Es noticia
'Piratas del Caribe: la venganza de Salazar': el abordaje del corsario torero Bardem
  1. Cultura
  2. Cine
estrenos de cine

'Piratas del Caribe: la venganza de Salazar': el abordaje del corsario torero Bardem

Joachim Rønning y Espen Sandberg codirigen la quinta entrega de esta saga de aventuras, un filme sorprendentemente divertido cuando la idea parecía agotada

Foto: 'Piratas del Caribe: la venganza de Salazar'.
'Piratas del Caribe: la venganza de Salazar'.

Embarcarse, como creador, en la quinta entrega de una franquicia en decadencia con la misión de reactivarla nunca puede ser tarea fácil. Primero, por el poco margen de maniobra que queda cuando un director o guionista nuevo tiene que amoldarse a un universo preexistente. El eterno punto de fricción entre la pulsión creativa y la prohibición de abandonar unos límites preestablecidos: es difícil innovar al tiempo que se respeta escrupulosamente la esencia de una saga. Y segundo, porque más de una década después, mantener la frescura, no solo de la idea sino del equipo e incluso del propio espectador —cansados de girar durante años en torno a la misma historia y los mismos personajes—, es una lucha contracorriente.

Es obvio que 'Piratas del Caribe: la venganza de Salazar' no aguantaría un solo asalto frente a la cinta con la que Gore Verbinski dio comienzo en 2003 a la —a día de hoy— pentalogía. Los cuerpos se gastan —Johnny Depp es 14 años más viejo y tiene 14 años menos de energía y más de desgana—, se pierde la novedad y la fórmula se agota irremediablemente: el Mar Caribe no es tan grande ni da para tantas aventuras.

Sin embargo, y teniendo clara la premisa, 'Piratas del Caribe: la venganza de Salazar' resulta —sorprendentemente— una propuesta entretenida y disfrutable. Irregular, eso sí, pero con destellos de una comicidad muy bien trabajada y efectiva, que va desde la 'slapstick' más pedestre hasta diálogos con dobles sentidos corrosivos y políticamente incorrectos.

Ted Elliott y Terry Rossio han cedido —por fin— el testigo del guion a alguien nuevo: Jeff Nathanson

Ted Elliott y Terry Rossio han cedido —por fin— el testigo del guion a alguien nuevo: Jeff Nathanson, que ha apostado por subir la intensidad al humor canalla y exagerado característico del universo Sparrow, con gags hilarantes —propios de la comedia de disparates— y autoparodia consciente para reflotar una película que, sobre plano, tenía poco que ofrecer. Nathanson no deja escapar el chiste y lo dilata con maestría desde el principio: 'chapeau' por la impresionante escena del robo del banco y por —posiblemente la mejor escena de la película— la representación de dos ejecuciones públicas simultáneas en la plaza del pueblo. Enredo clásico salpimentado con ironía posmoderna.

Casi tres lustros después de que Jack Sparrow (Johnny Depp) uniese fuerzas con Will Turner (Orlando Bloom) para salvar a la pizpireta Elizabeth Swann (Keira Knightley) de las garras de una tripulación de piratas malditos, el capitán de la 'Perla Negra' se ha quedado sin barco, sin tripulación y sin nadie que le salve el trasero tras sus desmanes de crápula pendenciero. Sparrow es un tipo acabado.

El capitán de la 'Perla Negra' se ha quedado sin barco, sin tripulación y sin nadie que le salve el trasero. Sparrow es un tipo acabado

Por azares caribeños —lo dicho, el Mar Caribe no es tan grande—, el camino del pirata se acaba cruzando con el joven Henry Turner (Brenton Thwaites) —hijo, ¡oh, casualidad!, de William Turner—, que necesita encontrar el tridente de Poseidón para librar a su padre de una maldición marina. Junto a ellos también se embarcará Carina Smyth (Kaya Scodelario), una huérfana en busca de su padre y de la verdad científica y que representa el papel de una mujer luchadora dentro de una sociedad machista e inepta que, como no la entiende, la tacha de bruja.

