'Thor: Ragnarok': la película más inesperada y divertida de Marvel
La tercera parte de la saga protagonizada por el dios nórdico es una máquina expendedora de gags gracias al trabajo del excéntrico director neozelandés Taika Waititi
En realidad, todas las películas de Marvel son más o menos lo mismo. Los mismos personajes, los mismos arcos narrativos, los mismos villanos absurdos, las mismas escenas de pelea y destrucción, los mismos efectos especiales, los mismos colores, las mismas lecciones morales. Entre todas ellas, las dos primeras entregas de la saga 'Thor' fueron diseñadas a modo de tentempiés, simplemente destinadas a dar a los fans de los superhéroes algo a lo que hincar el diente hasta que la nueva aventura de 'Iron Man' o el 'Capitán América' estuviera lista. Y puede que esa sea también la finalidad de 'Thor: Ragnarok'; pero también es cierto que, por otra parte, en muchos aspectos esta es la más inesperada de todas las películas de la compañía y sin duda la más divertida, un paseo por el cosmos tan deliberadamente bobo que casi computa como parodia.
No resulta sorprendente puesto que, después de todo, el sentido del absurdo irreverente siempre ha sido un rasgo esencial del cine del director y actor neozelandés Taika Waititi, en el que destacan títulos como la teleserie musicómica 'Los Conchords', el 'mockumental' de vampiros 'Lo que hacemos en las sombras' (2014) y la comedia de aventuras 'A la caza de los ñumanos' (2016). Todas ellas son obras maravillosas —seguro que usted no las ha visto: muy mal hecho—, pero aun así es sorprendente que, en su primera incursión en Hollywood, Waititi haya sido capaz de insuflar parte de la excéntrica personalidad que derrochaban en el tipo de 'blockbuster' que habitualmente se diseña en los despachos.
En 'La era de Ultron' (2015), Thor (Chris Hemsworth) dejó al resto de los Vengadores para investigar una visión apocalíptica que había estado teniendo. La nueva película arranca cierto tiempo después: al parecer, ese Apocalipsis se llama Ragnarok, y no es ni más ni menos que el fin de su planeta natal, Asgard. Ahora, el héroe descubre que su malvado hermanastro Loki (Tom Hiddleston) sigue vivo, y que su padre, Odin (Anthony Hopkins), se está muriendo. También que su olvidada hermana Hela (Cate Blanchett, sobreactuando como si le fuera la vida en ello) ha escapado de prisión con el fin de convertirse en la nueva líder del planeta. Thor trata en vano de detenerla, y en el proceso acaba atrapado en el planeta forajido Sakaar. Para escapar de él, tendrá que ganar una competición de gladiadores y, en concreto, derrotar al mismísimo Hulk (Mark Ruffalo).
'Thor: Ragnarok' es la más inusual de todas las películas de Marvel y sin duda la más divertida
Se trata solo de la base argumental de una trama masiva envuelta en el tipo de amenaza de 'Armagedón' que toda ficción de la Marvel que se precie debe incluir. Pero lo que hace de esta película algo distinto es que, desde el momento en que irrumpen en pantalla, los personajes más famosos de la saga aparecen despojados de toda la seriedad y reconfigurados como seres afablemente idiotas, y que pasan la mayor parte de su tiempo en escena vacilándose los unos a los otros.
Mientras tanto, secundarios como el Grandmaster (impagable Jeff Goldblum), que supervisa las peleas en Sakaar, son dotados de espacio narrativo suficiente simplemente para exhibir sus idiosincrasias. Ragnarok dedica tal cantidad de su metraje a esas veleidades que por momentos parece menos un 'blockbuster' que una comedia 'indie'.
La película incluye espectaculares batallas e imponentes criaturas generadas por ordenador, y trata de derrochar épica
Dicho lo cual, sigue siendo una película del Universo Cinematográfico de Marvel, y por tanto incluye espectaculares batallas e imponentes criaturas generadas por ordenador, y trata de derrochar épica. Waititi se muestra más que capaz en esa faceta pero, inevitablemente, en cuanto adopta las maneras del cine de superhéroes convencional, la película de algún modo juega a la contra de sí misma. También en sintonía con el canon del UCM, dura dos horas y cuarto y carga con más subtramas y personajes de los necesarios, y eso sin contar los tediosos cameos.
Más problemático aún, es casi imposible empatizar con el héroe titular, un dios petulante que es invencible e inmortal y, quizá por eso, si se la despoja de todos los chistes, 'Ragnarok' ofrece poco más que una historia dispersa y flácida y, sí, lastrada por una fórmula que a estas alturas es tan insulsa como el vino sin alcohol. En teoría, está en juego el destino del universo, pero en la práctica el peinado de Thor tiene más interés que su enfrentamiento con Hela. Todo cuanto sucede en pantalla lo hace por razones que para la mayoría de espectadores serán imposibles de recordar a la salida del cine. Y, por otra parte, seguramente esa sea la idea. Es probable que Waititi haya concebido la película como otra cosa: una precisa máquina expendedora de gags. En ese caso, 'Ragnarok' es un triunfo rotundo.
En realidad, todas las películas de Marvel son más o menos lo mismo. Los mismos personajes, los mismos arcos narrativos, los mismos villanos absurdos, las mismas escenas de pelea y destrucción, los mismos efectos especiales, los mismos colores, las mismas lecciones morales. Entre todas ellas, las dos primeras entregas de la saga 'Thor' fueron diseñadas a modo de tentempiés, simplemente destinadas a dar a los fans de los superhéroes algo a lo que hincar el diente hasta que la nueva aventura de 'Iron Man' o el 'Capitán América' estuviera lista. Y puede que esa sea también la finalidad de 'Thor: Ragnarok'; pero también es cierto que, por otra parte, en muchos aspectos esta es la más inesperada de todas las películas de la compañía y sin duda la más divertida, un paseo por el cosmos tan deliberadamente bobo que casi computa como parodia.