'No te preocupes, no llegará lejos a pie': la terapia del humor políticamente incorrecto

El título de la nueva película de Gus Van Sant coincide con el pie de página de una de las múltiples viñetas que dibujó su protagonista, John Callahan. En esta en concreto, se ve a un trío de vaqueros a caballo, y el primero suelta la frase a sus compañeros, “Don't worry, he won't get far on foot”, ante la silla de ruedas recién abandonada por la persona a la que persiguen. Callahan era tetrapléjico desde los 21 años, cuando el coche en que viajaban borrachos él y un colega se estampó contra una señal de tráfico. La minusvalía se convirtió en uno de los temas recurrentes de sus chistes. Mutilados, paralíticos, leprosos, invidentes... protagonizan situaciones graciosas tan simples como corrosivas trazadas en unos dibujos en blanco y negro un tanto desgarbados, ya que el caricaturista no podía sostener con precisión el lápiz.

Pero Callahan no solo generaba humor a partir de las personas inválidas. También encontraba sitio en sus chanzas para miembros del Ku Klux Klan, payasos sórdidos, feministas enfadadas y hombres sometidos a un tacto rectal. La mayoría de sus obras aparecieron en un semanario local de Portland, el 'Willamette Week', aunque también le publicaron dibujos en 'Penthouse' o 'Playboy'.

En una entrevista, Gus Van Sant, el cineasta de Portland por excelencia, rememoraba como una de las imágenes recurrentes de la ciudad en su juventud a Callahan en su silla rodando sin freno por las calles. En los créditos de 'No te preocupes, no llegará lejos a pie', hay un recuerdo agradecido para Robin Williams, porque el malogrado actor fue el primero en hacerse con los derechos de la autobiografía del humorista y ya le propuso a Gus Van Sant, quien le había dirigido en 'El indomable Will Hunting', adaptarla. Aunque la película actual, parece, se distancia bastante de ese primer proyecto.

A partir de su relato autobiográfico, Gus Van Sant recorre las tribulaciones de este caricaturista en silla de ruedas y alcohólico que encontró en el humor políticamente incorrecto una forma de terapia. Incluso más que la movilidad reducida, es la adicción a la bebida lo que marca la vida del protagonista y le lleva a iniciar un proceso de recuperación a través de un grupo de apoyo mutuo. A su alrededor, dos personajes femeninos tan fantasmagóricos como angelicales. El recuerdo de la madre que lo abandonó y él desearía reencontrar, y la figura de la enfermera protectora luego convertida en novia a quien da vida Rooney Mara, un personaje que quizá no exista más allá de la imaginación de Callahan.

Relato terapéutico

El aspecto más destacado de 'No te preocupes, no llegará lejos a pie' es esta reivindicación del humor políticamente incorrecto como consecuencia y a la vez parte integrante de la cultura del relato confesional terapéutico. El filme parte de la experiencia de Alcohólicos Anónimos como una forma efectiva y consolidada de ayuda mutua para este tipo de adicciones. A través del proceso propuesto por su grupo de apoyo, un grupo heterogéneo donde caben intérpretes tan dispares como el siempre bienvenido Udo Kier o la cantante Kim Gordon, Callahan consigue enderezar su vida. A ello también le ayuda recuperar una vocación temprana, la del dibujo humorístico. Los principios de sanación de AA implican, entre otras cosas, admitir la responsabilidad sobre los propios errores y no recrearse en el victimismo, además de relatar en un entorno de confianza la propia historia. A partir de estas bases y aprovechando su talento para el dibujo, Callahan convierte el humor en una herramienta para quitarle hierro a su propia situación y salir del pozo donde se encontraba.

Su forma de abrazar la incorrección política coincide con una tradición de lo cómico propiamente norteamericana. En Estados Unidos, la causticidad en la práctica humorística a la hora de abordar la diferencia no se concibe como una burla hacia el otro sino, por el contrario, como una manera de afrontar, visibilizar y desactivar las humillaciones y problemáticas propias. Las viñetas riéndose de hombres en sillas de ruedas que dibujaba Callahan no están tan lejos de los chistes sobre mujeres menopáusicas que soltaba la veterana y lenguaraz Joan Rivers, los monólogos incendiarios sobre el Holocausto de Sarah Silverman, los 'sketches' en torno al trastorno bipolar de Maria Bamford en 'Lady Dynamite', las bromas sobre la ausencia de pechos de Tig Notaro y toda la tradición del humor racial en la 'stand-up' que propulsó Richard Pryor. Así, el humor políticamente incorrecto funciona a modo de revulsivo por parte de personas afectadas por algún tipo de discriminación o alteridad individual o colectiva que deciden enunciar y representar su problemática de una manera que cuestiona el lenguaje hegemónico.

Vista en su conjunto, la nueva película de Gus Van Sant resulta una comedia dramática bastante corriente que se adscribe a la típica narrativa de la superación personal. Un filme propio de esta última etapa de su carrera, donde el cineasta se ha distanciado de la radicalidad de títulos como 'Elephant' y 'Gerry' para practicar un cine independiente de vocación comercial. Aunque la estructura discontinua en que se desgrana el proceso de caída y recuperación del protagonista, así como la reivindicación 'queer' que se esconde en el fondo en esta voluntad de poner el foco en personajes disfuncionales, pone en evidencia la intención de Van Sant de escaparse en parte del cine más convencional. Así, la incorrección política no impregna tanto el tono general del filme sino que aparece a través de la obra del protagonista, cuyos dibujos se integran a lo largo del metraje. El trabajo de uno de los mejores actores del cine estadounidense contemporáneo, Joaquin Phoenix, en el papel de John Callahan, también otorga poderío a la película. Aunque la sorpresa actoral de 'No te preocupes, no llegará lejos a pie' viene de la mano de Jonah Hill, el actor cómico de 'Supersalidos' e 'Infiltrados en clase', que aquí encarna con sabiduría el complejo papel del hippy rico y líder inspirador del grupo de terapia.

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