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Política y coproducciones en el cine español
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Política y coproducciones en el cine español

Para muchos es conocida la habilidad de los hombres de cine, especialmente sus productores, para resolver situaciones comprometidas

Foto: Una sala de cine
Una sala de cine

Para muchos es conocida la habilidad de los hombres de cine, especialmente sus productores, para resolver situaciones comprometidas.

Una mezcla de conocimiento, astucia y arrojo.

En el momento en que se encuentra la investidura de un Presidente de Gobierno en España, nos parece razonable recomendar a S.M. el Rey y al Excmo. Presidente del Congreso recabar la ayuda de cuantos profesionales puedan ayudar a resolver el problema. Nos atrevemos a recomendar que busquen la colaboración de un productor de cine especialista en coproducciones. Quizá no sea la mejor de las soluciones, pero desde luego no es la peor a la vista de lo que está sucediendo.

Cuando un productor tiene un proyecto que excede sus posibilidades económicas y/o las que su mercado le puede facilitar, recurre a una coproducción. Amplía su base, como si dijéramos para conseguir los votos que le faltan.

El productor líder

En función de las necesidades, la coproducción puede ser bipartita, tripartita o multilateral. Y las participaciones pueden ser mayoritarias, minoritarias o igualitarias. En toda coproducción tiene que haber una empresa que lidere la película, que se responsabilice de todos los aspectos creativos, técnicos y comerciales del proyecto.

Para ello se establece un contrato entre las partes, visado por las autoridades competentes en cada uno de los países, que el productor líder, como responsable, debe ejecutar con honestidad (¡!) respecto al acuerdo firmado. A veces el mayor problema radica en decidir quien es ese productor líder. Suele ser el productor-promotor inicial del proyecto. Otras veces el mayoritario -aquel que invierte la cantidad mayor-, otras se busca un profesional independiente que asalariado ejecute la producción.

Perdonen el tono didáctico, pero nos interesa que quede patente la similitud entre la industria cinematográfica y la industria electoral.

Volvamos al cine. La coproducción es la solución a la mayoría de los problemas de producción. Encontrar los socios adecuados es esencial. Llegar a acuerdos basados en la confianza mutua, buscar fórmulas para flexibilizar las reglas que cada país impone son imprescindibles para el éxito de las películas.

Francia: 47 - España: 17

Francia tiene por encima de 47 acuerdos de coproducción con los más diversos países, España 17- incluso ya ha firmado con la pujante China-, el Reino Unido 7, y todos podemos acogernos a la Convención Europea de Coproducción, que está firmada por 42 países, que permiten la multinacionalidad de las películas.

Aplicando criterios de la Industria Cinematográfica no parece difícil solucionar la situación política en que se encuentra España.

¿Cataluña? Ni al menos experto de los productores de Barcelona, se le ocurre renunciar al mercado español. Todo lo contrario; hay que aumentar los incentivos.

¿Aumentar el precio de las localidades? Da igual. Lo que hay que aumentar son los incentivos. Todos. Leyes de mecenazgo, ayudas a los cortos y a las series, desgravaciones… Programa, programa, programa.

¿Quién puede ser el socio mayoritario? En este momento, la situación es compleja, porque la productora que había sido mayoritaria hasta ahora, Rajoyfilms tiene problemas de contabilidad, y al segundo, aunque es joven y está lleno de ganas, Sánchez Poducciones Cinematográficas, tiene pocos votos. Los otros son aún cortometrajistas y les falta experiencia.

Pero vamos al meollo de esta coproducción: el reparto. Porque en el panorama político parece que ahora mismo el problema mayor que tiene esta película es el de los protagonistas. Más bien el protagonista masculino. El que tiene que interpretar al Presidente. ¿Elegimos un galán maduro, pero un poco lento y ya demodé, o vamos a uno de los chavalines… con el problema del público femenino, que no es muy partidario de la ambigüedad?

Ahí es imprescindible un coproductor astuto, que sepa contentar a unos y a otros: a uno le aumentan el papel a cambio de que su nombre vaya en un lugar secundario… a otro se le promete otra película para más adelante… Por no hablar de dinero. O de mujeres. ¿Y si hablásemos de una Presidenta?

No nos atrevemos a sugerir los nombres, pero tenemos varios candidatos inmejorables para negociar la coproducción. No hay que darle muchas vueltas ni hablar de filosofías profundas. Se trata de hacer un reparto. Re – Par – To. Porque la película hay que estrenarla y tiene fecha de caducidad.

Hay que trocear la tarta. Y el cine está a disposición de Su Majestad. Que por cierto, tiene ahora la planta perfecta para interpretar el papel de su tatarabuelo, aunque está un poco pasado de edad. Pero para eso está el maquillaje. El futuro Presidente le podría ofrecer lo que sería un éxito de taquilla fuera de lo común: ‘¿Dónde vas FELIPE VI?’.

Naturalmente, una coproducción.

Para muchos es conocida la habilidad de los hombres de cine, especialmente sus productores, para resolver situaciones comprometidas.

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