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La Biblia reescrita como un 'best seller' de aeropuerto
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estreno de 'Resucitado'

La Biblia reescrita como un 'best seller' de aeropuerto

El título es solo una evidencia más del empeño que el director Kevin Reynolds ha puesto en hacer una película que sea religiosa pero que no lo parezca

Foto: 'Resucitado'
'Resucitado'

Puede que entre los espectadores profanos y los amantes del cine de terror haya más de un despistado que se arroje a 'Resucitado' guiado solo por su título, que la hace sonar -al menos, para quien no sepa nada más de ella- como la trigésimo cuarta película de zombis que llega a la cartelera este año. Y después de todo algo de eso hay. ¿Qué es la historia de Jesucristo si no las tribulaciones de un muerto viviente?

Pero el título es solo una evidencia más del empeño que el director Kevin Reynolds ha puesto en hacer una película que sea religiosa pero que no lo parezca. De entrada, ni una sola vez en todo su metraje se pronuncia el nombre Jesús; a nuestro héroe sus discípulos lo llaman Yeshua -el nombre hebreo- o a veces, a secas, El nazareno. Y no es el típico rubiales con pelazo surfero al que la facción kitsch del cine bíblico nos tiene acostumbrados sino un fulano cuyo rostro, a pesar de la perfecta dentadura –al parecer la resurrección divina obra ese tipo de milagros odontológicos--, encaja menos en un anuncio de Timotei que en una rueda de reconocimiento policial.

Tráiler de Resucitado

En ese sentido, además, 'Resucitado' contiene de entrada una ironía maravillosa: arranca pasado el punto en el que casi todas las otras películas sobre Cristo culminan, lo que significa que la escena más famosa de la historia de Occidente, la crucifixión del mártir, ha tenido lugar fuera de cámara antes de que nosotros nos sentáramos frente a la pantalla.

Todo eso resultaría francamente extraño -y extraño, ojo, no significa malo- de no ser porque, en realidad, aquí el verdadero protagonista no es el hijo de Dios sino un tribuno militar romano, Clavio, a quien Poncio Pilato asigna la tarea de investigar adónde ha ido el cadáver del tal Yeshua tras desaparecer de la tumba donde fue depositado tras la crucifixión.

Dicho de otra manera, Reynolds -en su día, gracias a aparatosos títulos como 'Robin Hood: El príncipe de los ladrones' o 'Waterworld', aspirante a Ridley Scott de estar por casa-, diseña la primera hora de esta historia en algo así como 'CSI: Jerusalén'; todo cuanto faltan son unas gafas de sol y una canción de The Who de fondo.

Acompañado por su novato ayudante Lucio, decimos, Clavio chafardea entre los compinches del muerto con el fin de localizar lo que ellos creen que es un cuerpo robado y así callar esos rumores que hablan de un advenimiento mesiánico y amenazan con poner el Imperio Romano patas arriba. Clavio y Lucio -¿no hubo un dúo llamado así durante la Movida?- llaman a puertas e interrogan a judíos vestidos con sacos de patatas, en especial a un puñado de apóstoles que la película inicialmente retrata como una panda de lunáticos-Bartolomé, en particular, parece sacado de un sketch de 'La vida de Brian'-. En la piel de Clavio, por su parte, Joseph Fiennes se pasea por la película con gesto propio de haber cenado demasiado pesado la noche anterior.

Quizá no haga falta decir que todo cuanto sucede durante esa primera hora carece por completo de tensión dramática. Sabemos perfectamente qué descubrirá Clavio en sus pesquisas, y cómo va a afectarle. En todo caso tiene cierta gracia que la Biblia, el libro más vendido de todos los tiempos gracias sobre todo a la cantidad de stock adquirida por iglesias y hoteles, sea aquí reescrita a la manera de un best-seller de aeropuerto.

Cuando la película se sacude de encima sus excentricidades, muta en una ramplona relectura del Evangelio según San Juan

El problema es que en cuanto el tribuno deja de ser un escéptico empedernido para convertirse en un verdadero creyente la película se sacude de encima sus excentricidades y muta en una ramplona relectura del Evangelio según San Juan. Así, inevitablemente, Yeshua aparece y ejecuta una serie de números de magia -cura un leproso, se saca de la chistera unos peces, lo típico- antes de hacer una salida final envuelto en lo que parece ser una explosión nuclear. Al responsable de efectos especiales le habría venido bien un milagro.

Lo que en última instancia se le echa de menos a 'Resucitado' es sentido alguno de misterio, entendido en el sentido literal o en el teológico. Reynolds se conforma con recrear los Evangelios sin darles vida: no se pregunta cómo sería vivir en Judea en un momento tan convulso tanto histórica como espiritualmente ni qué siente uno al verse obligado a cuestionar sus creencias tras ser testigo de lo inexplicable. No tiene intención alguna de sembrar dudas, sino solo de confirmar a su audiencia natural -para entendernos, aquellos que este próximo viernes no comerán carne- algo de lo que ya están rematadamente convencidos.

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'O los tres o ninguno'

Puede que entre los espectadores profanos y los amantes del cine de terror haya más de un despistado que se arroje a 'Resucitado' guiado solo por su título, que la hace sonar -al menos, para quien no sepa nada más de ella- como la trigésimo cuarta película de zombis que llega a la cartelera este año. Y después de todo algo de eso hay. ¿Qué es la historia de Jesucristo si no las tribulaciones de un muerto viviente?

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