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'La revolución silenciosa': historia oculta de los estudiantes que dijeron no al comunismo
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'La revolución silenciosa': historia oculta de los estudiantes que dijeron no al comunismo

La nueva película del director de 'El caso Fritz Bauer' recuerda la lucha de un grupo de alumnos contra la represión estatal por mantener un minuto de silencio solidario en el aula

Foto: Un fotograma de 'La revolución silenciosa'. (Karma)
Un fotograma de 'La revolución silenciosa'. (Karma)

¿Puede un futbolista famoso como fue Puskás prender la llama de una contrarrevolución estudiantil? La nueva película del director alemán Lars Kraume forma un díptico con su anterior, 'El caso Fritz Bauer', en su intención de recuperar un episodio poco conocido de la historia de la Alemania de la posguerra que pone luz a una de las facetas más oscuras del país centroeuropeo. Si 'El caso Fritz Bauer' se situaba en la antigua República Federal, esta lo hace en la Alemania del Este, en 1956. En un instituto, un grupo de alumnos descubre, en una escapada furtiva a un cine del Berlín Occidental, el levantamiento de los ciudadanos de Hungría contra los ocupantes soviéticos. Los muchachos se siguen informando al respecto en la casa de un viejo pariente de uno de ellos, donde escuchan clandestinamente las noticias de la RIAS, la radio del sector americano que emitía propaganda para los alemanes orientales.

Un dato les conmueve especialmente. Entre las víctimas de la represión soviética se encuentra, supuestamente, el futbolista Ferenc Puskás, ya por entonces una estrella del deporte en toda Europa. Los estudiantes deciden entonces, a partir de la iniciativa de uno de ellos, mantener un minuto de silencio en la clase al día siguiente. Lo que surge como un pequeño gesto espontáneo de protesta juvenil ante una situación injusta se convierte de cara a las instituciones educativas comunistas en un acto contrarrevolucionario que debe ser severamente reprimido. La maquinaria funcionarial para aplastar la supuesta revuelta estudiantil se pone en marcha...

placeholder Un fotograma de 'La revolución silenciosa'. (Karma)
Un fotograma de 'La revolución silenciosa'. (Karma)

Kraume parte de una anécdota poco conocida de la historia de la RDA para denunciar el alcance de los mecanismos de represión en ese país ante cualquier conato de rebeldía. Aunque también lleva a cabo un retrato de las diferentes sensibilidades y posturas políticas de los protagonistas, 'La revolución silenciosa' se construye como un melodrama generacional juvenil más que como un 'thriller' político. Los diferentes miembros de la clase constituyen un grupo heterogéneo de jóvenes: tenemos a Kurt, el hijo carismático de un cuadro del partido; a su mejor amigo Theo, proveniente de una familia de obreros; a Lea, que vive con su abuela costurera y se debate entre Kurt y Theo, o al más ortodoxo y atormentado Erik, huérfano de un padre considerado mártir de la causa.

El filme denuncia el alcance de los mecanismos de represión en la RDA ante cualquier conato de rebeldía

No todos sienten la misma implicación con la protesta en solidaridad con los húngaros, pero deciden mantenerse juntos cuando se dan cuenta de que sus compañeros van a sufrir represalias por ello. Puskás se convierte en la excusa deportiva para desvincular el minuto de silencio de cualquier intencionalidad política. Pero la noticia falsa de su muerte pone sobre aviso a las autoridades de que los chicos han estado escuchando la RIAS. A pesar de que el director de la escuela intenta no sobredimensionar el asunto, la desobediencia de los estudiantes acaba llegando al Ministerio de Educación y convirtiéndose en un asunto de Estado.

placeholder Otro momento de 'La revolución silenciosa'. (Karma)
Otro momento de 'La revolución silenciosa'. (Karma)

En el filme, la resistencia de los estudiantes acaba convirtiéndose en un acto de solidaridad juvenil más que en una forma de protesta política. Los vínculos que mantienen unidos a los alumnos son sobre todo emocionales y se refuerzan por la falta de empatía que encuentran en la mayor parte de los adultos, padres, profesores o autoridades, que les instan todos ellos a claudicar ante las medidas represivas del Gobierno. Kraume apela a valores universales para subrayar la gesta de los jóvenes: fidelidad entre amigos, resistencia al opresor, choque generacional, vitalidad juvenil...

Puskás se convierte en la excusa deportiva para desvincular el minuto de silencio de cualquier intencionalidad política

Sin embargo, los personajes más interesantes son aquellos que presentan contradicciones y fallos, como los pocos adultos que creen en el socialismo y contemplan cómo un aparato autoritario está destruyendo todos sus ideales, desde el director de la escuela que intenta evitar la escalada de los acontecimientos al obrero siderúrgico que participó en la sublevación de 1953 en la RDA, cuando miles de trabajadores reaccionaron contra las nuevas políticas laborales. También Erik, el joven estudiante que tiene idealizado a su padre miembro del Roter Frontkämpferbund (las milicias comunistas durante la República de Weimar) y muerto en un campo de concentración. Lars Kraume ha rodado la película en Eisenhüttenstadt, la antigua Stalinstadt, un municipio que todavía conserva su apariencia de ciudad modelo en lo que a urbanismo socialista se refiere. La localización subraya esta idea de utopía posible echada al traste.

placeholder Cartel de 'La revolución silenciosa'.
Cartel de 'La revolución silenciosa'.

La revolución silenciosa de los estudiantes sirve también para poner en evidencia las renuncias y traiciones de los adultos, así como la facilidad con que aquellos que se enfrentaron al nazismo han adoptado sus mismos métodos de sometimiento a través del terror. Frente a la generación desgastada de los padres, los jóvenes se erigen como la nueva fuerza moral que todavía puede cambiar las cosas... o huir del país. El discurso de denuncia del filme es evidente y eficaz, sobre todo por la forma en que se apoya en recursos propios del melodrama. Cuando el final emula de forma explícita a 'El club de los poetas muertos' pasando por 'Espartaco', no parece tanto que el director se sitúe en una genealogía cinematográfica de la rebelión colectiva como que tire de la fórmula más efectiva y rápida para emocionar a los espectadores.

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Foto: Un fotograma de 'Happy End', la última película de Michael Haneke. (Golem)

¿Puede un futbolista famoso como fue Puskás prender la llama de una contrarrevolución estudiantil? La nueva película del director alemán Lars Kraume forma un díptico con su anterior, 'El caso Fritz Bauer', en su intención de recuperar un episodio poco conocido de la historia de la Alemania de la posguerra que pone luz a una de las facetas más oscuras del país centroeuropeo. Si 'El caso Fritz Bauer' se situaba en la antigua República Federal, esta lo hace en la Alemania del Este, en 1956. En un instituto, un grupo de alumnos descubre, en una escapada furtiva a un cine del Berlín Occidental, el levantamiento de los ciudadanos de Hungría contra los ocupantes soviéticos. Los muchachos se siguen informando al respecto en la casa de un viejo pariente de uno de ellos, donde escuchan clandestinamente las noticias de la RIAS, la radio del sector americano que emitía propaganda para los alemanes orientales.

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