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'Expediente Netanyahu': sexo, mentiras y las cintas de vídeo de Bibi
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'Expediente Netanyahu': sexo, mentiras y las cintas de vídeo de Bibi

En la misma semana en la que arranca el juicio por corrupción al primer ministro israelí, Filmin estrena el documental de Alexis Bloom proyectado en Toronto y vetado en Israel

Foto: Benjamin 'Bibi' Netanyahu en un fotograma de 'Expediente Netanyahu', de la documentalista Alexis Bloom. (Filmin)
Benjamin 'Bibi' Netanyahu en un fotograma de 'Expediente Netanyahu', de la documentalista Alexis Bloom. (Filmin)

Si el aleteo de una mariposa puede provocar un tornado en la otra punta del globo terrestre, la infidelidad de Benjamin Netanyahu a su esposa Sara puede estar relacionada con el genocidio palestino. Incluso el humo de un cohiba puede espesarse hasta convertirse en fósforo blanco. ¿Cómo? Para la documentalista estadounidense Alexis Bloom -y para muchos analistas políticos dentro y fuera de Israel-, esa primera perturbación en el matrimonio Netanyahu es el punto de salida del sistema determinista no lineal que hoy ha desembocado en el bombardeo sistemático de Gaza, principalmente, y Líbano, como última maniobra desesperada del primer ministro israelí para permanecer en el poder y blindarse ante una investigación por corrupción que lo podría llevar a la cárcel -también a su mujer- y cuyo juicio ha arrancado, precisamente, este martes. Aprovechando la fecha, Filmin estrena esta semana el último trabajo de Bloom, una investigación a partir de testimonios de amigos y opositores, de documentos y horas de brutos e imágenes de archivo en las que se traza una cadena de causas y consecuencias desde las tragedias familiares hasta el empecinamiento en una guerra que ha acabado con 44.758 muertos y 106.134 heridos en Gaza, 4.000 fallecidos y 16.500 heridos en Líbano, y una sociedad israelí completamente fracturada.

Estrenado en septiembre en el Festival de Toronto y censurado en Israel, Expediente Netanyahu (The Bibi Files, en su título original) publica por primera vez las grabaciones de los interrogatorios de la Policía israelí al mandatario y a su círculo de -ya no- confianza en un intento de entender la desproporción de la respuesta israelí a la masacre del 7 de octubre de 2023 -en la que Hamás asesinó a 1200 israelís y tomó como rehenes a 240- y la pasividad internacional frente a quien ya pocos organismos dudan que es un criminal de guerra y contra la humanidad, como demuestran las órdenes de arresto del Tribunal Penal Internacional contra Netanyahu y su exministro de defensa Yoav Gallant. Horas y horas de cámaras registrando las acusaciones, las defensas y los aspavientos de los implicados en una trama de corrupción de millones de dólares que implica a magnates como el millonario, ex traficante de armas, ex agente secreto y actual productor de Hollywood Arnon Milchan o Sheldon Adelson, un nombre conocido en Madrid por su iniciativa fallida de construir la cuidad del juego Eurovegas en Alcorcón. Incluso el ex primer ministro Ehud Olmert, condenado en 2015 a ocho meses de prisión por abuso de confianza- ofrece una visión de Netanyahu que nada tiene que ver con la de el líder salvador de la democracia tras la que Bibi se escuda. "Está probando los límites del sistema", afirma Olmert, "y él mismo dice que está por encima y más allá del sistema, que nadie puede tocarlo".

placeholder La trama de corrupción arranca por sobornos con puros. (Filmin)
La trama de corrupción arranca por sobornos con puros. (Filmin)

Entre 2016 y 2018 se llevó a cabo la instrucción que acabó con el fiscal general del Estado imputando a Netanyahu por soborno, fraude y abuso de confianza. Las grabaciones acabaron en manos del productor y director Alex Gibney, ganador del Oscar por Taxi al lado oscuro (2007), sobre los métodos de tortura que utilizó Estados Unidos en la Guerra de Afganistán. Finalmente ha sido Alexis Bloom (responsable del documental de anita Pallenberg que pasó por Cannes) quien se ha puesto al frente de este documental de investigación sin ambiciones formales, centrado en ofrecer una perspectiva del mandatario -más o menos- desconocida fuera de las fronteras israelíes y demostrar la oposición interna que hay hacia su política, escorada cada vez más hacia el autoritarismo. Desde 2019, Netanyahu ha pospuesto su declaración en los tribunales aduciendo su papel necesario en la guerra contra Hamás.

