrapante y arriesgada. Es actriz con todo lo que tiene, incluido ese cuerpo celeste y afilado.

Así que, cuando a sus 57 años, nos cuentan que protagoniza Babygirl, un drama erótico premiado en Venecia con ribetes de BDSM donde interpreta a una mujer madura que se desfoga con un jovencito, nos parece bien. No es como que nos llevemos las manos a la cabeza.

El trailer, por esa magia que desprende el relato concentrado, era fantástico. Llegué incluso a pensar que resucitaba el cine radical, libre y diabólico, las ficciones para adultos, las exploraciones del cuerpo y del propio arte de hacer películas. Desde El imperio de los sentidos (1976) por lo menos, algunos cinéfilos podemos trazar una genealogía de cine perverso, absolutamente recomendable. Por decirles las primeras películas que me vienen a la cabeza, tuvimos Crash (1996), La pianista (2001), Secretary (2002), Samaritan girl (2004), Joven y bonita (2013) o Elle (2016), cintas ante las cuales mucha gente se sale del cine. Ya no se hacen tantas películas donde el espectador enfrente a la beata de pueblo que lleva dentro, el sonrojado sacristán de provincias.

'Babygirl' no es una locura, sino porno barato; porno 'soft'. Nicole sale totalmente ridiculizada

Babygirl, que dirige erráticamente en su debut la holandesa Halina Reijn, parecía recuperar esta apuesta por los amores retorcidos, las prácticas sexuales desacompasadas y el sonrojo generalizado. Ya está bien de corrección política, coordinadores de intimidad y chorradas de todo tipo. ¡Hagamos locuras!

Y nada, Babygirl no es una locura, sino porno barato; porno soft. Quizá Nicole, al aceptar el papel, pensó que era su oportunidad de seguir los pasos de su admirada Isabelle Huppert, que, en Elle, con 63 años, salía más que airosa de una historia indecente y explícita. Nicole sale totalmente ridiculizada.

Así, una forma piadosa de ver Babygirl es tomársela como un epílogo de Eyes wide shut. La Nicole de Kubrick habría dejado a Tom Cruise y exploraría ya su propio camino de deseo. Nota uno algunos ecos de Eyes wide shut en este filme, y de otras películas, que dan ganas de volver a ver para olvidar Babygirl cuanto antes. Sin embargo, aunque Nicole Kidman sigue estando buenísima, ahora notamos que eso no basta: alguien tiene que saber hacer cine con lo buena que estás. Kubrick regaló a la actriz unos planos preciosos y elegantes, porcelana del cuerpo. La holandesa, sin embargo, no crea belleza ni erotismo, sino extrema vulgaridad.

placeholder Nicole Kidman y Tom Cruise en 'Eyes wide shut'.
Nicole Kidman y Tom Cruise en 'Eyes wide shut'.

La trama parece una versión actualizada de Acoso (1994), donde la jefaza Demi Moore perdía la cabeza por el empleado Michael Douglas. Aquí el empleado tiene treinta años menos (lo interpreta el Harris Dickinson de El triángulo de la tristeza, quizá el único acierto de casting de toda la película) y el contexto es el de la corrección política, el feminismo y la cuestión racial. Podía haberse hecho algo potente con todo eso.

Sin embargo, la película no acaba de mostrar contundencia, duda en las inclinaciones de los personajes y resulta al cabo infantil. Un personaje le tiene que decir a otro que las relaciones sexuales consentidas en las que median juegos de roles (amo y esclava, en fin) no son necesariamente malas. En 2024, nos aclaran esto.

La película casi pide perdón por ir de sexo, los protagonistas dudan, se justifican y se achiquillan. Cuando suena una canción de George Michael, uno se quiere morir (en general, la música de la película es espantosa). El uso irónico de esta música hortera en Drive (2011), como contrapunto a la violencia, funcionaba; aquí sólo añade bochorno al bochorno. Luego está la familia idílica de Nicole, con Antonio Banderas haciendo de padre susurrante. Habla toda la película en susurros. Tienen una hija no binaria, como todos los millonarios de Hollywood. Y dos o tres mansiones. Su vida, como ven, es interesantísima.

En cine, la relación de Nicole Kidman con el sexo siempre ha sido satisfactoria. Mientras Sharon Stone o Demi Moore saboteaban sus carreras con películas donde desnudarse era dejar de ser actriz, Nicole seguía siendo actriz sin ropa y exhibida y explorada por los directores en sus delirios creativos. La recuerdo en Todo por un sueño (1995), cuando entrega una carta de recomendación a un nuevo jefe y en ella su antiguo empleador ensalza sus habilidades para el sexo oral. Luego descubrimos que la carta la ha escrito ella misma. La recuerdo también, siguiendo la línea incandescente del eros, en Calma total (1989), cuando Billy Zane le arranca de cuajo las bragas en el barco de sus suplicios y su culo queda varios segundos en primer plano: una de las imágenes más sensuales de mi juventud. En Cold Mountain (2003), el encuentro sexual entre ella y Jude Law se alargaba viciosamente, pero seguíamos haciendo cine. En la muy fascinante e incómoda Birth (2004), Nicole creía que un niño era la reencarnación de su marido muerto (había pruebas sólidas para acreditar esta flipada) y entablaba con él una impropia y vertiginosa relación sentimental. Antes, estuvo Eyes wide shut (1999), cuya primera escena mostraba a Nicole Kidman completamente desnuda.

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