Las 10 mejores películas españolas de 2023: niños robados, sexualidad femenina y monjas, muchas monjas
Ha sido un año en el que la taquilla ha vuelto a cifras previas al covid y en el que el cine español ha tenido gran presencia en festivales internacionales
Este sábado pasado se celebraron los Premios Forqué, que conceden los productores a las mejores películas y series españolas, el primer termómetro de la temporada para el cine nacional. 2023 ha sido un año en el que la taquilla se ha recuperado después del trauma que supuso el cierre de las salas por el covid y la popularización de las plataformas —los exhibidores han conseguido la mejor recaudación desde 2018, con, de momento, 74 millones de euros—, y también ha reincidido en la tendencia firme de la presencia de títulos autorales en los principales festivales internacionales, como Cannes, Berlín o Venecia. Pero este años también se ha evidenciado la desafección entre los reconocimientos de los festivales frente a los premios y el público: las ganadoras de la Concha de Oro (O corno, de Jaione Camborda) y la Espiga de Oro (La imatge permanent, de Laura Ferrés) apenas han tenido presencia en las nominaciones ni han recibido el respaldo masivo de las salas.
Fuera de esta lista han quedado, lamentablemente, buenas películas como Robot Dreams, de Pablo Berger, estrenada en Cannes y ganadora del Premio europeo a mejor película de animación —y con alguna posibilidad de conseguir una nominación en los Oscar—, la adaptación que ha dirigido Isabel Coixet de la novela Un amor, de Sara Mesa —con siete nominaciones a los Goya—, la última película de David Trueba, Saben aquell, sobre el humorista Eugenio y los filmes históricos Te estoy amando locamente, de Alejandro Marín, y El maestro que prometió el mar, de Patricia Font, los dos sleepers —el término se refiere a esas producciones poco conocidas que, a la chita callando y sin estridencias, acaban manteniéndose en cartelera y atrayendo el boca a oreja del público— de la temporada. Una ausencia que habla del gran nivel de 2023.
Pero este ha sido un año en el que, de nuevo, ha sido el cine más popular —Campeonex, de Javier Fesser; Vacaciones de verano, de Santiago Segura; Momias, de Juan Jesús García Galocha, y Ocho apellidos marroquís, de Álvaro Fernández Armero—el que ha salvado las cifras.
A continuación, las 10 mejores películas españolas del año según El Confidencial:
10. 'Upon Entry', de Alejandro Rojas y Juan Sebastián Vásquez (Filmin)
Otra de las sorpresas del año es la ópera prima de los cineastas venezolanos afincados en Barcelona Alejandro Rojas y Juan Sebastián Vásquez, Upon Entry, en la que recrean el proceso de inspección en la sala de inmigración de un aeropuerto en Estados Unidos. Alberto Ammam y Bruna Cusí interpretan a la pareja protagonista: él, un urbanista venezolano, ella, una bailarina barcelonesa. Lo que a muchos puede parecer un trámite banal se convierte en una pesadilla inquisitiva en la que los funcionarios de inmigración ejercen el poder y el abuso sobre la pareja, que ve su intimidad desnudada y puesta en juicio. Un thriller claustrofóbico de apenas 70 minutos en el que los directores concentran experiencias propias para poner el foco en la agresividad del proceso migratorio para los viajeros procedentes de países de segunda categoría que, en Estados Unidos, son el resto del mundo. Una planificación y un montaje controlados al milímetro para jugar con la percepción del tiempo y con el suspense en una película en que puede que nadie sea lo que parece.
9. 'Que nadie duerma', de Antonio Méndez Esparza (cines)
Malena Alterio es Lucía, una informática que pierde su trabajo cuando su compañía cierra en medio de un escándalo de corrupción. Sin saber muy bien cómo reenfocar su vida laboral y casi por casualidad, Lucía se recicla como taxista, un trabajo que la llevará a conocer las historias pintorescas de muchos de sus pasajeros. Enamorada de su vecino, un actor de teatro, Lucía tampoco encuentra la estabilidad sentimental. Basada en la novela homónima de Juan José Millás, Que nadie duerma sigue las peripecias de su protagonista, que irá cayendo en una espiral de demencia y oscuridad. La película de Esparza, que compitió en la Sección Oficial de Seminci, es compleja en su tono, que pasa de la comedia al drama y al thriller con pasmosa facilidad. Alterio, en uno de los grandes papeles de su carrera, mantiene a flote a un personaje ambiguo, que es al mismo tiempo víctima y verdugo, que se va transformando a medida que pasa tiempo en el coche, como una Travis Baker de Chamberí, pero mucho más sofisticada. La dirección de Esparza, muy apoyada en la improvisación, hace de Que nadie duerma una película extraña e hipnótica, pero, sobre todo, sorprendente y fresca.
