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'Lux Aeterna': Gaspar Noé quema a sus actrices en una hoguera estroboscópica
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'Lux Aeterna': Gaspar Noé quema a sus actrices en una hoguera estroboscópica

El francés repite la estrategia de 'Clímax' de sumergirnos en una espiral caótica que tiende hacia al colapso, pero no llega a convulsionarnos como en su filme anterior

Foto: Gaspar Noé cuenta su propia visión de la quema de brujas en 'Lux Aeterna'.
Gaspar Noé cuenta su propia visión de la quema de brujas en 'Lux Aeterna'.

En una de las secuencias más populares de 'La noche americana', François Truffaut recrea el típico momento de un rodaje en que se repite una y otra vez la misma toma. Presenta así a todos los profesionales involucrados en un proceso de filmación, del director de fotografía a la 'script', pasando por los productores. El francés celebraba en 'La noche americana' el cine como trabajo colaborativo bajo la batuta de un realizador. Hasta el punto de que esta secuencia culmina con un plano general elevado de ese universo ficticio que ha alcanzado su armonía a través de la orquestación por parte del director-demiurgo de todas las fuerzas allí implicadas. En 'Lux Æterna' —distribuye Filmin en salas de cine—, Gaspar Noé nos sirve la cruz oscura de esta cara luminosa del cine dentro del cine: el rodaje de un filme sobre brujería que deriva en un 'cafarnaúm' malrollero donde las presiones, las intrusiones y el instinto depredador de los hombres del equipo y del entorno acaban devorando la labor de la directora y de las actrices.

En el arranque de este proyecto auspiciado por la firma de moda Yves Saint Laurent, Noé encadena imágenes de 'Häxan. La brujería a través de los tiempos' (1922), de Benjamin Christensen, y de 'Dies Irae' (1943), de Carl Theodor Dreyer, dos títulos daneses clásicos sobre la quema de mujeres acusadas de brujería. Pero no se queda en la reivindicación de figuras como la de Dreyer como pionero en la denuncia de estas formas históricas e institucionalizadas de violencia machista. Noé añade un giro socarrón, una anécdota del rodaje de 'Dies Irae' que relata cómo el director danés dejó colgada en la estaca durante dos horas a la actriz veterana que interpretaba a una supuesta bruja para conseguir extraerle ese gesto de terror extremo que transmite su rostro justo antes de que la lancen a la hoguera. Tras mostrar cómo el cine ha representado la violencia contra las mujeres, el director nos hace conscientes también de la complicidad del séptimo arte en la explotación del dolor femenino.

placeholder Un momento de la última película de Gaspar Noé. (Filmin)
Un momento de la última película de Gaspar Noé. (Filmin)

Noé entronca en 'Lux Æterna' con una fértil tradición de cineastas que han puesto de manifiesto la naturaleza sadomasquista del dispositivo cinematográfico, tanto en el proceso de creación y en las relaciones de poder entre director y actrices, como en el vínculo que establecemos los espectadores con unas películas que nos proporcionan una experiencia de catarsis emocional a partir de ver en pantalla el sufrimiento de las protagonistas. El cineasta expone esta evidencia desde cierto humor negro. Y con la conciencia de que él también está ejerciendo al mismo tiempo de crítico y de explotador de tal escenario. Para muestra, escenas como aquella en que las dos modelos que participan en el filme, Abbey Lee y Mica Argañaraz, se ven obligadas a desnudarse sin la seguridad necesaria que las proteja de las miradas del resto de personas en el plató... y de la del objetivo del propio director.

Tras el prólogo, la película da paso a la conversación que mantienen en la actualidad dos actrices que se interpretan a sí mismas, Beatrice Dalle y Charlotte Gainsbourg, en una pausa del rodaje de este filme sobre brujería que dirige la primera y protagoniza la segunda. En su charla cómplice, ambas comparten momentos en que se han sentido vulnerables en el contexto cinematográfico. Dalle rememora como su peor recuerdo cuando encarnó a una bruja en 'El aquelarre', de Marco Bellocchio, y tuvo que pasearse desnuda ante la mirada de cientos de hombres. La intimidad de la charla se ve interrumpida por la aparición de dos moscones y la reanudación del rodaje.

placeholder Otro momento de 'Lux Aeterna'. (Filmin)
Otro momento de 'Lux Aeterna'. (Filmin)

El director de 'Clímax' reincide entonces en otra de sus coreografías del caos, en que los personajes se sumergen en una progresiva espiral de destrucción. Con la diferencia de que aquí su misantropía apunta al propio medio en el que se mueve, y ofrece una de las miradas más cómicamente negras y desidealizadoras del cine desde dentro que hemos visto en pantalla. Lejos de avanzar por el buen camino, el rodaje de la película de Beatrice Dalle va acumulando tensiones y tropiezos como un tren a punto de descarrilar. Con la directora al borde del colapso, la mayoría de integrantes del equipo se muestran además más dispuestos a boicotearla que a ayudarla. Y se acerca el momento de filmar la quema en la hoguera de las brujas, encuadrada además como una revisión femenina de la crucifixión de Cristo junto a los dos ladrones...

placeholder Cartel de 'Lux Aeterna'.
Cartel de 'Lux Aeterna'.

La larga lista de referencias que el director hace explícitas en los créditos finales acaba con la famosa frase de Luis Buñuel de 'Soy ateo gracias a Dios'. El francés de origen argentino ha invocado más de una vez las enseñanzas del director español y el tramo final de 'Lux Æterna' pretende, como lo hizo en su momento la navaja de 'Un perro andaluz', herir la mirada del espectador en un sentido cuasi físico. Noé, que siempre intenta inducirnos a través de sus películas a estados alterados de conciencia, acude aquí a un despliegue de efectos estroboscópicos a modo de hoguera que consume a las actrices y ataca los sentidos del espectador. Lejos de provocarnos ese éxtasis epiléptico que se evoca en una cita de Dostoievski, el juego de luces y sonidos apenas nos genera un ligero aturdimiento. Pero más que por esta búsqueda un poco simplona del efecto 'shock', 'Lux Æterna' se disfruta por su relectura irónica del papel de la violencia hacia las mujeres en la persecución del sublime cinematográfico.

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