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'La historia interminable': Fantasía está hoy más en peligro que nunca
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'La historia interminable': Fantasía está hoy más en peligro que nunca

Tres décadas después de su estreno, 'La historia interminable' vuelve a las pantallas de cine convertida en un clásico indiscutible de la fantasía épica de los años ochenta

Foto: Fotograma de 'La historia interminable'.
Fotograma de 'La historia interminable'.

Como la magdalena mojada en té de 'Por el camino de Swann', cuando suenen los primeros acordes de Giorgio Moroder junto a la voz de Limahl, la máquina del tiempo proustiana se pondrá en funcionamiento, irremediablemente, para aquellos que en 1984 lucían un rostro lampiño, copiaban en los exámenes de la EGB y que, ahora, entrados en la cuarentena, tienen la oportunidad de acompañar a los que, 32 años después, siguen teniendo el rostro lampiño y copiando los exámenes, esta vez, de la ESO. Y el reestreno este viernes de 'La historia interminable' puede constituir un gran puente intergeneracional en un siglo XXI en el que el salto se ensancha gracias a las nuevas tecnologías y las redes sociales.

Tráiler de 'La historia interminable'

Y es que la película de Wolfgang Petersen -al igual que la novela de Michael Ende en que está basada- traspasa la simple aventura de fantasía épica para erigirse como una fábula cargada de reflexiones -y críticas- sobre la sociedad moderna, los movimientos políticos y sociales y el devenir de una Europa en crisis, desencantada y, por ello, fácilmente manipulable por los más oscuros poderes. Y solo a través del conocimiento, la templanza, la valentía, la modestia y el pensamiento profundo se podrán construir los salvavidas para escapar de la oscuridad.

Fantasía como escape

En 'La historia interminable', Bastian (Barret Oliver, quien tuvo una corta carrera actoral que acabó cuando tenía 16 años) acaba de perder a su madre y sufre acoso por parte de sus compañeros de colegio. Su realidad es una basura. Literalmente, porque sus compañeros se empeñan siempre en encerrarle dentro de un contenedor apestoso. Cuando al escapar de sus acosadores acaba escondido en la tienda de libros antiguos del señor Coreander (Thomas Hill), llega a sus manos un libro muy especial, 'La historia interminable', la primera pieza del juego de matrioskas de una narración que salta constantemente hacia dentro y hacia fuera de los distintos niveles del mundo fantástico, la ficción cinematográfica y el acto real de ver la película.

A lo largo de la historia, el libro interpelará al lector, al igual que el filme al espectador, en un alegato a favor de la imaginación, y a través de un artilugio narrativo en el que las obras se abren a un diálogo bidireccional en el que todos interactúan y se influyen mutuamente. Como en el teatro brechtiano del que tanto bebió Ende, el público es consciente en todo momento de que está viendo una película sobre un niño que está leyendo un libro.

"¿Qué es la Nada? La Nada es el vacío que queda. Es la desesperación destruyendo este mundo. La gente que no tiene esperanzas es fácil de controlar". Elocuente.

"Esto es una tienda de objetos pequeños y cuadrados que se llaman libros; requieren un poco de esfuerzo por tu parte y no hacen 'bipbipbipbipbips", le espeta a Bastian el señor Coreander. Viendo la fiebre 'Pokemon Go', actualidad plena. En el momento en que empiece a leer 'La historia interminable' -el libro mágico, no el de Michael Ende, ni la película-, Bastian se irá sumergiendo poco a poco en los devenires del reino de Fantasía, un mundo multirracial donde conviven pacíficamente comepiedras, dragones voladores, enanos, tortugas milenarias parlantes y otros seres, un mundo que, de pronto, se ve amenazado por la invasión de la Nada. "¿Qué es la Nada?", pregunta uno de los personajes. "La Nada es el vacío que queda. Es la desesperación destruyendo este mundo. La gente que no tiene esperanzas es fácil de controlar. Quienquiera que tenga el control... ¡tendrá el poder!", contesta otro. Elocuente.

Símbolos y significados

Poco a poco, la Nada irá avanzando y Fantasía necesitará un héroe, encarnado en un principio en el personaje de Atreyu (Noah Hathaway), que atravesará los Pantanos de la Tristeza -"todo el que se deje llevar por la tristeza acabará hundiéndose en el fango"-, bosques y desiertos camino de la Torre de Marfil, donde tendrá que salvar a la Emperatriz para, a su vez, salvar Fantasía. Sin embargo, la película apelará al héroe que hay dentro de cada uno de nosotros, que conducirá a la salvación o a la destrucción del mundo de acuerdo a las decisiones que se tomen. Al final, somos cada uno de nosotros, y solo nosotros, los responsables últimos de nuestro porvenir.

Cada detalle de la película está cargado de simbolismo y significado; pero además, a su vez, la propia narración reflexiona sobre el poder de las palabras, sobre la propia naturaleza del lenguaje, del símbolo y del significado, y sobre la necesidad de un uso apropiado para comprender y conformar la realidad. Lingüística pura.

Al final somos cada uno de nosotros, y solo nosotros, los responsables últimos de nuestro porvenir

La crítica destilada del libro de Ende -que vivió el auge y la caída del nazismo, los horrores de la guerra y el desmembramiento de Alemania-, de nuevo deja entrever la influencia brechtiana de la novela original, a la que Petersen quiso envolver con un cuidado embalaje de espectaculares e imaginativos decorados -que despliegan una gama de texturas mucho más viva y sensorial que cualquier simple croma verde o azul actual- y los maquillajes y efectos especiales artesanos que elevaron a películas como 'El cristal oscuro' (1982) y 'Dentro del laberinto' (1986) al nivel de clásicos impagables del cine fantástico ochentero.

Con 'La historia interminable', Petersen -que venía de una nominación al Oscar por el drama bélico 'Das Boot' (1981), altamente recomendable también- consiguió competir al nivel de Hollywood con una ficción producida por la República Federal Alemana y que costó alrededor de 27 millones de dólares, dando pie posteriormente a varias secuelas que no consiguieron repetir el éxito.

Tres décadas después de su estreno, la película consigue mantener el tipo en el aspecto técnico -e incluso en el departamento de Arte, mejorar la factura de muchas producciones actuales- y conservarse fresca y asombrosamente actual en los planteamientos, a diferencia de los pantalones de Bowie en 'Dentro del laberinto'. Una fantasía épica intemporal que podrá conseguir acercar, aunque sea un poquito, la brecha entre los cuarentones proustianos y la generación 'post millennial'. Exactamente igual que 'Pokemon Go',

Foto: Fotograma de 'Sunset Song', de Terrence Davies.
Foto: Fotograma de 'Berberian Sound Studio'.

Como la magdalena mojada en té de 'Por el camino de Swann', cuando suenen los primeros acordes de Giorgio Moroder junto a la voz de Limahl, la máquina del tiempo proustiana se pondrá en funcionamiento, irremediablemente, para aquellos que en 1984 lucían un rostro lampiño, copiaban en los exámenes de la EGB y que, ahora, entrados en la cuarentena, tienen la oportunidad de acompañar a los que, 32 años después, siguen teniendo el rostro lampiño y copiando los exámenes, esta vez, de la ESO. Y el reestreno este viernes de 'La historia interminable' puede constituir un gran puente intergeneracional en un siglo XXI en el que el salto se ensancha gracias a las nuevas tecnologías y las redes sociales.

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