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'Las confesiones': un monje cartujo contra la perfidia neoliberal
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'Las confesiones': un monje cartujo contra la perfidia neoliberal

La nueva película del italiano Roberto Andò es un 'thriller' al estilo 'whodunit' que no tiene nada nuevo que decir sobre la perfidia en el mundo de las finanzas internacionales

Foto: 'Las confesiones'.
'Las confesiones'.

'Las confesiones' no tiene nada nuevo que decir sobre la perfidia imperante en el mundo de las finanzas internacionales, aunque la solemnidad con que se comporta sugiera inicialmente lo contrario. Mientras trata de convencernos, la nueva película del italiano Roberto Andò oscila entre el 'whodunit', la crítica supuestamente corrosiva del neoliberalismo, el espiritualismo blandengue y pseudofilosofía sobre la naturaleza del tiempo.

La película transcurre en el seno de una cumbre del G-8 que tiene lugar en un hotel de lujo de la costa alemana. Además de los ministros de cada país, al acto han sido invitados una escritora de libros infantiles, un rockero y un enigmático monje de la orden de los cartujos, Roberto Salus (Toni Servillo), que ha renunciado temporalmente al voto de silencio para la ocasión. Para responder a la que al parecer es una crisis económica aún peor que la que estalló en 2008, el director del FMI, Daniel Roché (Daniel Auteuil), tiene previsto un nuevo plan cuya naturaleza se desconoce pero que podría tener efectos desastrosos para los menos favorecidos. Tras confesarse con el monje la víspera del anuncio, Roché es encontrado muerto en su habitación con una bolsa de plástico en la cabeza.

Tratando de crear suspense alrededor de la naturaleza de los planes que Roché se ha llevado consigo al hoyo, Andò recorre los asépticos pasillos y las diferentes estancias del hotel capturando conversaciones secretas separadas por sucesivos fragmentos de la confesión. Los representantes del G-8 se hacen preguntas sobre las ramificaciones del suicidio sobre la economía. Entre describir la muerte como un asesinato o considerarla un suicidio, ¿qué opción causaría menos desestabilidad en el mercado de valores? ¿Qué oculta el monje?, se cuestionan asimismo mientras contemplan al religioso pasearse con expresión meditabunda.

¿Qué oculta el monje?, se cuestionan asimismo mientras contemplan al religioso pasearse con expresión meditabunda

Las confesiones está habitada por un gran número de personajes con los que Andò demuestra no saber muy bien qué hacer. Ninguno de ellos está particularmente definido. Los ministros no pasan de ser encarnaciones indefinidas del malvado capital —previsiblemente, la única mujer entre ellos muestra cierta humanidad—, y aunque puntualmente la película intenta retratar a Salus como un hombre de carne y hueso, el personaje pasa el rato suministrando discursos sobre el mundo moderno, escuchando a los demás mientras verbalizan los asuntos de la película y, en general, siendo la encarnación de la santidad.

Las ideas sociales y económicas, decíamos, no reciben un tratamiento mucho más atento. En una escena, vemos a un grupo de manifestantes desnudos irrumpir en los jardines del hotel, en otra se mencionan las sociedades ficticias; la idea sobre la destrucción capitalista de la riqueza es chapurreada. Pero cuanto más avanza la película, más frustrante resulta la falta de concreción, y lo que finge ser una construcción dramática deliberadamente opaca en realidad son meros apaños narrativos. Mientras tanto, la falta de credibilidad llega ocasionalmente a niveles risibles. Para cuando el gran secreto es revelado, y queda en evidencia como un descarado McGuffin, hace tiempo que hemos dejado ya de prestar atención.

'Las confesiones' no tiene nada nuevo que decir sobre la perfidia imperante en el mundo de las finanzas internacionales, aunque la solemnidad con que se comporta sugiera inicialmente lo contrario. Mientras trata de convencernos, la nueva película del italiano Roberto Andò oscila entre el 'whodunit', la crítica supuestamente corrosiva del neoliberalismo, el espiritualismo blandengue y pseudofilosofía sobre la naturaleza del tiempo.

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