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'Shorta': policías perseguidos, violencia y acción salvaje
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'Shorta': policías perseguidos, violencia y acción salvaje

Anderrs Ølholm y Frederik Louis Hviid dirigen un relato que trata de funcionar a la vez como ‘thriller’ trepidante y reflexión sobre la brutalidad y el racismo policiales

Foto: La policía contra el barrio, en el 'thriller' danés 'Shorta'. (Caramel)
La policía contra el barrio, en el 'thriller' danés 'Shorta'. (Caramel)

“No puedo respirar”, grita repetidamente un muchacho de 19 años llamado Talib Ben Hassi al principio de ‘Shorta. El peso de la ley’, mientras los agentes que acaban de detenerlo le aplastan la cara contra el suelo. Y al contemplar la escena resulta inevitable acordarse de las muertes de Eric Garner y George Floyd, que pronunciaron esas mismas palabras antes de morir a manos de policías blancos, y de que el movimiento Black Lives Matter lo adoptara en Estados Unidos para protestar contra el racismo institucionalizado. La película, eso sí, no está ambientada allí sino en Copenhague, Dinamarca, en cuyas calles empieza a vivirse una tensión creciente mientras el joven se debate entre la vida y la muerte en el hospital. Y sus directores, Anderrs Ølholm y Frederik Louis Hviid, toman esa situación como punto de partida de un relato que trata de funcionar a la vez como ‘thriller’ trepidante y reflexión sobre la brutalidad y el racismo policiales mientras evoca títulos como ‘Asalto a la comisaría del Distrito 13’ (1976), ‘Los amos de la noche’ (1979), ‘Training Day’ (2005) y ‘Los miserables’ (2019).

Para ello acompañan a otros dos policías, que parecen formar una pareja arquetípicamente extraña. Mike Andersen (Jacob Lohmann) es un agente veterano que ha sido insensibilizado y corrompido por las miserias consustanciales a la profesión, y que para ejercerla no solo exhibe verbalmente sus prejuicios raciales y religiosos, sino que no duda en ejercer la fuerza física injustificada sobre aquellos a quienes percibe como una amenaza, generalmente gente con un color de piel más oscuro que el suyo; Jens Høyer (Simon Sears), por su parte, es más joven e idealista, y está claro que se precia de su propia decencia como ser humano y como defensor de la ley a pesar de que, aunque más por omisión que por acción, forma parte del mismo sistema corrupto que su compañero.

placeholder Otro momento de 'Shorta'. (Caramel)
Otro momento de 'Shorta'. (Caramel)

Ambos pasan la mayor parte de la película dentro de Svalegården, un barrio de la ciudad inventado por los directores en el que tanto el índice de criminalidad como el de población perteneciente a minorías es especialmente elevado. Han entrado en él en persecución de un coche sospechoso y, poco después de que Andersen haya hecho gala de sadismo arrestando a un chico inmigrante, Amos (Tarek Zayat), se anuncia la muerte de Talib Ben Hassi. En cuanto las revueltas derivadas de la noticia convierten el distrito en una zona de guerra y a ellos en el enemigo, abandonados por un mando incapaz de enviarles refuerzos, los agentes deberán abrirse paso a través de un territorio hostil mientras lidian con su prisionero, enfrentándose mientras tanto no solo el uno con el otro, sino también consigo mismos y con una comunidad mucho más compleja de lo que ellos creen.

A partir de entonces, Ølholm y Hviid se esfuerzan por acumular ironías sobre una situación —los perseguidores se convierten en presa— ya de por sí bien cargada de ese ingrediente. De entrada, entre los policías tiene lugar un intercambio de roles: el fascista empieza a mostrar signos de empatía y compasión hacia aquellos para quienes solo había sentido desprecio, y el que se cree en posesión de la autoridad moral comete un acto terrible. Asimismo vemos cómo una parte de los vecinos, conscientes de las desastrosas consecuencias que tendría la muerte de un agente en el barrio, protegen a los intrusos de la otra parte, que les quiere dar caza, y a Andersen experimentar de primera mano lo que siente una víctima del racismo. Vemos a los habitantes del lugar hacer el trabajo que le correspondería a la policía, y a los defensores de la ley recurriendo a modos mafiosos.

placeholder Otro fotograma de la película. (Caramel)
Otro fotograma de la película. (Caramel)

Sobre el papel, el objetivo de ‘Shorta’ parece ser la exploración tanto de las psicologías y las circunstancias sistémicas que provocan los prejuicios y la violencia policiales como de sus efectos sociales, pero en la práctica Ølholm y Hviid parecen conformarse con usar esas intenciones como mero vehículo a bordo del que exhibir sus habilidades a la hora de generar intriga y a la de orquestar secuencias de acción musculosas. Y lo cierto es que sacan un gran partido al intrincado espacio urbano en el que la caza tiene lugar, guiándonos con energía a través de callejones, pasos subterráneos, aparcamientos, bloques de apartamentos y comercios saqueados y echando mano de una cinematografía que recurre a las luces y las sombras, y los destellos provocados por los disparos y las llamas, para crear una atmósfera ‘noir’. Pero cuanto más tiempo dedica ‘Shorta’ a funcionar exclusivamente como eficaz cine de género —y es indudable que lo logra—, más lamentable resulta que sus directores no encuentren la manera, o la verdadera voluntad, para usar las posibilidades temáticas que su premisa automáticamente proporciona para distinguirla de otros muchos entretenimientos, sólidos e intrascendentes.

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“No puedo respirar”, grita repetidamente un muchacho de 19 años llamado Talib Ben Hassi al principio de ‘Shorta. El peso de la ley’, mientras los agentes que acaban de detenerlo le aplastan la cara contra el suelo. Y al contemplar la escena resulta inevitable acordarse de las muertes de Eric Garner y George Floyd, que pronunciaron esas mismas palabras antes de morir a manos de policías blancos, y de que el movimiento Black Lives Matter lo adoptara en Estados Unidos para protestar contra el racismo institucionalizado. La película, eso sí, no está ambientada allí sino en Copenhague, Dinamarca, en cuyas calles empieza a vivirse una tensión creciente mientras el joven se debate entre la vida y la muerte en el hospital. Y sus directores, Anderrs Ølholm y Frederik Louis Hviid, toman esa situación como punto de partida de un relato que trata de funcionar a la vez como ‘thriller’ trepidante y reflexión sobre la brutalidad y el racismo policiales mientras evoca títulos como ‘Asalto a la comisaría del Distrito 13’ (1976), ‘Los amos de la noche’ (1979), ‘Training Day’ (2005) y ‘Los miserables’ (2019).

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