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'El agente topo': el fascinante documental chileno-español sobre la vejez que apunta al Oscar
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'El agente topo': el fascinante documental chileno-español sobre la vejez que apunta al Oscar

Este documental atípico dirigido por Maite Alberdi y protagonizado por Sergio Chamy, un anciano metido a espía, compite por la estatuilla que se entrega el 25 de abril

Foto: Sergio es el protagonista de 'El agente topo', el documental chileno dirigido por Maite Alberdi. (BTeam)
Sergio es el protagonista de 'El agente topo', el documental chileno dirigido por Maite Alberdi. (BTeam)

"¿Esto es un documental o una película de ficción?", es casi lo primero que se plantea el espectador al enfrentarse a 'El agente topo', el último film de la directora chilena Maite Alberdi que, después de empezar su andadura en el Festival de Sundance de 2020 y de una temporada de premios más que prolífica —salvo, inexplicablemente, en el caso de los Goya—, competirá el 25 de abril por el Oscar a mejor documental. Con esta coproducción chilenoespañola, Alberdi ha desdibujado aún más si cabe las débiles fronteras entre la ficción y la no ficción, disciplinas cada vez más híbridas, más interconectadas gracias a unos códigos flexibles y mutantes, lo que exige al creador un mayor esfuerzo formal para encontrar nuevas maneras de narrar historias. La ficción busca parecerse a la realidad, mientras la realidad busca parecerse a las películas.

"¿Cómo es posible que esto sea un documental?", es casi lo segundo que se plantea el espectador al enfrentarse a 'El agente topo'. Desde que empezó a dirigir largometrajes en 2011, esta cineasta chilena se ha comprometido exclusivamente con el género documental, pero siempre buscando una voz fuera de las convenciones. En 'El agente topo', Alberdi se apoya en un estilo cercano al 'noir', al cine de investigaciones, para cuestionar el lugar que ocupan las personas ancianas en la sociedad actual, muchos de ellos abandonados en residencias de ancianos, sin apenas visitas y con el único calor emocional de los trabajadores y los compañeros del centro, conformando una familia involuntaria.

placeholder 'El agente topo' empezó su andadura con la selección en Sundance. (BTeam)
'El agente topo' empezó su andadura con la selección en Sundance. (BTeam)

Todo lo que ocurre en pantalla es real, aunque parezca imposible. Aunque es inevitable —y el film no lo esconde— una autoconsciencia tanto de los protagonistas como de la autora que derivan en una teatralidad buscada, también reforzada por unos hechos reales que rozan la inverosimilitud: una agencia de detectives chilena contrata a ancianos jubilados para infiltrarlos en las residencias de ancianos para que las familias de los internos se cercioren de que están siendo bien o mal cuidados. No son pocas las veces en las que casos de maltrato en este tipo de centros han saltado a las portadas de los periódicos en un momento en el que la movilidad laboral y las jornadas de trabajo infinitas dificultan que los núcleos familiares puedan facilitar los cuidados de sus mayores.

Alberdi comienza rodando los 'castings' para encontrar, a su vez, al anciano que se infiltrará en la residencia y a quien será el protagonista de su película: Sergio Chamy, un octogenario en plenas facultades, entrañable y empático que es el gran aval del film. Como si de una comedia se tratara, observamos cómo Chamy se prepara su papel de espía con las consiguientes dificultades a la hora de manejar las tecnologías: cómo hacer una videollamada, cómo grabar un vídeo, cómo mandar una nota de voz. Pero bajo la risa subyace el drama de una generación para la que el mundo hipertecnológico de hoy resulta hostil y que cada vez los desconecta más de su entorno y los recluye en esas reservas de ancianos que, al menos, son una réplica inexacta y decadente del tiempo al que pertenecen.

placeholder 'El agente topo' reflexiona sobre el trato que la sociedad da a sus ancianos. (BTeam)
'El agente topo' reflexiona sobre el trato que la sociedad da a sus ancianos. (BTeam)

Chamy, integrado como un residente más, debe encontrar a la madre de una de las clientas de la agencia de detectives, que sospecha que a su madre la descuidan y que se plantea denunciar a los gestores del centro. Mientras Chamy encuentra a la paciente y registra todos sus movimientos en un cuaderno de bitácora, el espectador se permite pasear por los pasillos del lugar y vivir de segunda mano el día a día de los internos. Algunos, en sus plenas facultades, conscientes de que han sido apartados como muebles viejos y ansiosos de crear dentro los vínculos que se les niegan fuera, incluso anhelando un romance de senectud.

Otros, en ese limbo que es el Alzheimer temprano, cuando los periodos de desmemoria se entrelazan con destellos de lucidez en los que la persona es dolorosamente consciente de su deterioro —en este sentido Alberdi capta un momento realmente trágico—. Y quienes quedan están en un estado de demencia tal que incluso sufren regresiones a la infancia, provocando situaciones tan cómicas como dramáticas. Porque lo que consigue la directora es un tono tan heterogéneo como la vida real, pero tratado con una delicadeza que no permite que el vínculo emocional con los protagonistas —personas reales y no actores, aunque en ciertos momentos se nos olvide— se corte.

placeholder Otro momento de 'El agente topo'. (BTeam)
Otro momento de 'El agente topo'. (BTeam)

De la mano de Chamy, la película descubre las vidas pasadas de los residentes y las entrelaza con las rutinas presentes. Conversación a conversación, el espectador y el protagonista van conociendo a los compañeros de viaje. Y el agente topo se da cuenta de que todo el tiempo y el dinero que invierten esas familias en contratar sus servicios es realmente una forma de acallar su conciencia por no invertir ese tiempo directamente en sus allegados. Pero también la tarea le sirve a él mismo para reafirmarse en su utilidad: por fin, desde que enviudó, tiene un cometido por el que levantarse cada mañana. Porque también otro de los defectos de nuestro sistema demográfico ha sido insistir en la incapacidad de nuestros mayores, en despojarlos de cualquier aportación que todavía pueden hacer a la comunidad, obsesionados como estamos con la productividad económica y olvidándonos de valores no monetizables.

Sin darse importancia y desde la emoción, Alberdi apela a cada uno de los espectadores para que se sincere sobre la relación que mantenemos cada uno con nuestros mayores, de quienes no percibimos la vida interior que les queda, las posibilidades de felicidad incluso a pesar de las dificultades físicas y psicológicas. 'El agente topo' por fin escucha a quienes hemos dado ya por perdidos, a quienes hemos desahuciado.

"¿Esto es un documental o una película de ficción?", es casi lo primero que se plantea el espectador al enfrentarse a 'El agente topo', el último film de la directora chilena Maite Alberdi que, después de empezar su andadura en el Festival de Sundance de 2020 y de una temporada de premios más que prolífica —salvo, inexplicablemente, en el caso de los Goya—, competirá el 25 de abril por el Oscar a mejor documental. Con esta coproducción chilenoespañola, Alberdi ha desdibujado aún más si cabe las débiles fronteras entre la ficción y la no ficción, disciplinas cada vez más híbridas, más interconectadas gracias a unos códigos flexibles y mutantes, lo que exige al creador un mayor esfuerzo formal para encontrar nuevas maneras de narrar historias. La ficción busca parecerse a la realidad, mientras la realidad busca parecerse a las películas.

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