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El infame 'remake' de 'El secreto de tus ojos'
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Estreno de 'El secreto de una obsesión'

El infame 'remake' de 'El secreto de tus ojos'

La tensión del filme se nutre casi exclusivamente de la mala costumbre que tiene el guion de ocultarnos detalles que, a menudo, resultan ser irrelevantes. Ir de farol, lo llaman

Foto: 'El secreto de una obsesión'.
'El secreto de una obsesión'.

Definitivamente, concederle el Oscar a 'El secreto de sus ojos' hace ahora seis años fue un error garrafal. Y no solo porque la película de Juan José Campanella fuera obviamente menos merecedora del premio que sus dos grandes rivales entre las nominadas aquel año en la categoría de mejor película de habla no inglesa -'La cinta blanca', de Michael Haneke, y 'Un profeta', de Jacques Audiard-, sino sobre todo porque aquella victoria convirtió la posibilidad de un 'remake' hollywoodiense típicamente infame en algo casi inevitable. 'El secreto de una obsesión' es ese 'remake'.

Quienes mantengan la película original fresca en la memoria sin duda recordarán su escena más famosa: una trepidante persecución, aparentemente rodada en un único plano secuencia, en la que el presunto asesino huye a través de las instalaciones del estadio de fútbol donde se celebra el partido entre el Huracán y el Racing Club de Avellaneda y es finalmente atrapado en medio del terreno de juego mismo. En 'El secreto de una obsesión', la escena se ha trasladado a un estadio de béisbol, y está diseñada como una ramplona sucesión de planos, como una persecución más de una película de buenos y malos más. Esa pérdida en la traducción es una representación perfecta de la nueva película en su conjunto.

'El secreto de una obsesión'

Paranoia después del 11-S

Si Campanella conectó la intriga central de su película con el clima de terror y persecución política que vivió Argentina durante la guerra sucia, al mover la acción a Estados Unidos, el director Billy Ray conecta la de la suya con la atmósfera de paranoia que se apoderó del país después del 11-S. De hecho, 'El secreto de una obsesión' continuamente promete ahondar en el modo en que los derechos y libertades individuales fueron sacrificados tras los atentados en nombre de la seguridad nacional, pero en lugar de ello nos ofrece una escena tras otra llena de clichés propios del cine policial.

Los Ángeles, 2002. El cuerpo de una niña es encontrado en un contenedor de basura al lado de la mezquita en que los investigadores protagonistas llevan a cabo labores de inteligencia antiterrorista. Fruto de una coincidencia trágica -y más bien inverosímil-, la muerta resulta ser hija de una de ellos, Jess (Julia Roberts). Tanto ella como Ray (Chiwetel Ejiofor) tienen bastante claro quién lo hizo pero no lo pueden detener, puesto que se trata de un colaborador en la investigación infiltrado en la que podría ser la mayor célula terrorista del país. La mayor parte de la película tiene lugar 13 años después, cuando Ray, Jess y la ayudante del fiscal del distrito Claire (Nicole Kidman) se reúnen para intentar localizar al asesino. Así pues, por un lado tenemos a tres personas que han pasado más de una década obsesionadas por un caso no resuelto; y por otro tenemos al resto de los mortales, que nos olvidaremos del asunto apenas tres cuartos de hora después de ver la película.

Tenemos a tres personas que llevan más de una década obsesionados por un caso; el resto nos olvidaremos del asunto en tres cuartos de hora

Como su modelo, pues, la película constantemente da saltos atrás y adelante en el tiempo. Para evitar que el espectador no tenga dudas sobre en qué plano temporal se encuentra en cada momento, el director distingue de dos formas las escenas del presente de las del pasado: 1. Llenándolas de terribles frases de diálogo como “Siempre fuiste hermosa, pero tan ambiciosa…”, y 2. Dejando que sea el cabello de Ejiofor, más o menos canoso en función de la época, lo que nos ubique. Por lo demás, el tiempo no parece haber operado cambios significativos en la actitud de los personajes. De hecho, la tensión no se nutre de sus crisis espirituales, sino casi exclusivamente de la mala costumbre que tiene el guion de ocultarnos detalles que, a menudo, luego resultan ser irrelevantes. Ir de farol, lo llaman.

Todo acerca de la investigación es orquestado de modo que la trama criminal parezca más conspirativa, que la obsesión resulte más personal, y que el dolor sea más íntimo. Y quizás ese fuera el efecto de no ser porque, al mismo tiempo, los personajes se comportan de forma bastante tonta. Ray, por ejemplo, está tan obcecado por atrapar al malo que traspasa todo tipo de límites profesionales, y está claro desde el principio que eso se volverá en su contra. Y por lo que respecta a la historia de amor no correspondido -era uno de los elementos esenciales de la película original-, se ve completamente saboteada por la alarmante falta de química entre Ejiofor y Kidman. Si sus personajes no hablaran tan a menudo del asunto que hay entre ellos, ni nos daríamos cuenta.

Y por lo que respecta a la historia de amor no correspondido se ve completamente saboteada por la alarmante falta de química entre Ejiofor y Kidman

Al final, pese que finge manejar varios temas de fondo -la cultura de la vigilancia, la corrupción de la autoridad, la imposibilidad de justicia y la futilidad de la venganza-, 'El secreto de una obsesión', decimos, no es más que un mediocre procedural lleno de pistas falsas, motivos ocultos y aires de lúgubre gravedad puntualmente interrumpidos por momentos de comedia involuntaria. O, dicho de otro modo, un episodio de 'Navy: investigación criminal' con el reparto más estelar de la historia.

Definitivamente, concederle el Oscar a 'El secreto de sus ojos' hace ahora seis años fue un error garrafal. Y no solo porque la película de Juan José Campanella fuera obviamente menos merecedora del premio que sus dos grandes rivales entre las nominadas aquel año en la categoría de mejor película de habla no inglesa -'La cinta blanca', de Michael Haneke, y 'Un profeta', de Jacques Audiard-, sino sobre todo porque aquella victoria convirtió la posibilidad de un 'remake' hollywoodiense típicamente infame en algo casi inevitable. 'El secreto de una obsesión' es ese 'remake'.

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