Cannes mata a su ídolo: la caída de Godard

Anne Wiazemsky era una joven apenas mayor de edad que acaba de debutar en el cine de la mano de Robert Bresson en 'Al azar, Baltasar' cuando escribió una carta a Jean-Luc Godard en la que le confesaba su admiración. La actriz en ciernes y el director de más renombre del momento se conocieron, enamoraron, se casaron y vivieron juntos el Mayo del 68. Hace pocos años, Wiazemsky publicó unas memorias sobre esta experiencia, cuyo primer volumen, 'Un año ajetreado', publicó Anagrama. El segundo volumen, 'An an après', ha sido el punto de partida de 'Le Redoutable' de Michel Hazanavicius, un pastiche cinematográfico que desacraliza la figura del padre de la Nouvelle Vague y la convierte en el centro de una comedia de cierta vocación popular.

Louis Garrel interpreta de forma harto convincente a un Godard que Hazanavicius retrata como una mezcla de intelectual plomizo, rompetechos entrañable (hay un gag recurrente a costa de sus gafas), revolucionario teórico y, en su vida íntima, machista de toda la vida. Y de la misma manera que en 'OSS, El Cairo: Nido de espías' remedaba cierto cine popular de agentes secretos y en 'The Artist' mimetizaba la estática del cine mudo, aquí se dedica a reproducir los elementos más reconocibles del cine de Godard: los intertítulos en rojo, azul o blanco, los colores primarios de films como 'Le Mepris' o 'Pierrot le fou', las frases tipo eslogan político, los planos entrecortados del cuerpo de una mujer de 'Une femme mariée', los personajes que se van al cine a ver la 'Juana de Arco' de Dreyer, los fragmentos en negativo a lo 'Alphaville', los subtítulos que desvelan el subtexto de los diálogos de los personajes... Un manual de tópicos del cine del director de 'À bout de souffle' que obvia la esencia básica de su obra: su componente revolucionario en el fondo y la forma.

Hazanavicius construye así una suerte de comedia sentimental y popular, por momentos con cierta gracia, a partir de la imagen desacralizada y un tanto paródica que buena parte de la población francesa siempre ha tenido del director. Godard aparece como un cineasta inseguro ante las apreciaciones de los estudiantes, un revolucionario que habla del proletariado sin conocerlo y un marido posesivo.

Hazanavicius construye así una suerte de comedia sentimental y popular, por momentos con cierta gracia

Las contradicciones personales e incluso ideológicas del autor de 'El desprecio' son de sobras conocidas, y Hazanavicius se queda también en la superficie a la hora de desmitificar al cineasta vivo más influyente. La película no profundiza en muchas de las dialécticas planteadas, por ejemplo la eterna discusión en torno a cómo se elabora un cine revolucionario que al mismo tiempo no pierda su reclamo popular. El último tramo del film, que se centra en la disolución del vínculo entre Godard y Anne, resulta también el más dramático al mostrar el desencanto de una joven cuando se da cuenta que ya no admira al hombre del que un día se enamoró. Tampoco resulta una sorpresa ese Godard que, como tantos hombres que presumen de su izquierdismo, resulta revolucionario en la calle y conservador en su casa.

'Le Redoutable' no fue la única película crítica con Jean-Luc Godard que se ha visto estos días en Cannes. Fuera de competición, Angnès Varda, una de sus colegas de la época de la Nouvelle Vague, lo cita en su nueva película, 'Visages Villages', en que viaja junto al artista JR por diferentes pueblos de Francia en un proyecto que visibiliza a través de fotografías gigantes a obreros, granjeros y trabajadores varios en su entorno. La directora de 'Los espigadores y la espigadora' termina su recorrido visitando a su viejo amigo Jean-Luc en su casa de Suiza. Pero la recepción no es la esperada, lo que duele a Agnès: "Le quiero mucho, pero es una rata".

Sandler se luce en una comedia familiar

"Tengo que creer que mi padre es un genio para que nuestra vida cobre sentido. Si no, resulta que solo era un capullo", declara desesperado el personaje de Adam Sandler en 'The Meyerowitz Stories (New and Selected)', el otro film a concurso de la jornada que también pone en la balanza a un personaje tan admirable en lo artístico como miserable en lo personal. En este caso, un escultor de ficción, Harold Meyerowitz (Dustin Hoffman), cuya carrera nunca acabó de despegar en lo que a éxito se refiere. Obsesionado con su propio trabajo, Harold ha desatendido a sus dos hijos mayores Danny (estupendo Adam Sandler) y Jean (Elizabeth Marvel), y tampoco mantiene una relación satisfactoria con su preferido, Matthew (Ben Stiller).

Segunda película producida por Netflix a concurso en Cannes, 'The Meyerowitz Stories' confirma a Noah Baumbach como el gran cineasta de cierto Nueva York contemporáneo que mejor se mueve en la estela de Woody Allen. El director de 'Frances Ha' elabora una tragicomedia en torno a una familia marcada por la figura de un padre absorbente y narcisista, que se desarrolla en buena parte en el mundo del arte contemporáneo. El film calibra el valor de conceptos como el éxito y la paternidad a partir de las relaciones que mantienen tres generaciones de Meyerowitz. También como en el cine de Allen, Baumbauch combina diálogos ingeniosos con cargas de profundidad en torno a las relaciones familiares dignas de un Ingmar Bergman. Por si a estas alturas alguien dudaba todavía de ello, 'The Meyerowitz Stories' confirma el inmenso talento de Adam Sandler, que ofrece una de las mejores interpretaciones de su carrera como ese hijo que siempre se ha sentido un perdedor menospreciado por su padre artista.