Un wéstern contemporáneo pasado por el tamiz de la Guerra Civil

Es el género cinematográfico por excelencia. Puede que sus días de gloria hayan pasado, pero el wéstern siempre está ahí, esperando agazapado para dar al espectador alguna que otra alegría a lo largo del año. En los últimos años, los hemos visto de todos los colores. Desde reinvenciones de clásicos —'El bueno, el malo y el raro', 'El tren de las 3:10'— hasta nuevas propuestas como 'Los odiosos ocho' o incluso miniseries como 'Godless'. Pero el wéstern, ese género que en ocasiones ha tirado de las localizaciones españolas, tenía una deuda con nuestro cine, y 'Sordo', que se estrena este 13 de septiembre, pretende saldarla.

Posguerra. Año 1944. España se lame las heridas de una guerra fratricida mientras toda Europa y parte del globo siguen enfrascados en una guerra que parece no tener fin pero que, poco a poco, se decanta hacia el bando aliado. Y en ese momento los perdedores de la Guerra Civil creen ver la luz al final del túnel. La operación Reconquista reúne a 4.000 soldados para hacer de punta de lanza, abrir una brecha en la Península desde el norte y facilitar la caída de Franco. La operación fue un completo desastre.

Esto no es la primera página de un guion de cine. Es una historia real, que los historietistas Rayco Pulido y David Muñoz adaptaron al cómic, y de la que bebe 'Sordo', el wéstern español que pretende reinventar el género bebiendo de clásicos como 'Peckinpah' y de referencias contemporáneas, siendo Tarantino el más obvio.

Anselmo Rojas, el protagonista de la cinta dirigida por Alfonso Cortés-Cavanillas e interpretado por Asier Etxeandia, es uno de esos valientes que trataron de invadir España con más ilusión que medios. Después de participar en una operación de sabotaje, una explosión muy cercana le dejó sin sentido del oído. Lo que ya de por sí es un problema se convierte en un lastre en un entorno como el suyo: en territorio hostil, rodeado de enemigos que quieren acabar con su vida sin ser capaz de detectarles más que con la ayuda de sus ojos.

La posguerra española es uno de esos escenarios en los que el wéstern encaja como anillo al dedo. Un Estado establecido y tratando de imponer su ley, el franquismo, se enfrenta a unos forajidos que todavía viven al margen y que se esconden en entornos salvajes a los que todavía no ha llegado la mano represora del fascismo. Pero en su intención de hacer un wéstern rompedor, Cortés-Cavanillas no solo ha tirado de tópicos del género, sino que ha tratado de estar al día con la sensibilidad del público actual. En 'Sordo', no solo hay tipos recios montados a caballo que escupen, y mucho, y se pasean con recortadas por los Pirineos de la España de los cuarenta. También hay personajes femeninos duros, con peso en pantalla y sobre los que girará la cinta.

Además de Asier Etxeandia, están Hugo Silva, Marian Álvarez, Aitor Luna, Olimpia Melinte e Imanol Arias. Un elenco que ya presentó la película en el pasado festival de Málaga, donde su director dio algunas pinceladas sobre lo que supuso trabajar tomando como punto de partida la novela gráfica de Pulido y Muñoz. “En el cómic ya estaba el wéstern claramente, nos daba la oportunidad, todo ha ido de la mano y no hacía falta forzar nada”, declaraba Cortés-Cavanillas.

Un wéstern en el que el sonido jugará un papel crucial. El juego entre lo que el espectador escucha y los silencios que acompañan al protagonista en todo momento pretende crear el mismo juego de contrastes que narra la historia. "Hablamos con asociaciones de sordos y nos metimos en cámaras anecoicas, en las que no tienes reverberación y solo oyes tu propio corazón y cómo fluye la sangre por tus arterias, y a partir de ahí creamos 'Sordo", explicó el responsable del diseño de sonido, Daniel Rodrigo, durante el estreno de la cinta en Málaga.

Tras su paso por la gran cita del cine español, 'Sordo' se dispone a aterrizar en las salas españolas este próximo 13 de septiembre con la intención de convertirse en un clásico instantáneo actualizando las reglas del wéstern clásico y adaptándolo a una temática tan nuestra como fue la posguerra. Un wéstern que promete ser la comidilla cinéfila en el tramo final de este 2019.