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'Los diarios de Andy Warhol': la serie imprescindible para conocer al icono pop
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SERIE DE NETFLIX

'Los diarios de Andy Warhol': la serie imprescindible para conocer al icono pop

A partir de sus diarios personales y con gran cantidad de imágenes de archivo, la serie de Netflix revive al pintor y 'showman' estadounidense, emblema del 'pop art'

Foto: 'Los diarios de Andy Warhol' reconstruye la voz del artista gracias a la inteligencia artificial. (Netflix)
'Los diarios de Andy Warhol' reconstruye la voz del artista gracias a la inteligencia artificial. (Netflix)

Andy Warhol murió en 1987. Pero hoy parece que está ahí, vivo, al otro lado de la pantalla. La ingente cantidad de metraje, las horas y horas de vídeos caseros, de apariciones televisivas, de imágenes en movimiento le confieren una extraña eternidad, un velo de contemporaneidad, un pulso cardíaco. Su habla, con un deje robótico, traduce desde el más allá sus pensamientos en un ejercicio casi blasfemo y antinatura: más de 30 años después, la serie 'Los diarios de Warhol' ha reconstruido su voz a través de la inteligencia artificial, y la ha puesto a leer, como dice el propio título, los diarios íntimos que escribió a lo largo de 10 años. Y ese timbre metálico, probablemente se acerca más al Warhol que el propio Warhol quiso ser: "Las máquinas tienen menos problemas; me gustaría ser una máquina", dejó escrito.

Sus pensamientos más privados se sobreimponen a esos vídeos y, de pronto, Warhol toma cuerpo y volumen, ya no es un apartado en un libro de Historia del Arte. No es un nombre hueco en la cédula de identidad de un lienzo. De pronto es un hombre frágil. O es un fatuo. O es tremendamente profundo. De pronto está solo. O se siente solo. O se siente muerto. O revive gracias a otros artistas emergentes y jóvenes que le devuelven la vibración después de años perdidos de fiesta en fiesta, rodeado de advenedizos, de vampiros, de famosos de medio pelo que no dejan ni una leve huella en sí mismos.

Netflix ha estrenado este impresionante documento dirigido por Andrew Rossi y producido por Ryan Murphy —y Maya Rudolph, entre otros—, un viaje al interior y los alrededores de un artista que registró su vida de forma obsesiva y compulsiva: desde el intento de asesinato que sufrió en 1968, Warhol grabó todas sus conversaciones de teléfono y contrató como asistente a la escritora Pat Hackett para registrar todo lo que ocurría en su vida; lo que empezó como una agenda para llevar cuestiones laborales acabó como un dietario en el que apuntaba dónde había estado, con quién, qué había ocurrido. Difícilmente podemos encontrar a una personalidad que haya dejado constancia tan minuciosa de su existencia. La gran obra de Andy Warhol fue el propio Andy Warhol.

placeholder Andy Warhol, en otro momento de la serie documental. (Netflix)
Andy Warhol, en otro momento de la serie documental. (Netflix)

Yo no sabía demasiado sobre Andy Warhol más allá de la sopa Campbell, las serigrafías, The Factory, la Velvet Undeground, las películas y los 15 minutos de fama. También conocía las noches en el Studio 54, la eclosión de la fiesta neoyorquina, los 'quaaludes' y alguna cosa más. Y la primera impresión que transmite el personaje de Warhol es frívola e inconsistente. Pero a través de los seis capítulos de alrededor de una hora de 'Los diarios de Andy Warhol', consigue atravesar esa superficie pulida y plástica la figura de un artista clarividente que anticipó la deriva de la cultura pop, la sociedad del espectáculo que diagnosticó Debord, solo que él se la apropió y la utilizó para convertirse en la mercancía, en la imagen proyectada.