8. 'Dispararon al pianista', de Fernando Trueba y Mariscal (cines)
Alrededor de veinte años lleva Fernando Trueba detrás de la historia real que rescata esta película que hibrida el documental y la animación y que nos traslada a los primeros días de la dictadura militar argentina de 1976. Escuchando un disco de bossa nova, el director madrileño quedó prendado de su piano. Buscando información sobre el pianista, descubrió que respondía al nombre de Ténorio Jr., un músico con una carrera prometedora pero breve, que no había sacado más que un disco en solitario y alguna colaboración junto a Vinícius de Morais, pero que había desaparecido en 1976. Desaparecido de verdad. A través de entrevistas con aquellos que participaron en la escena de la bossa nova de los setenta, una de las eclosiones más vanguardistas de la música del siglo XX, Trueba reconstruyó los últimos días del pianista, al que detuvieron en Buenos Aires, probablemente confundiéndolo con un disidente político del recién nacido Proceso de Reorganización Nacional. Javier Mariscal ilustra esa investigación a la que pone voz Jeff Goldblum y en la que Trueba rescata las cintas de las entrevistas, pero también las grabaciones de los conciertos y los discos de la época, en una película melancólica y apasionada que sirve como homenaje al pianista brasileño. Dispararon al pianista también aspira a repetir el éxito de Chico y Rita y hacerse un hueco entre los nominados a mejor película de animación en los próximos Oscar.
7. 'Hermana Muerte', de Paco Plaza (Netflix)
Paco Plaza regresa al terror y a su tierra, Valencia, para adentrarse en los muros de un convento de monjas en los años cuarenta del siglo pasado. Con una propuesta estética que pasa de lo dreyeriano a lo barroco, Hermana Muerte es un relato sobre represión y trauma que funciona como secuela de Verónica (2017) y que toma como protagonista a aquella monja ciega con poderes de clarividencia de la película de Sandra Escacena. En Hermana Muerte es Aria Bedmar —un descubrimiento— la que toma las riendas de un reparto en el que también aparecen Almudena Amor (La abuela, 2022) y Maru Valdivieso (La abuela, Verónica), encerradas en los pasillos del Real Monasterio de San Jerónimo de Cotalba. Aria Bedman interpreta a Narcisa, una novicia que empieza a impartir clase en un convento reconvertido en colegio femenino. Desde su llegada, Narcisa comienza a sentir una presencia que la persigue y que las niñas temen: el espíritu de una supuesta niña las atosiga. Un espíritu que guarda un secreto de un pasado más traumático y real que todavía hoy nos persigue. Con guion de Jorge Guerricaechevarria, Hermana Muerte supone una vuelta de tuerca al terror patrio, con una propuesta estética muy alejada de las convenciones en la que destaca la fotografía de Daniel Sánchez Abelló.
6. 'Teresa', de Paula Ortiz (cines)
Basado en el texto del dramaturgo Juan Mayorga La lengua en pedazos, a su vez basado en El libro de la vida de Santa Teresa, el último largometraje de Paula Ortiz propone un encuentro ficticio —no coincidieron en el tiempo— entre el cardenal Torquemada y Teresa de Jesús, entre un sistema tradicional y represivo y una figura revolucionaria y peligrosa, por pensadora y por mujer. Teresa se construye alrededor de dicho encuentro, con una Teresa denunciada por su discurso fuera del canon teológico y de la que recelan sus propias compañeras, pero que también es un icono de disidencia y libertad gracias a la serie de conventos que fundó para que las religiosas pudieran discurrir al margen de los dogmas y de la jerarquía eclesiástica. Ortiz propone un duelo interpretativo y dialéctico entre los personajes de Blanca Portillo y Asier Etxeandia, que, mientras recorren los pasillos de este otro convento, echan un pulso entre una dictadura masculina y una rebelión femenina. La directora también se rebela contra las convenciones formales y propone una narración llena de saltos en el espacio y en el tiempo engarzados a través de imágenes poéticas muy potentes. Una de las películas injustamente olvidadas este año por los premios y los festivales.
5. 'Las chicas están bien', de Itsaso Arana (Filmin)
La dramaturga y actriz Itsaso Arana se lanza a la dirección de su primer largometraje en Las chicas están bien, una película luminosa y metarreferencial sobre el proceso creativo y la amistad femenina. Arana se ha rodeado de un reparto de confianza: Irene Escolar, Bárbara Lennie, Itziar Manero y Helena Ezquerro, actrices todas ellas con experiencia teatral y, salvo Lennie, con las que Arana ya había trabajado. Las chicas están bien es un híbrido mutante: una película de verano a ratos entregada a la ficción, a ratos documental, una reapropiación de los cuentos clásicos, una mirada hacia lo colectivo, una construcción de personajes en la que la verdad y la mentira se superponen, una película naturalista pero, al mismo tiempo, un ensayo muy construido. Pero, sobre todo, una cinta con mucha joie de vivre.
