'Retrato de una mujer en llamas': emocionante pasión lésbica
Céline Sciamma firma una de las grandes historias de amor de la temporada, el retrato de dos mujeres que descubren su atracción mutua durante el proceso de pintar un cuadro
Quizá 'Vértigo' también sea la mejor película de una larga lista en que una protagonista femenina no consigue estar a la altura de su retrato. En el fondo, el filme de Alfred Hitchcock plasma la tragedia de Judy (Kim Novak), una muchacha sencilla que se enamora de un hombre, Scottie (James Stewart), a su vez obsesionado con la imagen/fantasma de otra mujer que no existe, Madeleine. La Judy de carne y hueso no puede competir con el recuerdo de esa Madeleine que ella misma interpretó.
En 'Retrato de una mujer en llamas', en la Francia del siglo XVIII, mucho antes de que se inventara el cine y se popularizara la fotografía, la pintora Marianne (Noémie Merlant) recibe el encargo de realizar el retrato de una muchacha de familia acomodada, Héloïse, como regalo a su futuro prometido, que nunca la ha visto. Recién salida del convento, la chica se niega a posar. De forma inconsciente, Héloïse tiene claro hasta qué punto el arte también ha funcionado como herramienta de control y opresión de las mujeres. Resistirse a ser dibujada es la única arma de que dispone para oponerse a un matrimonio concertado. Así, la pintora Marianne al principio también procede como una vigilante de la joven.
Más adelante, cuando Marianne y Héloïse han iniciado ya una historia de amor, ambas discuten sobre Orfeo y Eurídice. ¿Por qué un hombre capaz de descender a los infiernos para rescatar a su amada la acaba condenando por un gesto tan evitable? Marianne propone una teoría muy lúcida. Orfeo no ha actuado como un enamorado impulsivo sino como un poeta: prefiere fijar la imagen de un recuerdo que convivir con la persona que lo inspira. El imaginario de este mito clásico se filtrará en la relación entre ambas protagonistas.
La chispa que enciende la pasión entre Marianne y Héloïse surge del proceso artístico. Obligada a dibujar a Héloïse sin que ella lo sepa, Marianne la acompaña en sus paseos y observa con atención sus rasgos y sus gestos hasta enamorarse del objeto de su cuadro clandestino. Ya desde su arranque, 'Retrato de una mujer en llamas' revisa en clave feminista y a través de esta historia de amor las dinámicas tradicionales entre el artista y la persona que le inspira. En el prólogo del filme, se nos presenta a Marianne dando clases de pintura a sus alumnas. Ella actúa al mismo tiempo como artista, profesora y modelo para las estudiantes, desbaratando la idea de que la mujer solo ha ejercido de objeto de la obra artística.
'Retrato...' revisa en clave feminista y con una historia de amor las dinámicas tradicionales entre el artista y la persona que le inspira
Céline Sciamma visibiliza en su filme la figura de la mujer pintora, recurrente en la sociedad de la época a través de estos trabajos de 'encargo' pero también oculta tras las firmas masculinas de familiares y parejas que prestaban su nombre para la exhibición pública de las obras más creativas o personales de ellas. La cineasta, además, reformula el vínculo tradicional entre artista y musa para situarlo en un plano de mayor igualdad y colaboración. Aunque Marianne no deje de ser la única ejecutora del retrato de Héloïse, la joven no queda reducida a una mera fuente de inspiración pasiva. También expresa de forma activa sus sentimientos y obliga a Marianne a repintar su rostro después de una aguda crítica a una primera obra final propia de una pintora funcionaria más que de una artista. Aunque el objetivo de ese retrato siga siendo sellar el matrimonio no deseado de Héloïse, las dos mujeres superan esta fatalidad y aprovechan las circunstancias para vivir intensamente su amor. Al fin y al cabo, es este contexto lo que las empuja a observarse atentamente, a pasear acompañadas la una de la otra, a profundizar en su intimidad y a fijar sus gestos en la memoria.
Hacia al final del filme, cuando queda claro que no podrán continuar su relación, es también Héloïse quien propicia convertirse en la Eurídice de Marianne: si no puede ser la pareja de la Marianne enamorada, al menos será el más hermoso recuerdo de la Marianne artista. Su gesto contribuye a que la pintura que realice más tarde Marianne sobre este mito clásico se diferencie del resto de cuadros con el mismo motivo por cómo pone en escena el último momento entre Orfeo y Eurídice, con los dos personajes cara a cara en un plano de igualdad.
Pionera del cine lésbico, 'queer' y feminista de nueva ola en Francia con títulos como 'Naissance des pieuvres' (2007), 'Tomboy' (2011) y 'Girlhood' (2014), Sciamma sitúa a sus protagonistas en un entorno especial en la Francia del siglo XVIII en que puede florecer su pasión sin que sea condicionada por las circunstancias sociales. Ambas muchachas se quedan casi solas en la residencia aislada de Héloïse. Su única acompañante, Sophie (Luàna Bajrami), trabaja para la familia. Sciamma desarrolla una subtrama en torno a Sophie que le permite imaginar unos vínculos de sororidad interclasista poco habituales en las ficciones ambientadas en esta época, pero que funciona con toda naturalidad en el contexto de homosociabilidad femenina que despliega la película.
Aunque 'Retrato de una mujer en llamas' se ambiente en un contexto artístico, la película rehúye caer en una estética en exceso preciosista o llena de referencias a los grandes nombres de la pintura. Hay ideas muy hermosas ligadas a la mujer enamorada como pintora: la manera en que el rostro de Héloïse permanece primero oculto y se va desvelando poco a poco a los ojos de Marianne o las primeras apariciones de la Héloïse-Eurídice que turban la conciencia de la protagonista. Sciamma, sin embargo, aboga por una iluminación naturalista que da más libertad a sus personajes y a la pasión que surgirá entre ellas. Es inevitable ver en Marianne un reflejo de la propia Céline Sciamma, una artista que también ha amado a la mujer a la que retrataba. Pero incluso sin conocer este detalle extracinematográfico, ese plano final de 'Retrato de una mujer en llamas' fijado en el rostro de Héloïse, con el primer movimiento del 'Invierno' de Antonio Vivaldi presidiendo la escena, convocaría el mismo torrente de emoción catártica que genera cualquier reencuentro fortuito con la imagen de un amor perdido.
Quizá 'Vértigo' también sea la mejor película de una larga lista en que una protagonista femenina no consigue estar a la altura de su retrato. En el fondo, el filme de Alfred Hitchcock plasma la tragedia de Judy (Kim Novak), una muchacha sencilla que se enamora de un hombre, Scottie (James Stewart), a su vez obsesionado con la imagen/fantasma de otra mujer que no existe, Madeleine. La Judy de carne y hueso no puede competir con el recuerdo de esa Madeleine que ella misma interpretó.