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Crítica de 'Modelo 77', nominada a mejor película: Alberto Rodríguez levanta las alfombras de la Transición
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Crítica de 'Modelo 77', nominada a mejor película: Alberto Rodríguez levanta las alfombras de la Transición

Basado en muchas historias reales, el último 'thriller' político-carcelario del director sevillano recupera la historia de la Cooperativa de los Presos en Lucha (Copel)

Foto: Miguel Herrán y Javier Gutiérrez son los protagonistas de 'Modelo 77'. (Buenavista)
Miguel Herrán y Javier Gutiérrez son los protagonistas de 'Modelo 77'. (Buenavista)

Hacía más de seis años que Alberto Rodríguez no estrenaba en salas de cine. Su última película, 'El hombre de las mil caras' (2016), ganó dos goyas con su adaptación del libro 'Paesa, el hombre de las mil caras', de Manuel Cerdán, sobre uno de los personajes más enigmáticos de la política española de los ochenta y noventa. Desde entonces, las dos temporadas de 'La peste' (2018-2019), en su momento la serie más ambiciosa de la historia de la televisión española, un proyecto descomunal ambientado en la Sevilla del siglo XVI, en medio de una epidemia de, obviamente, peste. Después del desgaste de energía que supuso sacarla adelante, Rodríguez prometió tomarse un tiempo de descanso.

Y ahora regresa con 'Modelo 77', un largo con el que vuelve a sumergirse en las aguas del pasado para tratar de explicar la identidad española en el presente. Junto a su guionista, Rafa Cobos, Rodríguez lleva desde 2005 planeando este 'thriller' político-carcelario basado en miles de historias reales, las de aquellos presos que, en 1977, se asociaron en la Copel (Cooperativa de Presos en Lucha) para pedir la amnistía general, porque consideraban que, en cierta forma, sus condenas eran producto de un régimen político que había desaparecido con la llegada de la Transición.

'Modelo 77' se rodó en la cárcel Modelo, aunque también en un plató en el que construyeron réplicas de las celdas, y es quizás esa sensación de recreación construida la que hace que la película se sienta algo antigua, como de un tipo de cine que antepone la recreación al riesgo. En 'Modelo 77' se nota la ambición, la de llegar al gran público, la de desatar la épica, la de provocar una reflexión social, la de entretener con una historia llena de tensión y de suspense. Pero también se nota la manufactura de una película que favorece los códigos del cine industrial —actores conocidos y resolutivos, grandes diseños de producción— frente a un punto de vista más íntimo y arriesgado. En plano, todo está en su sitio.

placeholder Parte de la película se ha rodado en la cárcel Modelo de Barcelona. (Buenavista)
Parte de la película se ha rodado en la cárcel Modelo de Barcelona. (Buenavista)

Rodríguez repite con Javier Gutiérrez y Jesús Carroza (que siempre consigue dotar a sus personajes de una 'entrañabilidad' irresistible), mientras que ha apostado como protagonista por Miguel Herrán ('A cambio de nada', 'La casa de papel'), que a veces queda eclipsado por los personajes que lo rodean. Herrán interpreta a Manuel, un joven de barrio humilde acusado de haber robado un dinero a la empresa para la que trabaja. Manuel siente que la cárcel no es su lugar, y que él es diferente al resto de presos comunes. Pero su conciencia de clase y su sentido de la justicia lo empujan a que rápidamente se implique con Copel. Su compañero de celda, Pino (Gutiérrez), por el contrario, es un habitual de la cárcel, descreído y solitario, que encuentra su vía de escape en la lectura de novelas de ciencia ficción.

A través de los diferentes personajes que pasan por el corredor, Rodríguez enseña el funcionamiento de una cárcel como La Modelo, uno de los grandes símbolos de la represión franquista, diseñada para que ningún rincón quedase libre de la vigilancia de los funcionarios. Precisamente, estos últimos son la cara materializada de los abusos del régimen con el grupo más excluido de la sociedad. Mientras fuera de aquellos muros celebraban los aires de cambio, intramuros seguían utilizando técnicas caciquiles contra los reclusos: allí convivían mezclados los 'delitos' políticos, morales y los de sangre. Para amplificar la claustrofobia que sienten los protagonistas en un espacio tan reducido, el director opta por mantener durante toda la película el punto de vista, desde dentro, de los protagonistas. Solo vemos lo que ellos ven. Incluso durante las visitas de la hermana de la novia de Manuel (Catalina Sopelana), la cámara se mantiene en la zona de los encarcelados, para no dar un respiro.

placeholder Los funcionarios, el enemigo. (Buenavista)
Los funcionarios, el enemigo. (Buenavista)

La ambición de Cobos y Rodríguez por hacer honor a la historia de los presos de Copel hace que, a veces, los diálogos de la película pequen de excesivamente informativos. La película avanza acompañando la estrategia de los presos para conseguir el apoyo de la sociedad y de los nuevos políticos, para intentar llamar la atención al otro lado del muro. La violencia del filme no es gratuita y refleja casos que se dieron en realidad dentro de las cárceles de España, donde los presos pusieron en riesgo sus propias vidas por la causa.

La sensación en 'Modelo 77' también es la de que se ha querido abarcar demasiado en un metraje ya de por sí largo, de más de dos horas. Parece como que se han quedado secuencias por el camino; es llamativo, sobre todo, cómo resuelve una revuelta y la votación de la Ley de Amnistía. A diferencia de otras películas anteriores de Rodríguez, aquí no se da el ritmo frenético que intenta desentrañar el puzle del misterio político. 'Modelo 77' es una película mucho más sosegada, mucho más basada en hacer justicia con los personajes y los hechos reales, mucho más clásica, en definitiva. 'Modelo 77' viene a levantar las alfombras de la Transición y tiene muy clara su misión.

Hacía más de seis años que Alberto Rodríguez no estrenaba en salas de cine. Su última película, 'El hombre de las mil caras' (2016), ganó dos goyas con su adaptación del libro 'Paesa, el hombre de las mil caras', de Manuel Cerdán, sobre uno de los personajes más enigmáticos de la política española de los ochenta y noventa. Desde entonces, las dos temporadas de 'La peste' (2018-2019), en su momento la serie más ambiciosa de la historia de la televisión española, un proyecto descomunal ambientado en la Sevilla del siglo XVI, en medio de una epidemia de, obviamente, peste. Después del desgaste de energía que supuso sacarla adelante, Rodríguez prometió tomarse un tiempo de descanso.

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