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reivindicando el 35 mm

Los locos del celuloide

Mientras la mayor parte de los cines han prescindido de los viejos proyectores en favor de la proyección digital, unas pocas salas de Los Ángeles luchan por mantener vivo el formato de 35mm

Foto: Víctor Martínez, manager y proyeccionista del Vista Theatre en el este de Hollywood
Víctor Martínez, manager y proyeccionista del Vista Theatre en el este de Hollywood

Víctor Gardea es un loco del cine. Va por lo menos una vez a la semana, cuando no dos o más. Y no va a cualquier sitio. Es capaz de conducir 50 kilómetros desde su casa en el Valle de San Fernando hasta el mismísimo Beverly Hills para ver películas en 35mm. Habitualmente. "Vengo, en primer lugar, porque las proyectan en celuloide. Esa es la primera razón. Son películas de los ochenta y noventaque no tuve oportunidad de ver en el cine cuando era más joven", explica Gardea, que tiene 41 años.

"Son películas rodadas en cine para ser vistas así. En segundo lugar, disfruto de la experiencia, del rito, de entrar en este pequeño cine donde todo está tan cuidado, donde notas la reverencia con la que tratan a estas viejas latas de película. Lo que venga a ver, la película en sí, es lo menos importante. Claro que tener la oportunidad de ver Magnolia en 35 mm es un auténtico privilegio".

En el New Beverly, propiedad de Quentin Tarantino desde 2007, todas las películas están en 35mm. El programa doble cuesta 8 dólares (7,3 euros), algo más barato que un estreno en un cine convencional. Por ese precio uno puede ver combinaciones como Jerry Maguire y Objeto de seducción; Átame y Tacones lejanos, o Chungking express y Días salvajes de Won Kar Way. "Poder ver una película así de la manera en la que se filmó, de la manera en que su director esperaba que la vieras, es una experiencia tan íntima y tan distinta", defiende Víctor, quien utiliza palabras como "orgánico" y "físico" para describir la enorme diferencia entre el celuloide y una película grabada, y proyectada, en digital.

El New Beverly es de los pocos cines en Los Ángeles que pertenecen a lo que aquí llaman revival houses(salas de reposiciones) que ofrece películas relativamente modernas. Su dueño, el director y reconocido defensor del cine en celuloide Quentin Tarantino, ha hecho de este pequeño teatro vintage en Hollywood su declaración de amor a una forma de hacer cine que se extingue sin remisión.

En 2010 Tarantino no ocultó su inmenso cabreo cuando los antiguos dueños del New Beverly, que todavía lo gestionaban, compraron un proyector digital. Inmediatamente despidió al manager y desde ese año tomó las riendas públicamente del cine y su programación, utilizando fundamentalmente películas de su colección personal, que asciende, según se rumorea, a más de 10.000. "Si no te preocupa llenar el cine porque necesitas pagar el alquiler, puedes pasártelo en grande", afirmaba el director alLA Weeklycon su particular estilo sin pelos en la lengua. "Si la gente viene, fenomenal. Si no, que les den".

Dentro del circuito revival, la mayoría de los teatros, como el Cinefamily en el Silent Movie Theatre, se dedican a películas antiguas, mudasodehace décadas, como la recientemente restaurada Cuentos de Hoffman. Películas de los cuarenta o cincuenta, películas extranjeras, documentales desconocidos o raros largometrajes de animación, para eruditos, estudiosos o auténticos frikisdel cine antiguo.

Otros como el Teatro Egipcio, sede de American Cinematheque, se dedican sobre todo a eventos y festivales de cine extranjero. Algunas salas, las menos, se han quedado con un pie a cada lado, con proyectores digitales pero sin jubilar del todo sus proyectores de 35 mm. El teatro Nuart, en Santa Mónica, los multicines Arclight en Hollywood o el antiguo teatro Vista en Los Feliz, que ha cumplido 90 años, mantienen sus proyectores de 35 mm.

"¿Qué es eso de 35 mm?"