Sorprende la absoluta falta de química de la nueva pareja, que actúa como sustitutivo descafeinado de los personajes de Bloom y Knightley, pero que no consigue desprender el carisma necesario como para funcionar de contrapunto de Sparrow. Gracias a Dios, para compensarlo aparecen a tiempo los capitanes Barbossa —Geoffrey Rush y su infalibilidad— y Salazar —Javier Bardem en modo pirata-torero, tirándose y revolcándose acertadamente en el tópico nacional y ¡olé!—, que añaden acción —y también algo de drama convenientemente almibarado— a una historia que poco a poco va ganando empaque. Porque la película también reflexiona sobre la búsqueda de las raíces, sobre la lealtad y critica el maltrato social sufrido a lo largo de la historia por parte de las mujeres que se salían de la convención. Los protagonistas más jóvenes acaban siendo engullidos en la memoria incluso por el cameo de Sir Paul McCartney, que en apenas unos segundos de tiempo de pantalla demuestra su vis cómica y deja al espectador con ganas de saber más sobre la intrahistoria del tío Jack.

Sir Paul McCartney, en apenas unos segundos de tiempo de pantalla, demuestra su vis cómica y deja al espectador con ganas de más

Si en 'Piratas del Caribe: la maldición de la Perla Negra' el equipo de efectos visuales de la película consiguió una nominación al Oscar, en esta ocasión llama la atención el exceso de CGI —imágenes generadas por ordenador—, que rebaja la factura visual de la película. También supone un obstáculo para apreciar las interpretaciones de algunos personajes, como es el caso de Bardem, que tan solo se puede apoyar en la voz por culpa de un diseño que limita su gestualidad y el movimiento de su cuerpo. Mucha ceniza y poco fuego.

Aun así, el equipo se redime un poco gracias a un 'flashback' que retrotrae a la juventud de Sparrow, antes de hacerse con el timón de la 'Perla Negra' y en el que cuenta el origen de la enemistad entre el personaje de Deep y el capitán Salazar. Este momento demuestra además que la tecnología ha llegado a tal punto que, si algún día le puede la pereza a Deep, solo necesita vender el derecho a utilizar su nombre: con tal de tener un cuerpo sobre el que colocar la cara, Deep podrá protagonizar 'Piratas del Caribe 6' desde el salón de su casa.

Cartel de 'Piratas del Caribe'.Porque habrá sexta parte. Aunque el productor Jerry Bruckheimer se hace de rogar y en la 'première' de la película en Hollywood dejaba la opción de una continuación en manos de los fans, la escena pos-créditos de 'Piratas del Caribe: la venganza de Salazar' deja clara la intención de Disney de seguir exprimiendo la franquicia. Jeff Nathanson parece que volverá, avalado por su más que convincente trabajo, mientras que Joachim Rønning se baja del barco y deja a Espen Sandberg como director único, después de que la puesta en escena de la película sea de lo menos reseñable de una quinta entrega que, aunque lejos del nivel de los títulos primigenios, cumple la promesa exigible al cine de entretenimiento y de aventuras.

Embarcarse, como creador, en la quinta entrega de una franquicia en decadencia con la misión de reactivarla nunca puede ser tarea fácil. Primero, por el poco margen de maniobra que queda cuando un director o guionista nuevo tiene que amoldarse a un universo preexistente. El eterno punto de fricción entre la pulsión creativa y la prohibición de abandonar unos límites preestablecidos: es difícil innovar al tiempo que se respeta escrupulosamente la esencia de una saga. Y segundo, porque más de una década después, mantener la frescura, no solo de la idea sino del equipo e incluso del propio espectador —cansados de girar durante años en torno a la misma historia y los mismos personajes—, es una lucha contracorriente.

Críticas de cine Cartelera y estrenos de cine Javier Bardem