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'Maquia, una historia de amor inmortal': imaginación deslumbrante (y frustrante)
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'Maquia, una historia de amor inmortal': imaginación deslumbrante (y frustrante)

La ópera prima de la nipona Mari Okada es menos una fantasía heroica que una historia íntima y melancólica sobre la maternidad, el sacrificio y la capacidad de perdón

Foto: 'Maquia'.
'Maquia'.

Pese a que incluye dragones y princesas secuestradas y reinos en guerra, 'Maquia', la ópera prima de la nipona Mari Okada, es menos una fantasía heroica que una historia íntima y melancólica sobre la maternidad, el sacrificio y la capacidad de perdón. Quizá la forma más rápida de entender su enfoque tonal sea traducir su título original de forma literal: 'Decoremos la flor prometida en la mañana de las despedidas'.

'Maquia' transcurre en un mundo de fantasía de aspecto similar al de la Europa medieval, en el que habita una comunidad de humanos autosegregados del resto de la población debido a su peculiar proceso de envejecimiento: nacen y crecen normalmente hasta que alcanzan la mitad de la adolescencia, y a partir de entonces sus cuerpos simplemente dejan de cambiar a pesar de que sus vidas se prolongan durante siglos. Para pasar todo ese tiempo, tejen largas bandas de tela translúcida que marca el paso del tiempo. Un día, el hermoso valle en el que residen es invadido por un reino imperialista que ejerce el dominio de la región gracias a una raza de dragones. Ya de por sí escasas, esas bestias sufren una enfermedad que les hace perder brevemente la cabeza y luego explotar. Quien no haya entendido del todo tan enrevesada premisa, que no se preocupe: nada de lo explicado en este párrafo tiene verdadera importancia.

En efecto, Okada llena el relato de detalles y subtramas, de forma tan concienzuda como improductiva. Después de todo, habría tenido suficiente película de haberse limitado a desarrollar la línea narrativa central: la protagonizada por la huérfana Maquia, que al principio del relato acaba de llegar a la edad a partir de la que deja de envejecer físicamente, y por su hijo adoptado Ariel, al que inicialmente encuentra de niño en los brazos protectores de su madre muerta. Posteriormente, a medida que Maquia va ganando en sabiduría y madurez, aunque sin perder su aspecto juvenil, la devoción con la que se dedica a amar y proteger a Ariel no impide que este vaya creciendo y rechazando gradualmente a la mujer.

placeholder Imagen de 'Maquia'.
Imagen de 'Maquia'.

Es una relación esencialmente trágica, marcada por la certeza de la madre de que ella nunca envejecerá, y que llegará un día en el que tendrá que ver morir a su hijo. Mientras la usa a modo de metáfora sobre los tormentos inherentes a la maternidad, Okada nos va manipulando emocionalmente de forma sutil —al menos hasta que en el epílogo decide estrujarnos sin miramientos las glándulas lagrimales—, y mientras lo hace reflexiona también sobre asuntos como la explotación y el sometimiento de otras razas por parte de poderes colonizadores.

El gran problema de 'Maquia' es que pasa demasiado tiempo definiendo sus inquietudes temáticas y a la vez, paradójicamente, también demasiado poco. Por un lado, contemplando la película no siempre resulta fácil entender qué está pasando, y da la sensación de que le habría hecho falta media hora más de metraje para tratar de forma adecuada todos sus hilos argumentales; por otro, el relato incluye tantas digresiones y tantos desvíos de la relación entre Maquia y Arial que, inevitablemente, algunos de ellos son un estorbo.

placeholder Cartel de 'Maquia'.
Cartel de 'Maquia'.

Pero si a nivel narrativo 'Maquia' puede llegar a resultar frustrante, lo compensa desplegando una deslumbrante imaginería animada. Enormes criaturas de ojos rojos que surcan el cielo, bosques suntuosos, tejidos colgantes que ondean, paisajes hechos de colosales ruedas de agua y palacios imponentes que se alzan hasta las nubes… Okada nos ofrece tal cantidad de momentos visualmente apabullantes que por momentos resulta casi exhibicionista, pero en todo caso la falta de pudor se le agradece: aquellos espectadores que se pierdan entre los pliegues de su narrativa al menos tendrán con qué entretenerse mientras buscan la salida.

Foto: 'Tu hijo'.

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Pese a que incluye dragones y princesas secuestradas y reinos en guerra, 'Maquia', la ópera prima de la nipona Mari Okada, es menos una fantasía heroica que una historia íntima y melancólica sobre la maternidad, el sacrificio y la capacidad de perdón. Quizá la forma más rápida de entender su enfoque tonal sea traducir su título original de forma literal: 'Decoremos la flor prometida en la mañana de las despedidas'.

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