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'El rey tuerto', de antidisturbios a antisistema
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'El rey tuerto', de antidisturbios a antisistema

Marc Crehuet traslada al cine su obra de teatro 'El rey tuerto', una pieza de cámara sobre la confusión de identidad de su generación

Foto: 'El rey tuerto'.
'El rey tuerto'.

Lidia (Betsy Túrnez) ha organizado una cena de parejas. Hace unos días reencontró en Facebook a una vieja amiga, Sandra (Ruth Llopis), con la que había perdido el contacto, y decidieron que era una buena idea verse de nuevo. Es también la excusa ideal para conocer a sus respectivos novios, David (Alain Hernández) e Ignasi (Miki Esparbé).

La velada se desarrolla con cierta incomodidad. Quizá Lidia y Sandra, pasados estos años, no tienen tantas cosas en común como pensaban. Y sus respectivos estilos de vida las separan más de lo que en principio se atreven a confesar. Lidia se quedó en el barrio de toda la vida y suelta algún comentario de tintes xenófobos respecto a cómo ha cambiado el entorno. Sandra no puede evitar cierto sentimiento de superioridad respecto a su antigua amiga, lo que no sienta nada bien a David. Aunque la verdadera tensión estallará cuando Ignasi descubra que el antidisturbios que le sacó el ojo hace poco en una manifestación es David. El hombre que se sienta justo enfrente de él.

Tráiler de 'El rey tuerto'

'El rey tuerto' es la adaptación cinematográfica que Marc Crehuet ha llevado a cabo de su propia y exitosa obra de teatro, una pieza de cámara que retrata la confusión de identidad de su propia generación a partir del encuentro dramático de dos parejas, 'a priori', en las antípodas tanto sociales como ideológicas una de la otra. De formación televisiva, Crehuet inició su carrera como realizador en la XTVL -la red de televisiones locales de Cataluña- desarrollando una serie de programas donde mezclaba el humor y elementos del falso documental para llevar a cabo una aguda observación de las modas, tendencias y tics de su época.

En 2011 estrenó en el segundo canal de la televisión pública catalana 'Pop Ràpid', una 'sitcom' situada en un bar y centrada en las luces y sombras de la generación 'hipster'. En 'Pop Ràpid' ya aparecía la cuadrilla de intérpretes que se ha convertido en la 'troupe' habitual de Crehuet: Alain Hernández, Betsy Túrnez y Miki Esparbé que, junto a Ruth Llopis, también son los protagonistas tanto de la versión teatral como de la cinematográfica de 'El rey tuerto'.

Acostumbrado a trabajar en formatos con localizaciones casi únicas, donde pesan sobre todo el dibujo de personajes, los conflictos dramáticos y los diálogos, Crehuet no esconde en ningún momento el origen teatral de su película. La mayor parte de 'El rey tuerto' tiene lugar en un mismo espacio, el apartamento de Lidia y David donde se plantea el drama.

El personaje del político (Xesc Cabot), que repite una y otra vez las consignas vacías -el discurso en torno a la austeridad y el vivir por encima de nuestras posibilidades- que ha asimilado el antidisturbios, se filtra sobre todo a través de la televisión del hogar. A partir de aquí, Crehuet esboza ese primer choque entre el policía de clase obrera que, al contrario que su pareja, no se siente avergonzado de sus orígenes y el director de documentales sociales que vive gracias al dinero de su padre. Con este planteamiento, parece que vamos a asistir a un despliegue de la típica relación reversible de dominación entre torturador y torturado que plantea Roman Polanski en algunas de sus películas.

Asistimos al despliegue de la típica relación reversible de dominación entre torturador y torturado

Pero Crehuet prefiere darle una vuelta de tuerca al asunto. Mientras que Lidia entra en crisis al descubrir que su marido no se arrepiente de haber dejado tuerto a una persona, Ignasi y Sandra urden un plan para 'salvar' a David. Se trata de concienciarlo de lo perjudicial de su ideología y convertirlo para la causa antisistema. Pero la reeducación de David tiene consecuencias inesperadas.

Un retrato generacional poliédrico

A partir del planteamiento de un conflicto dramático surgido del choque sociopolítico, Marc Crehuet acaba trazando un retrato de una generación confusa respecto a su propia identidad. Los cuatro protagonistas de 'El rey tuerto' son fácilmente identificables y al mismo tiempo no se sienten seguros de sus propias convicciones. Lidia se vuelca en todo tipo de cursillos para llenar su vida, David esconde su inmensa fragilidad haciendo ostentación de un carácter viril, Ignasi podría llevarse mejor de lo que esperaba con el hombre que lo mutiló, mientras que Sandra se queda como la protagonista más desdibujada y arquetípica, la pija progre con aires de suficiencia que suelta consignas políticas con extremada frivolidad.

La naturaleza teatral de 'El rey tuerto' es tan evidente que no importa que Marc Crehuet haya mantenido parte de su esencia en la puesta en escena cinematográfica. Aunque, de esta manera, el filme adolece de los mismos problemas que el texto original o los hace más visibles. Los personajes, por ejemplo, están diseñados en función de cómo van a reaccionar unos en relación a los otros, y en algunos momentos rozan demasiado el estereotipo.

Mientras que la película se apoya en exceso en los diálogos y las interpretaciones de los actores y actrices, todos muy convincentes, sin apenas aportar ideas visuales. Sin embargo, 'El rey tuerto' sigue siendo una de las pocas películas actuales que ofrecen un retrato poliédrico de la crisis identitaria de la generación que ya ha superado la treintena.

Lidia (Betsy Túrnez) ha organizado una cena de parejas. Hace unos días reencontró en Facebook a una vieja amiga, Sandra (Ruth Llopis), con la que había perdido el contacto, y decidieron que era una buena idea verse de nuevo. Es también la excusa ideal para conocer a sus respectivos novios, David (Alain Hernández) e Ignasi (Miki Esparbé).

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