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El loco mundo de la droga
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estreno de 'dope'

El loco mundo de la droga

Rick Famuyiwa toca la comedia adolescente, el enredo criminal y el romance en su nuevo filme

Foto: Fotograma de 'Dope'
Fotograma de 'Dope'

En su idioma original, la palabra "dope" tiene varios significados: puede servir para referirse genéricamente a una droga, a un idiota o a alguien/algo que es 'cool'. Es la palabra perfecta, pues, para titular el nuevo largometraje de Rick Famuyiwa, porque 'Dope' cuenta una historia relacionada con las drogas, incluye varios personajes que hacen cosas estúpidas y, de principio a fin, es de lo más cool aunque su protagonista esté erróneamente convencido de no serlo en absoluto.

En realidad, como de costumbre, el problema de Malcolm (Shameik Moore) y sus dos sidekicks, Jib (Tony Revolori) y Diggy (Kiersey Clemons), es que no encajan. Tienen la piel oscura pero consumen entretenimiento para blancos como 'Juego de Trono's o TV On the Radio. Están obsesionados por el hip hop de los 90, pero la música que hacen con su banda Awreeoh –pronúnciese Oreo, que no es sino algo negro por fuera y blanco por dentro— es más parecido al punk-rock californiano. Viven en el gueto pero tienen mucho más que ver con Steve Urkel que con 'Los chicos del barrio'. Y mientras sus compañeros de instituto consagran su intelecto al trapicheo, ellos sacan buenas notas.

Ahora bien, en su camino a Harvard, y por culpa de los encantos de una mujer apropiadamente parecida a la Lisa Bonet de hace 25 años -no en vano la encarna su hija, Zöe Kravitz-, Malcolm de repente se verá cargando con una mochila que contiene una pistola cargada y un montón de bolsas de MDMA. Para entendernos, el geek se hará gangsta.

Mientras sus compañeros de instituto consagran su intelecto al trapicheo, ellos sacan buenas notas. Hasta que todo se complica

Malcolm es el tipo de protagonista que John Hughes podría haber escrito de no ser porque su fobia a los personajes negros era solo equiparable a la de Woody Allen. Cierto que 'Dope' es mucho más afilada de los que el cine de Hughes nunca fue -los tiempos han cambiado-, pero al fin y al cabo ofrece la misma visión afectuosa de los adolescentes inadaptados, e incluso termina con un alegato parecido al que Anthony Michael Hall escribía al final de 'El club de los cinco'. Un alegato, por cierto, que quizá sea lo más desafortunado de la película en tanto que explicita a lo bruto ideas –que una persona debería ser juzgada por su personalidad y no por el color de su piel ni su lugar de procedencia ni blablablá- que ya habían aflorado a la superficie de forma más sutil. Pero no divaguemos.

En cuanto las drogas y la pipa entran en escena, los acontecimientos se precipitan en cascada y se acumulan más giros que en la pista de baile de un tablao. La energía llega a ser tan alocada que por momentos las desventuras de Malcolm son como la versión de carne y hueso de un cartoon de Looney Tunes. Todo cuanto puede salirle mal, le sale mal -pocas veces fue la Ley de Murphy tan sádica-, pero el muchacho en todo momento se las arregla para salir airoso. De hecho, solo cuando Malcolm se ve obligado a abrazar algunas de sus cualidades más oscuras empieza a sacar pleno partido de su potencial, y hacer caso al Tom Cruise de 'Risky Business' cuando dijo que, a veces, hay que saber decir “pero qué coño”.

Tráiler de 'Dope'

Que en su esfuerzo por escapar de sus circunstancias el chaval se vea forzado a convertirse en todo aquello de lo que ha renegado es una prueba de las limitadas oportunidades que la sociedad ofrece a los jóvenes afroamericanos, pero incluso cuando las balas empiezan volar abandera 'Dope' su vocación optimista y liviana con una determinación que llega a ser contraproducente. Especialmente considerando que vive en un mundo en el que cada vez que sales a la calle podrías morir, resulta poco creíble que al final de su periplo Malcolm -a diferencia de Cruise en 'Risky Business'- no le haya hecho ni un solo rasguño al huevo de Fabergé.

Cada vez las cosas amenazan con ponerse serias, la película hace una cucamona y regresa a lo cómico, y eso la probablemente la prevenga de funcionar a modo de retrato fiel de la adolescencia americana aunque, eso sí, sigue siéndolo más que Jason Biggs haciendo el coito con una tarta de manzana.

Hay más referencias pop en 'Dope' que selfies en el Instagram de la Kardashian

Ensalada pop

A 'Dope', en realidad, le pasa lo mismo que a su protagonista: no sabe lo que quiere ser y a cambio trata de ser muchas cosas. Transita distintos géneros, de la comedia adolescente al enredo criminal pasando por el romance; mientras lo hace despliega todo un catálogo de trucos visuales que incluye planos congelados, pantallas partidas, voces en off, flashbacks, rebobinados; y en el proceso, de forma incesante, nos ametralla con citas a Snapchat y a Public Enemy, a Coachella y a la cultura de los memes, a Marty McFly y a los drones de Obama. Hay más referencias pop en Dope que selfies en el Instagram de la Kardashian.

La ventaja de tanta frondosidad temática y estilística es que da igual si uno de los dardos de Ramuyiwa no da en la diana porque en seguida lanzará otro que quizá sí lo haga. La desventaja es que muchas de las piezas inevitablemente nunca llegan a encajar, y que varias subtramas son abandonadas de forma poco ceremoniosa. A Famuyiwa, es decir, por momentos se le va la película de las manos, pero incluso entonces resulta fascinante verle desplegar el mismo entusiasmo encadenando ocurrencias que un niño entrando por primera vez en una tienda de golosinas. ¿O es que vamos a ponerle muchas pegas a una película por tener demasiadas ideas?

En su idioma original, la palabra "dope" tiene varios significados: puede servir para referirse genéricamente a una droga, a un idiota o a alguien/algo que es 'cool'. Es la palabra perfecta, pues, para titular el nuevo largometraje de Rick Famuyiwa, porque 'Dope' cuenta una historia relacionada con las drogas, incluye varios personajes que hacen cosas estúpidas y, de principio a fin, es de lo más cool aunque su protagonista esté erróneamente convencido de no serlo en absoluto.

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