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Los Minions se ponen plastas
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estreno del 'spin-off' de 'gru, mi villano favorito'

Los Minions se ponen plastas

Los esbirros de Gru llegan a la gran pantalla con una película para ellos solos y para reventar la taquilla y las arcas del estudio gracias al merchandising

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Lo poco agrada y lo mucho enfada. Una frase hecha tan tópica como cargada de verdad. De hecho, con esas siete palabras se podría resumir a la perfección Los minions, la película de animación de Ilumination Entertainment centrada en las criaturitas amarillas que actuaron de esbirros de Gru en sus dos entregas, y que ahora se enfrentan a su primera aventura en solitario.

Recordemos el fenómeno. En julio de 2010 llega a las salas distribuida por Universal una película de 'dibujos' que no pertenece ni a Pixar ni a Dreamworks: Gru, mi villano favorito. El filme consigue en su primer fin de semana 56 millones de dólares, y al final de su carrera comercial 251 millones en EEUU y otros 291 en el resto de países. Un pelotazo sorpresa apoyado en un buen boca oreja y que vino acompañado de un éxito descomunal en el merchandising. Camisetas, peluches, videojuegos… todo estaba inundado de publicidad de la película, pero sobre todo de unos personajes secundarios que se apoderaban de la película: los Minions, que con su lenguaje inventado, su humor heredero del slapstick y su torpeza robaron cada escena. Todo el mundo quería tener un minion en casa. Y todo con un presupuesto muy medido (69 millones de dólares), muy lejos de las grandes producciones animadas como Toy Story 3.

Con semejantes mimbres la secuela era cuestión de tiempo. Tres años después llegaba la segunda parte. Mismos protagonistas, casi mismo presupuesto y más dinero. 368 millones en EEUU y casi 1.000 millones totales. Una de las películas más taquilleras de ese año y dos nominaciones al Oscar (Película de animación y Canción original).

Una secuela que perdía frescura y que apostaba por explotar los elementos que más habían funcionado en la original, entre ellos la presencia multiplicada de los bichitos amarillos, que comenzaban a dar señales de agotamiento. Pero la gente seguía pidiendo Minions, y desde Universal y Ilumination lo tuvieron fácil, había que darles una película para ellos.

La presencia del personaje secundario que se adueña de la película es un clásico en la animación. Olaf daba los mejores momentos cómicos de Frozen, y la ardilla Scrat de La edad de hielo es una experta en estas lides. Sus descacharrantes gags hicieron que encada secuela su tiempo en pantalla fuera mayor, pero desde Fox nunca se atrevieron a dar un largo a la ardillay se conformó con cortos que explotaban su gestualidad en un humor que tiene mucho que ver con el de Los minions.

Ahora, otros dos años después de Gru, mi villano favorito 2, llega la película dedicada a los amarillos esbirros, y la tendencia que ya se notaba en la secuela se hace más patente, casi 100 minutos con los Minions son demasiados. Sus sonidos, golpes, caídas y torpezas gustan cuando son el desengrase de la trama principal, pero son excesivos y cansinos cuando ellos se convierten en los protagonistas.

Las bromas se repiten desde demasiado pronto y la inventiva y originalidad desaparecen. Los Minions se ponen plastas y llegan a levantar dolor de cabeza a pesar de que sigan siendo tan monos como siempre.

La historia se limita a contar su origen (con unos originales títulos de crédito en animación tradicional) y cómo desde los comienzos de la historia buscaron un villano al que servir. Como sabemos los Minions no hablan (o no en un lenguaje inteligible), por lo que la película tira a lo fácil y desde el primer segundo una voz en off se encarga de narrar todo como fuera un cuento (hasta que aparecen los personajes humanos). Adiós al riesgo de contar sin palabras como lo hizo Wall-E. Y eso que para el comienzo se reservan una sucesión de gags brillantes que repasan la historia de la humanidad desde el punto de vista de los esbirros.

La película carece de historia y todo queda al servicio de los gags de sus protagonistas. Algunos de ellos brillantes, y la decisión de ambientar la trama principal en el Reino Uniddo de los años 60 y plagar la película de referencias pop y música británica es todo un acierto, pero en todo momento uno tiene la sensación de que son una sucesión de escenas cómicas y de acción unidas sin ningún tipo de cohesión. Funcionarían igual como píldoras para ver cuando uno le apeteciera.

Eso sí, los niños disfrutarán, se reirán y los padres no se sentirán estafados. Lo mínimo que se puede pedir a un producto de estas características. Ahora queda ver cómo se las arreglarán los productores para sacarse una secuela de Los minions de la manga viendo el cerrado final que propone. Porque no duden que habrá secuela, sólo esperen a ver los resultados en taquilla. Todavía hay mucha hambre de Minions y mucho merchandising por explotar.

Lo poco agrada y lo mucho enfada. Una frase hecha tan tópica como cargada de verdad. De hecho, con esas siete palabras se podría resumir a la perfección Los minions, la película de animación de Ilumination Entertainment centrada en las criaturitas amarillas que actuaron de esbirros de Gru en sus dos entregas, y que ahora se enfrentan a su primera aventura en solitario.

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