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'Lucky': el último adiós de Harry Dean Stanton, inolvidable secundario del cine
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'Lucky': el último adiós de Harry Dean Stanton, inolvidable secundario del cine

John Carroll Lynch regala al gran protagonista de 'Paris, Texas' una película de despedida que deviene un homenaje póstumo al mejor 'segundo' del cine norteamericano

Foto: Fotograma de 'Lucky'.
Fotograma de 'Lucky'.

El cine de los ochenta quedó marcado por la figura de Travis, el protagonista de 'Paris, Texas', un 'cowboy' contemporáneo que deambulaba en un 'neowestern' en torno al amor frustrado, la quiebra familiar y la imposibilidad de recuperar el tiempo perdido. La película de Wim Wenders concedía un merecido protagonismo a un actor de rostro reconocible al que nos habíamos acostumbrado a ver siempre de secundario, Harry Dean Stanton. Presencia recurrente en el cine norteamericano ya a partir de los años sesenta, sus papeles a las órdenes de Sam Peckinpah (en 'Pat Garret y Billy the Kid'), John Millius ('Amanecer rojo') o Monte Hellman ('Carretera asfaltada en dos direcciones') asociaron su figura a esa corriente de la época que releía y actualizaba los géneros clásicos más duros y violentos, de las películas de gánsteres al 'western' pasando las 'road movies'.

En el despliegue de masculinidad 'cool' que representaban estos títulos, Stanton mantenía siempre cierta aura de humanidad indomable, a través de esa ternura que asomaba en su rostro de vaquero. Ese poso de fragilidad que Wim Wenders supo explotar de forma tan extraordinaria en 'Paris, Texas'. Pocos cineastas volvieron a confiar en Harry Dean Stanton como protagonista, pero David Lynch y Martin Scorsese siempre lo mantuvieron entre su elenco de actores recurrentes preferidos.

Todos hemos querido a Harry Dean Stanton. La fascinación por el actor se extendía hacia la persona y viceversa. Como sus personajes poco amantes del protagonismo heroico, Stanton llevó una vida alejada de los focos y de las rutinas habituales de las estrellas de Hollywood. Su actitud vital se aproximaba más a la de los personajes de la serie 'Coffee and Cigaretres', de Jim Jarmusch, que a la de cualquier paseante de la alfombra roja de la gala de los Oscar. En 2013, Sophie Huber le dedicó un retrato íntimo, el muy recomendable documental 'Harry Dean Stanton: Partly Fiction', en que afloraba su naturaleza de 'barfly' y fumador impenitente, su vena de intérprete de baladas 'country' y canciones de mariachis, así como la devoción que sentían por él colegas como Sam Shepard (guionista de 'Paris, Texas', entre otras) o el propio Lynch, pero también antiguas parejas como Debbie Harry. En la película de Huber, Stanton aparece como una vieja estrella del rock'n'roll que ha abrazado voluntariamente la existencia en solitario, que no la soledad, y esgrime una actitud epicúrea ante la vida: disfruta de sus placeres desde una gran tranquilidad de espíritu.

El vaquero solitario

En 'Lucky', el también intérprete John Carroll Lynch (inolvidable como el marido de Frances McDormand en 'Fargo') arma como director una ficción a medida de Harry Dean Stanton. En este caso, el veterano actor interpreta a una versión de sí mismo, el Lucky del título, a modo de vaquero solitario que disfruta de su cotidianidad en un rincón perdido de un 'western' crepuscular. Las rutinas urbanas que retrataba Huber en su documental se convierten aquí en costumbres en un pueblo olvidado del Oeste norteamericano. Carroll Lynch también rodea a su protagonista de amigos, conocidos y afines, desde la dependienta de su súper habitual que lo invita a la fiesta de cumpleaños de su hijo, ocasión perfecta para que Harry Dean Stanton se arranque a cantar una ranchera, hasta al mismísimo David Lynch, demostrando una vez más que funciona de maravilla como actor secundario.

El director de la película combina este tono más cotidiano e íntimo con ciertas fugas hacia lo surrealista que recuerdan al cine de Lynch

El seguimiento del día a día de Lucky no es un mero artificio narrativo sino la manera de reivindicar la filosofía de vida de esta figura insólita que es Harry Dean Stanton. Además, permite a Carroll Lynch contextualizar su actitud ante la vejez y la muerte cercana. Lucky combina los ejercicios de yoga matutinos con el fumarse un paquete de cigarrillos a diario, el mantenerse en forma con sus placeres irrenunciables. La película dibuja una forma de convivencia poco explorada en el cine norteamericano, el de la comunidad en que amigos y vecinos cuidan unos de otros, a falta de una familia tradicional que vele por el protagonista. Lucky/Stanton es un solitario por vocación con una salud de hierro que asume que no le queda mucho tiempo de vida. Junto a sus rutinas cotidianas, establece conversación con personajes diversos que funcionan a modo de contrapunto para que el personaje nos regale algunos de sus recuerdos de niñez o juventud, y los narre para su interlocutor como si lo hiciera para los espectadores. El director de la película combina este tono más cotidiano e íntimo con ciertas fugas hacia lo surrealista que recuerdan precisamente al cine de David Lynch. Pero aquí no se trata de adentrarnos en la dimensión subconsciente de una comunidad, sino de situar al protagonista frente al miedo que le provoca su próxima desaparición.

placeholder Cartel de 'Lucky'.
Cartel de 'Lucky'.
Foto: Ike Barinholtz, John Cena y Leaslie Mann, en un momento de '#Sexpact'. (Universal)

John Carroll Lynch no pretende elaborar un drama trascendental con 'Lucky'. Pero desde ese registro de modestia que marca el protagonismo de Harry Dean Stanton, el filme se atreve a reivindicar otra postura poco habitual en el cine estadounidense: la de un anarquista ateo que defiende la conciencia de que no hay un más allá sin caer en el nihilismo radical ni en la amargura cínica. Contemplar a Harry Dean Stanton despedirse desde la pantalla con la sonrisa cómplice de quien sabe que va a fallecer en breve resulta, tras su muerte el pasado mes de septiembre, un momento de emoción pura que justifica toda una película.

Foto: Denzel Washington, en una escena del filme.

El cine de los ochenta quedó marcado por la figura de Travis, el protagonista de 'Paris, Texas', un 'cowboy' contemporáneo que deambulaba en un 'neowestern' en torno al amor frustrado, la quiebra familiar y la imposibilidad de recuperar el tiempo perdido. La película de Wim Wenders concedía un merecido protagonismo a un actor de rostro reconocible al que nos habíamos acostumbrado a ver siempre de secundario, Harry Dean Stanton. Presencia recurrente en el cine norteamericano ya a partir de los años sesenta, sus papeles a las órdenes de Sam Peckinpah (en 'Pat Garret y Billy the Kid'), John Millius ('Amanecer rojo') o Monte Hellman ('Carretera asfaltada en dos direcciones') asociaron su figura a esa corriente de la época que releía y actualizaba los géneros clásicos más duros y violentos, de las películas de gánsteres al 'western' pasando las 'road movies'.

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