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'Fast & Furious 9': acción sin frenos y sin ningún sentido
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'Fast & Furious 9': acción sin frenos y sin ningún sentido

El director Justin Lin confirma su singular habilidad a la hora de orquestar vistosas escenas de acción... sin orden ni concierto

Foto: Dominic Toretto (Vin Diesel).
Dominic Toretto (Vin Diesel).

A estas alturas, lo que se le debería pedir a una nueva entrega de la serie cinematográfica ‘Fast & Furious’ no es mucho: que incluya buenas secuencias de acción a poder ser llenas de coches carísimos, que incluya varios discursos en favor de la familia y, por favor, que no sea tan mala como ‘Fast & Furious 8’, que por algún motivo ninguneó los rasgos definitorios de la saga y a cambio se contentó con ser un tedioso sucedáneo de una aventura cualquiera de James Bond.

‘Fast & Furious 9’, el primer 'blockbuster' que ve la luz desde el estreno de ‘Star Wars: el ascenso de Skywalker’ en diciembre de 2019 —esto es, si entendemos un ‘blockbuster’ como el tipo de película que exige ser vista en la pantalla más grande posible para tener el más mínimo sentido— también se parece al cine de 007, pero lo hace sin olvidar las particularidades de su propia genealogía. Por de pronto, está tan entregada a recordarnos el valor de la familia que parte de su base argumental es el trauma que llevó al estólido héroe Dom Toretto (Vin Diesel) a dar tanta importancia a la sagrada institución; es, pues, una historia de venganza shakespeariana entre dos hermanos, Dom y Jakob (John Cena), que pelean alrededor del planeta. Los vemos pelear en tejados, a través de edificios y dentro de coches —todo eso en el transcurso de una misma escena—, y una sucesión de 'flashbacks' nos revelan qué pasó en el pasado entre ambos, y la razón por la que uno de ellos se convirtió en un villano mientras el otro se consagraba como el mejor mecánico de coches tuneados, secuestrador de camiones, agente secreto y entusiasta de las barbacoas que el mundo occidental ha conocido jamás.

Durante sus dos horas y media de metraje, la película trata de desarrollar ese y otros hilos narrativos aunque, eso sí, ni hace falta entenderlos ni es realmente posible porque muy poco de lo que sucede en la película tiene sentido narrativo o explicación lógica. En realidad, no son más que excusas para permitir que Dom y su banda viajen a diferentes ciudades y salven a la humanidad, y para que entretanto nos ofrezcan una colección de escenas vistosas y un par de miles de referencias a la importancia de ya-sabemos-qué.

De nuevo al frente de la saga —ya lo estuvo entre su tercera y sexta entrega—, el director Justin Lin confirma su singular habilidad a la hora de orquestar vistosas escenas de acción, y lo hace recuperando un elemento que el universo ‘Fast & Furious’ parecía haber dejado de lado en las películas inmediatamente anteriores a esta: los coches. En ese sentido, podría afirmarse que ‘FF9’ es algo parecido a un regreso a la esencia pese a que, al mismo tiempo, es muy absurdo decir algo así de una película que incluye una persecución a toda velocidad en plena jungla centroamericana, arrastra, sacude y voltea coches usando electroimanes o los convierte en émulos de Tarzán o, en la escena que finalmente cumple lo que los fans llevaban años pidiendo, pone un Pontiac en órbita.

Los personajes no pueden estar más de 10 minutos de metraje sin recordarse los unos a los otros cuánto importa la familia

El problema es que la distancia que separa cada uno de esos ‘highlights’ del siguiente es tan larga como la autopista en la que transcurría el clímax de ‘Fast & Furious 6’. Y, entretanto, como de costumbre en la saga, el relato tiene la mala costumbre de coquetear con el melodrama, en parte porque los personajes no pueden estar más de 10 minutos de metraje sin recordarse los unos a los otros cuánto importa la familia. Dom, en concreto, se pasa la película atormentándose por el pasado y, en su piel, Diesel se esfuerza por envolver al personaje de un aire de misticismo y solemnidad que a buen seguro resulta mucho más risible de lo que él cree. En última instancia, además, los intentos de generar verdadera emoción se ven saboteados por la autoconsciencia que la saga ha llegado a adquirir con el paso de los años, a medida que abandonaba toda conexión con el mundo real y las leyes de la física. En ‘FF9’ los personajes son tan increíblemente poderosos que hasta bromean entre sí sobre el hecho de que tal vez sean inmortales.

Inevitablemente, ser la novena entrega —o la décima, si tenemos en cuenta el ‘spin-off’ ‘Fast & Furious: Hobbs & Show’ (2019)— de una serie cinematográfica que ya tiene 20 años de vida tiene otras consecuencias. La trama, por ejemplo, incluye más héroes y villanos de los que puede permitirse manejar, y eso en parte explica que, pese a llevar ya dos películas incorporada a la saga, Charlize Theron todavía no haya encontrado nada mínimamente interesante o entretenido que hacer dentro de ella —en esta ocasión se pasa el metraje encerrada dentro de una celda de plexiglás, embutida en unos pantalones de cuero rojo—; y, en general, pese al empeño que Lin pone en dejarnos boquiabiertos en las escenas de acción, llegada a este punto la saga no puede evitar moverse con el piloto automático. De nuevo, en ‘FF9’ los enemigos de Dom Toretto se convierten en aliados, y personajes que creíamos muertos reaparecen dando explicaciones poco convincentes. ¿Quiere usted saber cómo? Muy sencillo: como siempre.

A estas alturas, lo que se le debería pedir a una nueva entrega de la serie cinematográfica ‘Fast & Furious’ no es mucho: que incluya buenas secuencias de acción a poder ser llenas de coches carísimos, que incluya varios discursos en favor de la familia y, por favor, que no sea tan mala como ‘Fast & Furious 8’, que por algún motivo ninguneó los rasgos definitorios de la saga y a cambio se contentó con ser un tedioso sucedáneo de una aventura cualquiera de James Bond.

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