"No sabría decir exactamente qué proporción de películas exhibimos en 35 mm, diría quizá que una cada dos o tres meses... En realidad no depende de nosotros. Mostramos en película las que el estudio nos envía en copia de película", explica Jack Janowick, del Arclight Hollywood, una multisala con 15 pantallas que exhibe estrenos. "Para nosotros tiene sentido conservar esta opción. Estamos en el corazón de Hollywoody muchos de nuestros espectadores son gente de la industria que valoran este tipo de cosas. Aunque también ocurre, muchas veces, que los espectadores nos llaman confundidos cuando en la web anunciamos una película en 35mm. Nos preguntan, ¿qué es eso de 35mm? Parece que a la gente se le ha olvidado que existió el celuloide".

"Hay un pequeño grupo de espectadores que lo aprecian, sin duda, pero en general el futuro está en lo digital", defiende Jim Nicola, manager del Nuart Theatre desde hace diez años. El Nuart compró sus proyectores digitales hace dos años y, aunque conserva los de 35mm, no los suele usar. "Nos especializamos en cine independiente, cine extranjero y documentales. Es un tipo de cine para el que el digital tiene mucho más sentido y que casi nunca traen copias en 35mm", explica Nicola, quien no se muestra en absoluto nostálgico del celuloide. "El formato digital es mucho mejor y más cómodo. No hay color. Es el futuroy es el presente ya".

Palabras que pondrían los pelos de punta al grupo de unos diez cinéfilos que se acercan en la noche de jueves a la taquilla del New Beverly, donde Brian Quinn, uno de los managers, les vende las entradas. Son asiduos, se conocen las caras. Spencer Moleda es otro de ellos. Recién llegado a Los Ángeles para perseguir su sueño de ser guionista, reconoce que hay algo nostálgico y un poco absurdo en venir al cine a ver una película como Jerry Maguire, disponible gratis en Netflix o por unos pocos dólares en DVD.

Desde que descubrió el New Beverly, Spencer ha venido casi todas las noches. "Creo que es una responsabilidad de los espectadores intentar ver la película de la manera en que el director quiso que la viéramos. Hay toda una herencia cinematográfica que está en 35mm, no creo que nadie quiera perder eso", afirma con un brillo de emoción en sus ojos. "Es la razón por la que he venido a Los Ángeles, porque uno se siente tan afortunado de poder vivir una experiencia así, en un cine que te hace sentir como estar en casa, parece diseñado específicamente para gente como nosotros".

Resulta difícil cuantificar cuanta gente "como ellos" existe hoy en día, con ese grado de devoción, incluso en una ciudad como Los Ángeles. Pero cuando grandes directores como Christopher Nolan ejercitan su músculo en favor del celuloide, filmando su última película, Interstellar, en IMAX de 70mm y favoreciendo a todos los cines que la proyectaron en cinta con unos días de adelanto sobre los otros, los amantes del cine a la antigua ven un rayito de esperanza. "No es que odie el digital. Y hay películas que claramente solo se pueden hacer en digital, como Birdman. Y son maravillosas. Pero poder ir al cine a ver Interstellar en 35 o 70 mm... es algo impresionante. Espectacular", afirma Víctor.

La película de Nolan, disponible en nada menos que seis formatos (IMAX 70mmm, 70mm película, película de 35, IMAX, y digital 4k y estándar), hizo que el IMAX del Teatro Chino de Hollywood trajera específicamente un proyector de 70mm para la ocasión. En unos 40 cines de capitales de EEUU (8 en toda California, 2 en Los Ángeles) se pudo ver en IMAX de 70 mm. 189 cines en todo EEUU pudieron exhibir la película dos días antes en 35mm. A los propietarios del resto de las salas no les hizo mucha ilusión en general esta campaña. Después de haber invertido entre 60 y 150 mil dólares en los proyectores digitales, no tenían, en muchas ocasiones, la posibilidad de recuperar los antiguos. Y además, ya no tenían proyeccionista, una figura de la antigua escuela, sindicada y con salarios altos, de la que muchos habían prescindido con entusiasmo en cuanto había sido posible.

"Nosotros bailábamos de alegría, decíamos "¡Gracias, gracias, Christopher Nolan!", relata Víctor Martínez, manager del Vista Theatre, en el este de Hollywood. Martínez empezó a trabajar en el Vista a los 18 años, de acomodador, y aprendió allí el ofició de proyeccionista, que continúa compatibilizando con la gestión de la sala. Lleva 27 años en el negocio.