Las declaraciones del propio Netanyahu sirven de hilo conector de un perfil que comienza dibujándose a través de las grabaciones borrosas y las confesiones de quienes participaron en los cohechos -"¡son unos mentirosos que se han puesto de acuerdo!", exclama enfebrecido Bibi mientras aporrea la mesa, ante el pasmo de los agentes- para luego trazar un retrato familiar de una familia conservadora y patriótica que nace políticamente con Yoni Netanyahu, la única baja militar israelí durante el rescate de los pasajeros del avión secuestrado por terroristas palestinos en Entebbe (Uganda) en 1976. Entonces data el documental el mito fundacional de la familia Netanyahu, apellido ligado al martirio nacional. A raíz de la tragedia, Benjamin Netanyahu, que había comenzado una carrera como consultor económico en Estados Unidos, volvió a Israel para dirigir el Instituto Antiterrorista Benjamin Netanyahu y arrancar su carrera dentro del partido derechista Likud, del que es el líder desde 1993.

placeholder Otro momento de 'Expediente Netanyahu'. (Filmin)
Otro momento de 'Expediente Netanyahu'. (Filmin)

Pero lo que más llama la atención de Expediente Netanyahu es el retrato que hace del primer misitro como una marioneta en manos de Sara, su mujer, y de su hijo Yair, un radical de ideas xenófobas que cree que su padre "es muy débil, que no sirve bajo presión y que no es lo suficientemente agresivo", como reproduce Nir Hefetz, uno de los colaboradores más cercanos de la familia. El documental apunta a que la familia Netanyahu tiene una concepción monárquica del poder y que el mandatario espera que su hijo se convierta en su sucesor. Mientras tanto, otra de las acusaciones contra los Netanyahu tienen que ver con su injerencia en medios de comunicación, tomando directamente decisiones editoriales y despidiendo a periodistas no afines, como demuestran mensajes de móvil. "Los medios israelís son una propaganda socialista y comunista al estilo norcoreano", se defiende Yair Netanyahu. "Sois peor que la Stasi, que la Gestapo", les espeta a los agentes durante el interrogatorio. Sin embargo, elude la información contrastada de que Netanyahu firmó a favor de un crédito de 250 millones de dólares para el empresario de telecomunicaciones Shaul Elovitch cuando éste pasaba por un bache financiero, a cambio del control editorial del diario online Walla.

A pesar de las evidencias, los Netanyahu se quejan de ser las víctimas de un complot nacional en el que participan los medios, los jueces y la policía, mientras se muestran como los únicos salvadores de la integridad israelí frente a la amenaza árabe. El retrato de Sara Netanyahu es todavía más despiadado y, si me permiten, ciertamente amarillista. Más allá de la influencia que tenga la primera dama en el primer ministro -sobre todo desde que estuvieron a punto de emitirse en televisión en los años noventa unas grabaciones en las que Bibi Netanyahu aparecía en actitud romántica con otra mujer-, describen a Sara Netanyahu como una alcohólica obsesionada con el champán y las joyas caras y cuyo estado de ánimo cambia según el nivel de etanol en sangre.

placeholder Otro momento del documental. (Filmin)
Otro momento del documental. (Filmin)

Varios analistas políticos explican, además, que la deriva autoritaria de Netanyahu y su alineamiento con la ultraderecha más beligerante y xenófoba, encabezada por Ben Gvir, actual responsable de Interior, tiene que ver con la necesidad de alianzas para inhabilitar cualquier tipo de oposición tanto en el parlamento como en la judicatura, con la vista puesta en el Tribunal Supremo. En el metraje de archivo aparece un jovencísimo Ben Gvir regalando una amenaza velada a Isaac Rabin, el presidente israelí que abogó por la firma de la paz con la Autoridad Palestina y que moriría asesinado por un judío extremista tres semanas después de dicha aparición televisiva. Ahora, Ben Gvir se limita a pasear su pistola y amenazar con disparar a quienes lancen piedras y a fomentar la expropiación de terrenos palestinos para la construcción de nuevos asentamientos judíos. "Sin Netanyahu, la ultraderecha fascista no era considerada legítima en el sistema", explica uno de los entrevistados.

Su última gran cortina de humo, explica el documental, ha sido la prolongación ad infinitum del genocidio de Gaza con el apoyo de sus socios de gobierno y con la perspectiva de que la única vía para esquivar la cárcel es la huida hacia adelante, caiga quien caiga. "Es el tipo de líder que lleva su pueblo hacia la catástrofe", indica otro de los entrevistados. Y aunque Netanyahu crea que sólo la historia podrá juzgarle, el cine ya lo ha hecho y, a partir de este martes, lo hará la justicia.

Si el aleteo de una mariposa puede provocar un tornado en la otra punta del globo terrestre, la infidelidad de Benjamin Netanyahu a su esposa Sara puede estar relacionada con el genocidio palestino. Incluso el humo de un cohiba puede espesarse hasta convertirse en fósforo blanco. ¿Cómo? Para la documentalista estadounidense Alexis Bloom -y para muchos analistas políticos dentro y fuera de Israel-, esa primera perturbación en el matrimonio Netanyahu es el punto de salida del sistema determinista no lineal que hoy ha desembocado en el bombardeo sistemático de Gaza, principalmente, y Líbano, como última maniobra desesperada del primer ministro israelí para permanecer en el poder y blindarse ante una investigación por corrupción que lo podría llevar a la cárcel -también a su mujer- y cuyo juicio ha arrancado, precisamente, este martes. Aprovechando la fecha, Filmin estrena esta semana el último trabajo de Bloom, una investigación a partir de testimonios de amigos y opositores, de documentos y horas de brutos e imágenes de archivo en las que se traza una cadena de causas y consecuencias desde las tragedias familiares hasta el empecinamiento en una guerra que ha acabado con 44.758 muertos y 106.134 heridos en Gaza, 4.000 fallecidos y 16.500 heridos en Líbano, y una sociedad israelí completamente fracturada.

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