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estreno de 'lazos de sangre'

Copiar a Scorsese no es tan fácil

EL actor francés Guillaume Canet sigue la senda de los clásicos estadounidenses de los setenta en su nuevo thriller como director

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El segundo largometraje como director del también actor Guillaume Canet, No se lo digas a nadie, adaptaba una novela negra norteamericana en un escenario francés. En Lazos de sangre lleva a cabo la operación inversa. Rehace en EEUU la película del mismo título de Jacques Maillot en la que él trabajó como intérprete. En Lazos de sangre, Canet lleva a cabo el sueño húmedo de muchísimos estudiantes de cine. Rodar una película al estilo de Martin Scorsese o Sidney Lumet, un thriller ambientado en la Nueva York de los años setenta donde las intrigas policiales se entrecruzan con los conflictos familiares.

Para ello, el francés contó con la colaboración del director norteamericano que mejor ha sabido mantener el espíritu de esta estética en el cine contemporáneo, James Gray, uno de esos cineastas mucho más apreciados en Francia que en su propio país de origen. El responsable de títulos como La inmigrante, Little Odessa o La noche es nuestra participa como coguionista y productor ejecutivo de un filme que entronca con todas sus constantes.

Los protagonistas de Lazos de sangre son un par de hermanos situados en lados opuestos de la ley. Chris (Clive Owen) acaba de salir de la cárcel e intenta rehacer su vida. Le echa una mano Frank (Billy Crudup), su hermano policía que, aunque no le visitó durante su estancia en prisión, le deja vivir en su casa y le busca trabajo. Al padre de ambos, Leon (James Caan), se le nota la predilección por Chris a pesar de que Frank sea el hermano bueno. De hecho, tras ser liberado Chris pide visitar a su padre antes que a su ex esposa Monica (Marion Cotillard), una prostituta drogadicta que cuida de los hijos de ambos. Lejos de reconciliarse con su mujer, el protagonista inicia una nueva relación con Natalie (Mila Kunis), mientras que su hermano Frank recupera a su ex novia Vanessa (Zoe Saldana) tras meter entre rejas al actual marido de ella, Anthony (Matthias Schoenaerts). Las relaciones entre los personajes se complican cuando Chris vuelve a delinquir y un Anthony con ansias de venganza sale de prisión.

Canet ha rodado Lazos de sangre como si hubiera seguido paso por paso un presunto manual de cómo hacer una película a la manera de Scorsese. Para empezar, los protagonistas mantienen una estrecha vinculación familiar propia de las comunidades endogámicas provenientes de países europeos católicos (polacos, italianos, irlandeses...). El personaje de Zoe Saldana le llega a reprochar a Frank que tuviera vergüenza de ir con ella por no ser blanca. La consanguinidad es la base dramática del filme: como Caín y Abel, los dos protagonistas se encuentran enfrentados por sus trabajos. Uno se gana muy bien la vida delinquiendo, mientras que el otro cobra un sueldo modesto como policía. Al mismo tiempo, no pueden evitar protegerse el uno al otro. Como en el cine de James Gray, la película privilegia el melodrama familiar por encima del thriller policíaco. Aunque a Canet le puede cierta querencia por el sentimentalismo en lo que a los personajes se refiere, como ya se hizo patente en su filme anterior, el drama generacional Pequeñas mentiras sin importancia. Y la conclusión final, aunque hermosa, sigue este camino. Lo que no obvia que el filme cuente con puntuales estallidos de violencia tanto entre los hermanos como dentro de los grupos de criminales.

Además, la película dispone de una banda sonora repleta de temas que suenan tanto en la propia historia como de forma extradiegética. Canet utiliza canciones relacionadas más o menos con la época o éxitos poco recodados de la historia del pop, el rock, el soul y el funk. Más que una selección personal, la banda sonora parece una lista prefabricada de música para este tipo de filmes. Y Canet opta por soluciones tan obvias como pinchar Heroine de The Velvet Underground cuando uno de los personajes se inyecta droga... Nueva York cobra un protagonismo evidente a través de las localizaciones, el vestuario y el parque automovilístico. Otro de los tópicos que no podía faltar en un filme de este tipo es la persecución de coches por los puentes de la ciudad y el seguimiento a pie por estaciones de tren y metro. Gracias a la fotografía de Christophe Offenstein, la ambientación es uno de los aspectos más logrados de Lazos de sangre.

Uno de los principales méritos de Guillaume Canet ha sido conseguir un reparto de altura. Destaca sobre todo la interpretación de Clive Owen, pero en el elenco también cabe un veterano carismático como James Caan. Entre las aportaciones francófonas, Marion Cotillard (que encarna a una italiana) y el belga Matthias Schoenaerts, a quien tan bien le salen los papeles de tipo duro.

Correcta en la mayoría de sus aspectos aunque lastrada por un exceso de metraje, Lazos de sangre desprende toda ella cierto aroma a refrito cinematográfico, a película que transita por paisajes archiconocidos sin aportar ninguna mirada nueva.

El segundo largometraje como director del también actor Guillaume Canet, No se lo digas a nadie, adaptaba una novela negra norteamericana en un escenario francés. En Lazos de sangre lleva a cabo la operación inversa. Rehace en EEUU la película del mismo título de Jacques Maillot en la que él trabajó como intérprete. En Lazos de sangre, Canet lleva a cabo el sueño húmedo de muchísimos estudiantes de cine. Rodar una película al estilo de Martin Scorsese o Sidney Lumet, un thriller ambientado en la Nueva York de los años setenta donde las intrigas policiales se entrecruzan con los conflictos familiares.

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