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'El justiciero': Bruce Willis reparte estopa y se lía a tiros... otra vez
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'El justiciero': Bruce Willis reparte estopa y se lía a tiros... otra vez

Willis protagoniza el 'remake' de 'El justiciero de la ciudad' que firma Eli Roth, una versión gentrificada del clásico de Charles Bronson sobre un vengador urbano como héroe anónimo

Foto: Bruce Willis se pone a las órdenes de Eli Roth en el 'remake' de 'El justiciero'. (Filmax)
Bruce Willis se pone a las órdenes de Eli Roth en el 'remake' de 'El justiciero'. (Filmax)

¿Hay algún momento más o menos oportuno para estrenar en Estados Unidos una revisión de 'El justiciero de la ciudad', esa película en que Charles Bronson se convertía en un asesino vengativo tomando como excusa el violento asalto del que habían sido víctimas su mujer e hija en su propia casa? El debate ha surgido en un país en que los estudiantes siguen manifestándose para reclamar un mayor control legislativo de la tenencia de armas. Al fin y al cabo, ellos son las principales víctimas de la mayoría de tiroteos indiscriminados que tienen lugar en suelo norteamericano a causa de la facilidad con que cualquier persona puede adquirir una pistola. En el polo opuesto, quienes se oponen a las medidas para prevenir la violencia siguen esgrimiendo su supuesto derecho a disponer de armas para contrarrestar posibles ataques.

Un argumentario, el de la violencia ejercida por individuos 'buenos' para defenderse de la de los 'malos', que fue alimentado desde los años setenta hasta bien entrados los noventa por diferentes filmes y sagas que exaltaban la figura del 'vigilante', el ciudadano anónimo que se toma la justicia por su cuenta en un contexto urbano donde las instituciones no llegan a garantizar la seguridad de sus habitantes. El más popular de estos títulos fue 'El justiciero de la ciudad', seguido de 'Yo soy la justicia' y hasta tres películas más, protagonizadas por Charles Bronson y dirigidas las tres primeras por Michael Winner.

placeholder Bruce Willis, en un momento de 'El justiciero'. (Filmax)
Bruce Willis, en un momento de 'El justiciero'. (Filmax)

Ahora Bruce Willis toma el relevo de Bronson a las órdenes de Eli Roth, que adapta un guion de Joe Carnahan. La acción se traslada de Nueva York al Chicago de nuestros días, mientras que Willis aquí ejerce de cirujano, a diferencia de Bronson, que era arquitecto. Por lo demás, la trama de la película sigue el mismo camino que la original. El protagonista, Paul Kersey, decide tomarse la venganza por su mano después de que una banda de ladrones que irrumpe en su casa asesine a su mujer y deje en coma a su hija. ¿Un retorno al supuesto ideal del vengador urbano anónimo en la era Trump y en contraposición al 'boom' de los superhéroes?

Paul Kersey decide tomarse la venganza por su cuenta después de que una banda de ladrones irrumpa en su casa

El cambio de ciudad y época propicia uno de los principales desajustes de esta nueva 'Death Wish'. El filme arranca con una visión panorámica de la ciudad mientras oímos unas ráfagas de titulares sobre crímenes y violencia urbana. El director tiene que inundarnos con estos datos porque las imágenes de Chicago no transmiten en ningún momento la idea de una metrópolis tomada por el caos y la delincuencia. 'El justiciero de la ciudad' surgió en el marco de ese cine estadounidense de los setenta que, como ningún otro producido a lo largo de la historia de ese país, transmitía un desquicio vital y un sentimiento de inseguridad surgido de la presencia constante de la violencia por las calles. Aunque la saga caricaturizaba en grado sumo la imagen de los delincuentes juveniles, por no hablar de los prejuicios sociales y raciales que arrastraba, el retrato urbano en su conjunto sí desprendía esa sensación de Nueva York como una jungla peligrosa.

placeholder Camila Morrone, Elisabeth Shue y Bruce Willis, en 'El justiciero'. (Filmax)
Camila Morrone, Elisabeth Shue y Bruce Willis, en 'El justiciero'. (Filmax)