Con sus pelucas, sus poses, su maquillaje y su manera ortopédica de presentarse en público, casi marciana, Warhol hizo consigo mismo lo que con su obra. Se fotocopió con pequeñas variaciones a lo largo de su vida. Pasó por muchas etapas en las que se repitió, en las que se dejó llevar por el personaje y por la inercia, por lo que los medios querían de él: vanidad y chismorreos. "Estoy en una época en la que pienso: ¿para qué?, ¿qué es todo esto?, ¿por qué hago esto?, ¿por qué hago lo otro?, ¿para qué? Estoy en una etapa rara en la que pienso que nada significa nada", dejó escrito en sus diarios, que salieron publicados por primera vez en 1989. La serie entrevista hoy a muchos de quienes cruzaron caminos con él, que redefinen a ojos de hoy la trascendencia de Warhol en la cultura contemporánea: Pat Hackett, John Waters, Benjamin Liu —asistente de Warhol—, John Warhola —hermano—, Bianca Jagger, amigos, galeristas, críticos de arte, artistas como Fab 5 Freddy o Lee Quiñones...

placeholder La serie repasa sus orígenes en una familia polaca. (Netflix)
La serie repasa sus orígenes en una familia polaca. (Netflix)

Warhol pasó por una época absolutamente fascinado por las grandes estrellas del nuevo 'mainstream' que nacía en los años sesenta, de pijos, blancos y ricos, para acabar en los ochenta adosándose a las vanguardias callejeras y mestizas, a grafiteros, a pintores del extrarradio, a la contracultura que no se dejaba sobornar por el lujo y la celebridad. Verlo, ya viejo, trabajar codo con codo con Basquiat, revitalizado por su juventud y su energía, volviendo a pintar con pincel —técnica que no había trabajado en décadas—, demuestra que quiso seguir aprendiendo, que entendió el impulso simbiótico y colectivo del arte.

En el aspecto más privado y sentimental del hombre que no quería sentir, encontramos, por el contrario, a una persona insegura, frágil y sumisa, aterrado ante la posibilidad de sentir dolor, de sentirse dejado. En una época en la que la homosexualidad no solo era mal vista, sino que constituía un crimen en algunos lugares de Estados Unidos, se entiende la ambigüedad con la que Warhol se refería a sus relaciones. Se presentaba ante la sociedad como asexual, sin embargo, tuvo varias parejas de largo recorrido y en su obra se refleja su interés por el cuerpo masculino, desde el deseo. La ambigüedad permea incluso en cómo desarrollaba sus relaciones íntimamente. Acomplejado por un físico chocante, por un cuerpo repleto de cicatrices a raíz de los disparos de Valerie Solanas, Warhol mantenía contactos asépticos, algunas veces casi platónicos.

placeholder Una foto íntima de la vida de Warhol. (Netflix)
Una foto íntima de la vida de Warhol. (Netflix)

"Desde fuera podía parecer que la Nueva York gay era una operación mecánica de gente follando y dejándose follar. Eran tipos con barba y camisa de leñador o pantalones de cuero, y él no encajaba en ese perfil ni de lejos. Era consciente de su propio atractivo, que le pesaba mucho desde la infancia. De pequeño se reían de él y se mofaban llamándole Andy 'Nariz Roja' Warhola. Siempre le acomplejó la forma bulbosa de su nariz y la piel irregular". Para él, que siempre buscó la belleza en su arte y que siempre se rodeó de guapos y exitosos debió de ser doloroso saberse indeseado. Por ello se transformó, se cubrió, se transformó. Por ello se transmutó en personaje, se protegió y se escondió. Por eso el niño pobre de Pittsburgh, Pensilvania, hijo de inmigrantes eslovacos, que siempre quería comer sopa Campbell, que nunca encajó en un barrio extremadamente conservador, homófobo y racista, que se obsesionó con los iconos católicos bizantinos —su madre era muy religiosa—, acabó convertido en el gran maestre de los símbolos del capitalismo cultural.

Andy Warhol murió en 1987. Pero hoy parece que está ahí, vivo, al otro lado de la pantalla. La ingente cantidad de metraje, las horas y horas de vídeos caseros, de apariciones televisivas, de imágenes en movimiento le confieren una extraña eternidad, un velo de contemporaneidad, un pulso cardíaco. Su habla, con un deje robótico, traduce desde el más allá sus pensamientos en un ejercicio casi blasfemo y antinatura: más de 30 años después, la serie 'Los diarios de Warhol' ha reconstruido su voz a través de la inteligencia artificial, y la ha puesto a leer, como dice el propio título, los diarios íntimos que escribió a lo largo de 10 años. Y ese timbre metálico, probablemente se acerca más al Warhol que el propio Warhol quiso ser: "Las máquinas tienen menos problemas; me gustaría ser una máquina", dejó escrito.

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