'Nieve negra': Sbaraglia y Darín, odio fratricida en la Patagonia
El argentino Martín Hodara dirige este 'thriller' familiar, seco y perturbador, protagonizado por Ricardo Darín, Leonardo Sbaraglia y Laia Costa
Decía Karl Jaspers que "el hombre no se revela a sí mismo y a los demás más que en las situaciones límite". Un hecho único y puntual que desequilibra la balanza hacia un polo u otro de la moral y que resulta definitorio y definitivo. Un acontecimiento sin el cual perseveraría el desconocimiento como estado natural de las relaciones humanas. Incluso de las más cercanas. Incluso de las consanguíneas. Incluso de la autoconsciencia. Y sobre ese acontecimiento revelador pivota 'Nieve negra', la última gran producción del cine argentino.
Tras la muerte de su padre, Marcos (Leonardo Sbaraglia) vuelve a su Patagonia natal para arreglar los papeles de la herencia con sus hermanos, Salvador (Ricardo Darín) y Sabrina (Dolores Fonzi); una empresa canadiense quiere hacerse con los terrenos familiares en una transacción que los podría convertir en millonarios. En el viaje lo acompaña Laura (Laia Costa), su mujer, que por fin podrá conocer a quienes formaron parte de la vida pasada de su marido.
A su llegada, después de muchos años alejado, Marcos se encontrará con la desintegración absoluta del resto del núcleo familiar
A su llegada, después de muchos años alejado, Marcos se encontrará con la desintegración absoluta del resto del núcleo familiar: Sabrina está ingresada en un centro psiquiátrico y Salvador se ha convertido en un ermitaño hosco que vive aislado en una sobria cabaña en lo alto de la montaña patagona, construida precisamente en medio de los terrenos que necesitan vender si quieren monetizar la herencia.
A partir de la premisa del reencuentro forzoso con el pasado, el realizador argentino Martin Hodara construye un áspero 'thriller' alrededor de una familia marcada por la tragedia. A través de la mirada del personaje de Laura, desconocedora al igual que el espectador de la historia común de los hermanos, Hodara desvela a través de pistas en forma de 'flashbacks' —técnicamente impecables— un puzle que acaba arrojando luz sobre los motivos que llevaron a Marcos a alejarse de su familia y que han provocado la degradación psicológica de quienes se quedaron.
En un principio, Laura atribuye el comportamiento de Salvador a una personalidad extravagante, pero los silencios y las miradas entre hermanos —que dicen mucho más que las palabras— apuntarán a que hay algo más profundo y trascendental. Y la curiosidad la lleva a tirar del hilo. A medida que avanza, bajo la capa superficial de desafección, Hodara desempolva la culpa, la rivalidad fraternal y las rencillas irresueltas, que parecen materializarse en una atmósfera cada vez más espesa. Mientras, Marcos parece no querer darse cuenta y presiona a su hermano para que abandone la cabaña en la que vive recluido para vender los terrenos y repartirse las ganancias, a lo que Salvador se niega.
En 'Nieve negra' —su primer largometraje como director en solitario tras codirigir junto a Darín 'La señal' en 2007—, Hodara se apoya en la potencia de unos paisajes de gran belleza, pero también de gran crudeza. La escabrosidad de la historia encuentra su eco en la naturaleza del bosque y la montaña, que poco a poco se va tornando —paradójicamente— un entorno asfixiante y claustrofóbico, cada vez más inhóspito a medida que la relación entre los hermanos empieza a 'descongelarse'. Hodara controla perfectamente dónde y cómo debe colocar la cámara para manejar las emociones del espectador, y lo hace de una forma elegante y pulcra. Además, no esconde guiños a directores como Kubrick, evidentes por ejemplo en algunas de las secuencias que ocurren en un paisaje nevado con reminiscencias de los alrededores del hotel Overlook.
Gracias a las grandes interpretaciones de Darín y Sbaraglia, 'Nieve negra' resulta una interesante y solvente apuesta por un 'thriller' seco y visceral
El director consigue además dotar a la película de una textura refinadamente tosca, de una esencia a la vez primitiva y sofisticada: el uso de la madera y la piedra como representación de la brutalidad de la naturaleza. También de la humana. Frente a la rudeza de los hermanos y del entorno, contrasta la aparente ingenuidad y fragilidad de Laura, cuyo peso va creciendo a medida que se desarrolla la trama.
Gracias a las grandes interpretaciones de Darín y Sbaraglia, 'Nieve negra' resulta una interesante y solvente apuesta por un 'thriller' seco y visceral que combina ademanes de cine de autor con un cine de género atmosférico y asequible. Sin embargo, es en la composición y el desarrollo de la historia donde la película adolece de sus debilidades más visibles, y algunas decisiones de guion resultan obvias y excesivamente explicativas. La resolución del misterio acaba siendo embarullada y poco fluida cuando todo el suspense se sostiene sobre esa revelación.
Aun así, salvo por el evidente tropezón argumental de un final que no convence, 'Nieve negra' deja un buen sabor de boca y no pierde el interés del espectador ni acusa problemas de ritmo. Una lectura pesimista de la crónica intrafamiliar más negra, de la fragilidad de las relaciones humanas y la facilidad con que se perpetúa la decadencia moral. "La familia es un nido de perversiones", que dijo Simone de Beauvoir.
Decía Karl Jaspers que "el hombre no se revela a sí mismo y a los demás más que en las situaciones límite". Un hecho único y puntual que desequilibra la balanza hacia un polo u otro de la moral y que resulta definitorio y definitivo. Un acontecimiento sin el cual perseveraría el desconocimiento como estado natural de las relaciones humanas. Incluso de las más cercanas. Incluso de las consanguíneas. Incluso de la autoconsciencia. Y sobre ese acontecimiento revelador pivota 'Nieve negra', la última gran producción del cine argentino.