'El justiciero' resulta mucho más blanco en este aspecto. Chicago se presenta como una ciudad moderna y atractiva, que queda de lo más fotogénica en los planos aéreos que puntúan el metraje. La secuencia del asalto a las dos protagonistas en su casa discurre más como un 'thriller', apoyándose sobre todo en la tensión, que a la manera de estos 'exploits' vengativos que se recreaban con seboso placer machista en la agresividad y la violencia sexual hacia los personajes femeninos. Los diversos asesinatos que lleva a cabo Kersey presentan un mayor potencial sádico y en más de una escena se pone de manifiesto el filme que realmente le hubiera gustado rodar a Roth.

Eli Roth se dio a conocer con 'Hostel', uno de los filmes fundacionales del 'torture porn'

Eli Roth se dio a conocer con 'Hostel', uno de los filmes fundacionales del 'torture porn', ese subgénero del terror que no necesita de ninguna excusa dramática o argumental para llevar la violencia gore explícita a su grado más extremo. En estos filmes, la tortura más sádica es el mensaje. En 'El justiciero', el protagonista trabaja como cirujano, un cambio de oficio respecto al original que se justifica en un momento cuando queda claro que nadie mejor que un médico para llevar a cabo las torturas más crueles. Pero la idea apenas está explotada en la película. Y así, muchos otros momentos, en que se tiene la sensación de que Roth hubiera desbarrado muchísimo más si no estuviera condicionado por el hecho de tener que servir un filme para el gran público.

placeholder Otro momento de 'El justiciero'. (Filmax)
Otro momento de 'El justiciero'. (Filmax)

La otra novedad que aporta Roth es un sentido del humor que no siempre acaba de encajar. Conservadora sin riesgos, la película no ofrece una mala imagen de la policía, a pesar de que parta de la supuesta constatación de que las fuerzas de seguridad no llevan a cabo su trabajo de apresar a los criminales. Aquí se presenta como un cuerpo eficaz pero desbordado. Los policías que siguen el caso de Kersey incluso desprenden un aire de pareja cómica, y muestran su simpatía e incluso complicidad con el protagonista. El humor 'slapstick' en el asalto al bar que lleva a cabo Kersey funciona mejor y queda como otra prueba de que a Roth le hubiera apetecido llevar a cabo una película más en esta línea. El montaje en paralelo a través de una pantalla partida entre el método de trabajo de un cirujano y el de un pistolero que aprende a través de tutoriales de YouTube también tiene un punto de humor posmoderno ausente en la original.

placeholder Cartel de 'El justiciero'.
Cartel de 'El justiciero'.

Roth subraya otro tema, el de la clase social del protagonista, sin acabar de ofrecer ningún tipo de conclusión al respecto. Queda claro que Kersey y su familia son unos privilegiados. Y todas las agresiones que van sumando provienen en cambio de personas de clases populares, desde el padre hostil durante el partido de fútbol al sin hogar que le atosiga en el semáforo pasando, claro, por los propios asaltantes, cuyo origen latino en el caso de uno de ellos se deja claro de forma explícita. Quizás al director también le hubiera gustado explotar la idea del profesional liberal que, tras sufrir un acto de violencia extrema, acaba renunciando a sus principios y abandonándose a su lado oscuro.

El título original, también el de la novela de Brian Garfield en que se basaba el filme de Winner, remite a la pulsión de muerte que siente el protagonista. Un personaje que se ve impelido a morir matando o que incluso descubre su placer por el sadismo con la supuesta excusa de vengar la muerte de su esposa. En este sentido, probablemente el director se hubiera sentido más cómodo moviéndose en el terreno de 'La última casa a la izquierda' que en el de esta versión gentrificada de 'El justiciero de la ciudad'. Porque el filme se queda en la enésima justificación de la fantasía masculina del vengador urbano sin atreverse a explorar con verdadero coraje los aspectos más oscuros o incómodos que implica.

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