"Hace tres años tuvimos que rendirnosy comprar el proyector digital. Pero nos negamos absolutamente a prescindir del de 35mm. Es de los años setenta, funciona perfectamentey se queda aquí para siempre", añade decidido. A pesar de ello, actualmente coge polvo en la sala de proyección, sin usar desde que el estreno deInsterstellar, en noviembre del año pasado, mientras el disco duro con el estreno de este fin de semana,Cinderella, se carga en el proyector digital.

"Ahora me siento como si estuviera de vacaciones. Puedo dejar todo programado y marcharme a tomar algo". De origen guatemalteco, Martínez es algo así como una celebrity local, conocido como el epic managerporque recibe a sus clientes disfrazado según la película que estrena. Es un firme convencido en la "experiencia" de ir al cine, en sintonía con el dueño del Vista, que recuperó el telón, se resiste a poner anuncios o música comercial antes de cada películay transformó los casi 700 asientos de la sala en 370.

Está deseando que llegue el estreno de la nueva película de Quentin Tarantino, The Hateful Eight, programado para finales de 2015, para volver a poner el viejo proyector en marcha. "Cada vez hay menos y menos películas que los estudios manden en celuloide. Es tan triste. Tienes que ser Nolan o Tarantino para obligar a un estudio a distribuir en película", asegura. Sobre todo porque una película analógica, en sus cuatro o cinco latas, es mucho más cara de producir (unos 2.000 dólares por cada película) y transportar que un pequeño disco duro.

Estrellas que reivindican el celuloide

Desde que en diciembre de 2013 El lobo de Wall Streetse convirtiera en la primera película en distribuirse sólo en formato digital, cada vez más estrenos han prescindido de la copia en cine, y la reconversión de las salas ha sido vertiginosa e imparable. En 2014 el estudio Paramount anunció que distribuiría todas sus películas en formato digital (Anchorman 2: the Legend Continues -Los amos de la noticia-fue la última que se mandó a las salas en 35mm).

Sin embargo, cuando compañías que fabricaban película como Deluxe y Technicolor tuvieron que cerrar y Kodak se declaró en quiebra, algunos directores relevantes en la industria empezaron a revolverse contra esta modernización autoimpuesta que les dejaba sin alternativas. "Cuando te enfrentas a la situación de no tener esa opción, de no poder elegir celuloide, es cuando tus opciones creativas se limitan y hay que hacer algo", explicaba Christopher Nolan en diciembre pasado al Hollywood Reporter.

Nolan, Tarantino, J.J. Abrams y Judd Apatowson algunos de los directores que utilizaron su influencia para conseguir, en febrero pasado, un acuerdo histórico entre los estudios deHollywood(Disney, Fox, Paramount, Sony, NBC Universal y Warner) y la compañía fabricante de película para que se mantuviera la producción de cintas. No se ha hecho pública la cantidad de película que los estudios se han comprometido a comprar, pero de momento es la suficiente como para que la división cinematográfica de Kodak, cuyas ventas de película bajaron desde 2006 un 96% (hoy en día sólo un 10% de sus ingresos en EEUU), sobreviva al menos por este año.

"Para nosotros también ha sido un alivio, porque necesitamos que se siga fabricando para mantener y restaurar nuestros archivos. De momento no hay una alternativa digital al 35mm para conservar cine", explica Jan-Christopher Horak, director de los archivos de cine y televisión de UCLA que, con 350.000 películas (la gran mayoría en 35mm) son uno de los más grandes del mundo.

"Yo creo que de esta manera la película física se va a seguir fabricando, en pequeñas cantidades, como soporte para filmar. En el campo de la distribución, la película está muerta. Pero seguirá existiendo como formato de conservación, en museos, y para cineastas experimentales que la quieran seguir usando", considera Horak. Los archivos de UCLA tienen también una sala de proyección donde mantienen, por supuesto, el proyector analógico. "Ir a ver una película en 35mm será como ir a la ópera".

Víctor Gardea es un loco del cine. Va por lo menos una vez a la semana, cuando no dos o más. Y no va a cualquier sitio. Es capaz de conducir 50 kilómetros desde su casa en el Valle de San Fernando hasta el mismísimo Beverly Hills para ver películas en 35mm. Habitualmente. "Vengo, en primer lugar, porque las proyectan en celuloide. Esa es la primera razón. Son películas de los ochenta y noventaque no tuve oportunidad de ver en el cine cuando era más joven", explica Gardea, que tiene 41 años.

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