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'Blood Father', Mel Gibson vuelve a sacar la recortada
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'Blood Father', Mel Gibson vuelve a sacar la recortada

El actor australiano demuestra que se mantiene en plena forma en este vigoroso 'thriller' paternal de Jean-François Richet

Foto: Mel Gibson, en el filme.
Mel Gibson, en el filme.

Con una barba que ya peina canas, el personaje de Link (Mel Gibson) se presenta en 'Blood Father' confesándose en plena reunión de alcohólicos anónimos. Este hombre en libertad condicional desgrana un 'mea culpa' muy sensato en torno a los errores de su pasado. Podríamos estar escuchando al propio Gibson asumiendo la responsabilidad de sus equivocaciones y culpas tras una larga temporada en que se le ha considerado persona 'non grata' en Hollywood.

La otrora gran estrella del cine de acción apenas ha trabajado en los años recientes, excepto cuando lo ha llamado alguna amiga de confianza como Jodie Foster, que lo dirigió en 'El castor', o ha asumido papeles de villano en filmes como 'Machete Kills' o 'Los mercenarios 3'. A la espera de 'Hacksaw Ridge', su nueva película como director, recién estrenada en la Mostra de Venecia, 'Blood Father' tiene algo de retorno oficial a la gran pantalla a través de un papel que el director Jean-François Richet ha confeccionado a su medida.

Tráiler de 'Blood Father'

Alcohol y victimismo

Link se gana la vida haciendo tatuajes en la misma caravana donde habita, en una pequeña comunidad depauperada en que los vecinos se protegen los unos a los otros para no recaer en el alcoholismo. Su vecino, el bueno de William H. Macy, se ocupa de que no se meta en problemas. Link hace tiempo que dejó de buscarlos. Su personaje es el de un hombre que se ha concedido una segunda oportunidad sin renegar de sus orígenes. Su sobriedad, no solo en relación con el alcohol, le impide recrearse en el victimismo y no presume de un sentimiento trágico de la vida que le otorgue una pátina de carisma. Hasta que aparece su hija adolescente, Lydia (Erin Moriarty), a la que daba por perdida. Ella sí anda metida en un lío gordo.

El reencuentro con esa hija a la que no prestó los cuidados debidos en su momento se le presenta a Link como una última oportunidad en un doble sentido. Se le abre la puerta a la redención perfecta tras décadas de pasear por el lado más oscuro de la vida. Ahora puede ejercer de padre que salva a su hija de la peligrosa mafia mexicana. Y de propina, podrá demostrar que todavía es un tipo duro, esta vez con una buena causa como excusa.

Foto: Fotograma del filme.

La paternidad se ha convertido en la última fantasía heroica masculina en el cine de Hollywood. En un momento de necesaria redefinición de los roles tradicionales, la reivindicación del héroe como padre permite asociarlo a una serie de valores positivos que compensan las horas bajas en que se encuentra el paradigma tradicional del héroe de acción testosterónica. Con la excusa de la paternidad, el personaje masculino puede seguir desplegando su tradicional vocación de salvador. La hija aquí se convierte en depositaria de una serie de características que hoy en día no se permitirían en el rol de una mujer adulta. Lydia es un imán para los problemas, un desastre de muchacha que se mezcla con compañías no deseadas y muy peligrosas. Como ella sola no sabe salir del agujero, debe acudir a un hombre para que arregle sus asuntos. Ahí está el héroe masculino dispuesto a poner en riesgo su propia libertad y enfrentarse violentamente a quien sea para salvar a su chica.

Solvencia con aire de serie B

La relación paterno-filial es el punto débil de este 'thriller' de acción con aire de serie B que Jean-François Richet dirige con solvencia. El francés ya había dado muestras de su talento para el género en 'Asalto al distrito 13', su estimable 'remake' del clásico de John Carpenter. Su filmografía se ha caracterizado por buscar un camino medio entre el cultivo del cine típicamente francés y el cine de acción estadounidense.

'Blood Father' se sitúa en la tradición de ese cine americano de polvo y asfalto, de violencia seca y cruda, y personajes curtidos por el sol y por la mala vida. Mientras que el personaje de la hija o la banda de traficantes mexicanos están dibujados con cierta desidia, Richet se encuentra muy cómodo entre los secundarios masculinos veteranos, que se mueven como el propio protagonista en la frontera entre el héroe marginal y el delincuente común, entre el rebelde y el intolerante, entre el viejo héroe de guerra y el actual supremacista blanco. Uno de los momentos más estimulantes del filme es la aparición de Michael Parks (actor al que recurren siempre que pueden Kevin Smith o Quentin Tarantino), ejemplo de veterano que ya cruzó el límite hacia el lado más oscuro.

'Blood Father' tiende a cierto simplismo en su resolución final, cuando se le concede a Link la oportunidad de la redención suprema. Pero se desarrolla con solidez como muestra sobria y sentida del género. Y sobre todo demuestra que si a Mel Gibson le dan la oportunidad, deja claro que todavía se encuentra en plena forma. Sobre todo como actor.

Con una barba que ya peina canas, el personaje de Link (Mel Gibson) se presenta en 'Blood Father' confesándose en plena reunión de alcohólicos anónimos. Este hombre en libertad condicional desgrana un 'mea culpa' muy sensato en torno a los errores de su pasado. Podríamos estar escuchando al propio Gibson asumiendo la responsabilidad de sus equivocaciones y culpas tras una larga temporada en que se le ha considerado persona 'non grata' en Hollywood.

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