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'Macbeth': Joel Coen en solitario dirige su propio Macbeth
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'Macbeth': Joel Coen en solitario dirige su propio Macbeth

Joel Coen se estrena en solitario con una adaptación de 'Macbeth' interpretada por Denzel Washington y Frances McDormand y que se estrena este 14 de enero en AppleTV

Foto: Denzel Washington es Macbeth en la primera película como director en solitario de Joel Coen. (AppleTV)
Denzel Washington es Macbeth en la primera película como director en solitario de Joel Coen. (AppleTV)

El primer acto emancipatorio de Joel Coen como cineasta soportaba sobre sí el mayor de los pesos. La tragedia que supuso la separación de los hermanos Coen —'los hermanos Coen', como un único ente bicéfalo—, dos de los mejores retratistas de las contradicciones e ironías de la sociedad estadounidense, arrastró también la duda maliciosa sobre las capacidades de cada uno de ellos. Que su reivindicación como unidad haya pasado por adaptar a Shakespeare, posiblemente el 'guionista' con más créditos —en IMdB aparece en 1.646 títulos— ha significado a la vez un reto y quizás un capricho, tanto para él en su papel de director como para Frances McDormand en su rol de Lady Macbeth. ¿Qué actor estadounidense no ansía interpretar a Shakespeare, retroceder a las raíces de la cultura anglosajona? Es difícil encontrar un argumento más allá del poder y del querer para justificar una nueva versión del clásico después de las de Orson Welles, Polanski o Béla Tarr, entre muchas otras.

Pero, absolutamente alejado del tono de cualquiera de sus anteriores películas, Joel Coen ha conformado su propio 'Macbeth' entre la pesadilla y el proscenio. Se estrena, por cierto, directamente en Apple TV, una decisión que disminuye la épica visual de la gran pantalla. Rodada en blanco y negro y en formato académico, que es el que se empezó a utilizar en la época del cine silente y se asentó como estándar en los años 30, el universo que recrea el director es opresivo y oscuro, fantasmal y muchas veces violento, lleno de contrapicados, fuertes contraluces, cuidadísimas composiciones y escenarios expresionistas. Al contrario que en el cine primigenio, la cámara se mueve saliendo al paso de los personajes, pero el resultado no es sensual, sino hasta angustioso. Y Coen demuestra que su narrativa visual es impecable e implacable. Dentro de sus planos encontramos a Dreyer —'Ordette', 'Juana de Arco', 'Dies Irae'— y a Bergman —'El séptimo sello'—, una vuelta a los clásicos, a los grandes pilares del cine. Sus exteriores reconstruidos en interiores reafirman una sensación buscada de representación, de sueño, de irrealidad. Y emparenta la película, de nuevo, con la ficción más clásica.

placeholder Joel Coen emula a Dreyer en su primera película en solitario. (AppleTV)
Joel Coen emula a Dreyer en su primera película en solitario. (AppleTV)

Antes de dirigir su 'Macbeth' en 1948, Orson Welles adaptó en teatro la obra en 1936 para el Federal Theatre Project, un organismo que buscaba, tras la Gran Depresión, empujar la creación teatral. Y en aquella ocasión traslado la acción de Escocia al Caribe y contrató un reparto entero de actores negros, lo que supuso una revolución. Casi noventa años después, Coen elige como su protagonista a un actor afroamericano, Denzel Washington, quien además ha demostrado en los últimos tiempos elegir cuidadosamente sus apariciones frente a la gran pantalla —10 en la última década— y combinar la acción más impenitente con adaptaciones de las tablas al cine, como en el caso de 'Fences', que protagonizó y dirigió.

Como demostró en 'Fences', la vena declamatoria y teatral de Washington puede ser muy marcada, pero, en 'Macbeth', consigue no cruzar la línea de la pompa. Su Macbeth tampoco es un villano evidente, sino un personaje con aristas cuya ambición no queda tan expuesta ni resulta extremadamente maniquea. Es más, al principio existe la duda sobre los planes que lo podrían convertir en el rey de Escocia. Frente a él, Frances MacDormand, siempre acertada con una Lady Macbeth dura y hierática, que se desenvuelve en esos escenarios laberínticos y elevados. En otras ocasiones, los escenarios son apenas una idea minimalista, un símbolo, una nada velada con el humo de la abstracción. Una de las primeras secuencias en las que se nos presenta a Macbeth es la del caballero atravesando la niebla hasta un primer primerísimo plano dramático, como declaración de intenciones absoluta. Todo gracias a las composiciones de Coen, el diseño de producción de Stefan Dechant y la fotografía de Bruno Delbonnel. Del expresionismo alemán a la simplificación máxima tanto en cuestiones de luz como de forma, pasados por un tamiz medieval.

placeholder Frances McDormand es Lady Macbeth. (AppleTV)
Frances McDormand es Lady Macbeth. (AppleTV)

En esta historia de sed de poder y locura, todo comienza con la victoria del caballero Macbeth en el campo de batalla. A pesar de ello, es un Macbeth crepuscular —por edad—, pero que se resisten a darse por vencido en sus aspiraciones cuando Duncan, el rey de Escocia (Brendan Gleeson), lo nombra señor de Cawdor por haberlo ayudado a repeler una rebelión. Este nombramiento lo habían vaticinado las brujas (interpretadas por Kathryn Hunter), que le inocula la idea de poder llegar a sustituir al propio rey, aunque este prepare como sucesor al díscolo de su hijo (Harry Melling). Las intrigas palaciegas, la locura, los sortilegios y la muerte acompañan entonces de la mano a los Macbeth.

Si al principio Macbeth tiene remilgos a la hora de perpetrar su misión sucesoria —no es un sádico impasible, sino un superviviente—, rápidamente se deja arrastrar hacia la defenestración. Aparecen sus inseguridades, se manifiestan más profecías por parte de las brujas que hacen que el mundo alrededor de Macbeth sea confuso y hostil y, en esa confusión trasladada a las imágenes vemos el descenso a los infiernos de un hombre angustiado por la necesidad del éxito. Tanto la apuesta visual como conceptual de Coel es todo lo radical que un autor de masas puede ser. Y, sobre todo, demuestra una faceta hasta ahora desconocida del cineasta: no solo ha desplegado una voz propia, sino varias voces propias que lo alejan del 'estilo Coen'. Muchas de las películas de los hermanos hablaban ya sobre el destino, sobre el desencadenante de la tragedia. Pero ahora Joen se muestra sin un ápice de la sátira y la ironía marca de la casa, sino solemne. Muy solemne. Y también funciona. Y cómo.

El primer acto emancipatorio de Joel Coen como cineasta soportaba sobre sí el mayor de los pesos. La tragedia que supuso la separación de los hermanos Coen —'los hermanos Coen', como un único ente bicéfalo—, dos de los mejores retratistas de las contradicciones e ironías de la sociedad estadounidense, arrastró también la duda maliciosa sobre las capacidades de cada uno de ellos. Que su reivindicación como unidad haya pasado por adaptar a Shakespeare, posiblemente el 'guionista' con más créditos —en IMdB aparece en 1.646 títulos— ha significado a la vez un reto y quizás un capricho, tanto para él en su papel de director como para Frances McDormand en su rol de Lady Macbeth. ¿Qué actor estadounidense no ansía interpretar a Shakespeare, retroceder a las raíces de la cultura anglosajona? Es difícil encontrar un argumento más allá del poder y del querer para justificar una nueva versión del clásico después de las de Orson Welles, Polanski o Béla Tarr, entre muchas otras.

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