4. 'La sociedad de la nieve', de Juan Antonio Bayona (cines)
Después de su periplo estadounidense, Juan Antonio Bayona regresa con una superproducción ambiciosa en la que rescata la historia real del accidente del vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya en 1972, en el que un grupo de pasajeros tuvieron que recurrir al canibalismo para sobrevivir más de 70 días en condiciones extremas de temperatura y sin comida ni agua. Bayona firma su película más depurada, en la que empotra la cámara junto a los personajes para conseguir que el espectador se sienta dentro de las imágenes, acompañadas de un trabajo de sonido envolvente que traslada directamente a las cumbres de Sierra Nevada, la cordillera elegida para representar Los Andes. Un elenco de actores desconocidos sometidos a condiciones extremas de rodaje y una recreación superdotada del accidente del avión introducen de lleno en una historia que mezcla la catástrofe y la aventura, pero que, sobre todo, termina con un mensaje de fe en el potencial benefactor del ser humano como parte del colectivo.
3. '20.000 especies de abejas', de Estibaliz Urresola (Movistar +, Filmin, Apple, Amazon Prime, Google Play)
La ópera prima de Estibaliz Urresola es la película del año. Desde su selección el pasado febrero en la Sección Oficial de la Berlinale —y el Oso de Plata a la mejor interpretación a su protagonista, Sofía Otero—, 20.000 especies de abejas ha ido creciendo de festival en festival y se ha convertido en la principal competidora de la película de Bayona de cara a la temporada de premios. Dos propuestas en las antípodas en el sentido industrial. 20.000 especies de abejas continúa la estela realista y rural que se ha impuesto en el cine de autor español en los últimos años. En esta reflexión sobre el pulso entre naturaleza y manufactura, entre pulsión y sometimiento, entre libertad y constricciones, Urresola cuenta la historia de Lucía, una niña de ocho años nacida en el cuerpo de un niño y que, durante un verano, redescubre su identidad de género y cómo esto afecta a su familia, sobre todo a su madre, Ane (Patricia López Arnáiz). Una película íntima y delicada que se apoya mucho en la verdad que transmite Otero, conmovedora en la pantalla.
2. 'Creatura', de Elena Martín (Filmin)
Ganador del premio Europa Cinemas de la Quincena de realizadores de Cannes, el segundo largometraje de la directora y actriz catalana se adentra en los terrenos pantanosos y arcanos de la sexualidad femenina de una manera nunca vista en el cine español, de una forma directa, precisa, lacerante y sin cortapisas ni tabús. Es la propia Martín la que protagoniza este guion coescrito junto a Clara Roquet en el que una mujer en plena crisis de apatía sexual se plantea cómo ha sido su forma de relacionarse con el deseo desde la niñez. Una película sugerente y compleja, pero sobre todo valiente y arriesgada que propone un lenguaje sin subterfugios y realmente incisivo sobre las oscuridades de la psique humana.
1. 'Sobre todo de noche', de Víctor Iriarte (cines)
El programador bilbaíno Víctor Iriarte se pone al frente de un proyecto difícil de describir, a camino entre el ensayo fílmico y el melodrama —¿puede haber dos géneros más opuestos?—, con maneras de thriller e inspirado en las investigaciones sobre los niños robados durante el franquismo y los primeros años de la democracia. Sobre todo de noche encuentra su título en los periódicos: "Las asociaciones calculan que 300.000 bebés fueron robados entre 1940 y 1990 en España". Una mujer [Lola Dueñas] busca a su hijo entregado a otra madre [Ana Torrent] mientras se encuentra con la opacidad del sistema y tiene que convertirse en su propia investigadora privada.
Esta premisa le sirve a Iriarte para construir alrededor una película enigmática e hipnótica —acompañada de la increíble banda sonora de Mursego— y para explorar las posibilidades expresivas de la imagen. Una película tan cerebral como poética. Una rareza que se proyectó en las Jornadas de los autores de Venecia y que ganó el premio FIPRESZI en la pasada Seminci.
Este sábado pasado se celebraron los Premios Forqué, que conceden los productores a las mejores películas y series españolas, el primer termómetro de la temporada para el cine nacional. 2023 ha sido un año en el que la taquilla se ha recuperado después del trauma que supuso el cierre de las salas por el covid y la popularización de las plataformas —los exhibidores han conseguido la mejor recaudación desde 2018, con, de momento, 74 millones de euros—, y también ha reincidido en la tendencia firme de la presencia de títulos autorales en los principales festivales internacionales, como Cannes, Berlín o Venecia. Pero este años también se ha evidenciado la desafección entre los reconocimientos de los festivales frente a los premios y el público: las ganadoras de la Concha de Oro (O corno, de Jaione Camborda) y la Espiga de Oro (La imatge permanent, de Laura Ferrés) apenas han tenido presencia en las nominaciones ni han recibido el respaldo masivo de las salas.