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'Suburbicon': el último desbarre violento y tragicómico de Clooney y los Coen
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'Suburbicon': el último desbarre violento y tragicómico de Clooney y los Coen

Los Coen vuelven a construir una historia 'bola de nieve', en la que los personajes, tras tomar una decisión abyecta, acaban arrastrados por una avalancha de consecuencias nefastas

Foto: 'Suburbicon'.
'Suburbicon'.

Después de 'Monuments Men', la perspectiva de volver a sufrir a un George Clooney detrás de la cámara no auguraba nada bueno. Pero parece que la pericia de Clooney como director responde con precisión germana a una fórmula inquebrantable que le obliga a alternar una película buena y un despropósito en una secuencia infinita. Un intento por encontrar algún patrón, alguna explicación empírica que desentrañe el misterio de la irregularidad del Clooney director, más allá de la falta de genio y la sobra de experiencia y amigos. Y por gracia secuencial, 'Suburbicon' ha caído en orden impar. Además de confiar en un guión firmado por Ethan y Joel Coen, que salvo excepciones irrelevantes suele ser un seguro de vida mejor que el contratado por el protagonista de esta película.

Los Coen, siempre tan amigos de la concatenación de catástrofes cósmicas, del azar perverso —del 'irse de las manos' de toda la vida—, vuelven a construir una historia 'bola de nieve', en la que los personajes, tras tomar una decisión abyecta, acaban arrastrados por una avalancha de consecuencias nefastas y de perrerías del destino tan trágica como cómica, para el disfrute del que observa y no lo padece. Los Coen, esos maestros de llevar el absurdo a cotas insólitas —y ciertamente sádicas—, de cebarse con unos protagonistas que, en su necedad, creen tener el control de su propio destino, sin la conciencia de ser minúsculos ante el universo, mierdecillas vanidosas esperando a recibir un castigo por nuestras malas acciones.

Los Coen, esos maestros de llevar el absurdo a cotas insólitas y sádicas

'Suburbicon' vuelve a tirar de la contraposición de un héroe moral, frente al antihéroe inmoral -o antihéroes, en este caso, que lo son mucho y en cantidad— en el entorno de una América sostenida sobre el pilar de las falsas apariencias que, a la mínima convulsión, empiezan a requebrajarse. Y lo que nos gusta ver la roña debajo del estucado y las molduras. La película transcurre en una urbanización pulcra y homogénea de las afueras de una gran ciudad, pongamos Los Ángeles, a finales de los años 50. Casitas bajas y coloridas, simétricas, impolutas. Dentro, una familia también pulcra y normativa, con un padre con un puesto intermedio en una compañía (Matt Damon), una madre muy rubia, muy sonriente y muy cocinillas (Julianne Moore) y un niño tranquilo y respetuoso (Noah Jupe). Todo muy de anuncio de Nutella.

placeholder Matt Damon y Noah Jupe en 'Suburbicon'. (DeAPlaneta)
Matt Damon y Noah Jupe en 'Suburbicon'. (DeAPlaneta)

Hasta la muerte de la madre, víctima de unos ladrones en robo en casa. El personaje de Damon decide que, por el bien de su hijo, que no puede crecer huérfano a medias, lo conveniente es que se instale en la casa la hermana de la difunta —también interpretada por Moore—, en un guiño al maestro del suspense, camino entre 'Rebeca' (1940) y 'Vértigo' (1958). A partir de entonces, el chico empezará a experimentar una sensación de peligro inminente y descubrirá —en su papel de héroe moral— como el mundo de los adultos es mucho más enrevesado y siniestro de lo que aparenta una fachada impecable y repintada.

Si bien el guion de 'Suburbicon' no es el mejor de la carrera de los Coen, la película sí que puede presumir de destellos de genio

Si bien el guion de 'Suburbicon' no es el mejor de la carrera de los hermanos, la película sí que puede presumir de destellos de genio, a pesar de caer en ciertos lugares comunes y de una trama no excesivamente original. Sin embargo el gran lastre del film se encuentra en la dirección de Clooney, que no sabe explotar o no entiende o no sabe llevar a la puesta en escena los grandes momentos de disparate cómico a los que lleva la historia. A Clooney le falta mala baba, saber llevar el ritmo y la tempística y capacidad de maridaje. Clooney dirige un trabajo sólido gracias a su estilo académico, a una estética trabajada y pulida y a unas grandes interpretaciones —como ya ha demostrado en 'Wonder', Noah Jupe tiene una brillante carrera por delante—, pero le falta agudeza y malicia para pasar de sólido a memorable.

placeholder Jualianne Moore y Matt Damon dirigidos por George Clooney en 'Suburbicon'. (DeAPlaneta)
Jualianne Moore y Matt Damon dirigidos por George Clooney en 'Suburbicon'. (DeAPlaneta)

Esta incapacidad se hace más evidente cuando Clooney intenta integrar un contexto histórico y social a 'Suburbicon' y reflejar el movimiento por los derechos civiles que se hizo fuerte en la época en la que transcurre el film a través de una familia afroamericana que llega nueva al barrio residencial y se encuentra con el rechazo del resto de vecinos del barrio, que reaccionan de forma virulenta y violenta a su traslado. Aunque Clooney propone la relación de los hijos de ambas familias como el nexo de unión de las dos historias, no consigue entrelazarlas de forma fluida, ni siquiera cuando podría haber utilizado un montaje paralelo para jugar con los nervios del espectador y del protagonista en una de las secuencias de mayor tensión.

placeholder Cartel de 'Suburbicon'.
Cartel de 'Suburbicon'.

'Suburbicon' avanza a medio gas hasta el empujón que lleva a un final delirante y truculento, cuando el azar implacable hace acto de presencia. La bola de nieve coge ritmo en el último tercio, estallando en un desbarre violento y tragicómico que Clooney maneja con cierta habilidad. Y aunque el regusto final es bueno —a pesar de desperdiciar el suspense de un sándwich de mermelada y crema de cacahuete—, siempre quedará la espinita de imaginar cómo hubiese sido la película con los Coen en la dirección. Eso sí, nunca Matt Damon pedaleando en una bicicleta de niño dio tan mal fario.

Foto: 'El gran desmadre (Malas madres 2)'.

Foto: 'El viaje'.

Después de 'Monuments Men', la perspectiva de volver a sufrir a un George Clooney detrás de la cámara no auguraba nada bueno. Pero parece que la pericia de Clooney como director responde con precisión germana a una fórmula inquebrantable que le obliga a alternar una película buena y un despropósito en una secuencia infinita. Un intento por encontrar algún patrón, alguna explicación empírica que desentrañe el misterio de la irregularidad del Clooney director, más allá de la falta de genio y la sobra de experiencia y amigos. Y por gracia secuencial, 'Suburbicon' ha caído en orden impar. Además de confiar en un guión firmado por Ethan y Joel Coen, que salvo excepciones irrelevantes suele ser un seguro de vida mejor que el contratado por el protagonista de esta película.

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