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El director que hace un filme cada tres meses
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entrevista con el cineasta james benning

El director que hace un filme cada tres meses

El realizador más prolífico del mundo analiza su obra, que escapa de cualquier etiqueta, y analiza el cine actual, con el que no se siente identificado

Foto: James Benning presentando Easy Rider' en la Viennale de 2012 (CC)
James Benning presentando Easy Rider' en la Viennale de 2012 (CC)

Un director al que no le gusta el cine, el cineasta más prolífico de la historia, un realizador capaz de hacer una película sin rodar un solo fotograma. Para definir a James Benning uno puede recurrir a decenas de frases llamativas y extrañas. Todas son ciertas, y aun así sumándolas no sería posible describir a una personalidad que escapa de cualquier adjetivo. Benning (Milwaukee, 1942) ha sido calificado de estructuralista, paisajista y cineasta político.

“Todas esas etiquetas son simplistas, pero es peor la de director experimental. Eso significa que la gente está desconectada del cine de hace 50 o 60 años por el que me siento influenciado. Podría decir que algunos de mis filmes son paisajistas, pero no son sólo eso, lo que a mí me interesa es la situación social y política de ese espacio, el contexto. Ningún lugar se puede entender sin saber su historia y su política”, cuenta Benning a El Confidencial en el marco del ciclo que le han dedicado en La casa encendida.

Se refiere así a sus obras más conocidas, 13 lagos y 10 cielos, compuestas de larguísimos planos estáticos que ponen en jaque la paciencia del espectador. Otra frase para definirle: el director que convirtió un lago en algo político. Pero Benning no entiende el cine de otra forma. “Creo que toda película debe ser política. Empecé a hacer cine en los 70, y yo era muy activo políticamente, buscaba justicia. Cuando ves la pobreza, las estructuras sociales, esto hace que tus ideas sean fuertes. Pero intento que esas ideas estén bajo control, no me gusta hacer referencias si estas no pueden ser cuestionadas, si el espectador no se cuestionara sus propias ideas políticas”, explica el realizador.

¿Entonces está el cine actual politizado? James Benning podría parecer el director adecuado para arrojar algo de luz sobre este tema, pero ha optado por desconectar del mundo al que se dedica. “No me gusta el cine”, dice mientras parece que está riéndose de sus espectadores. “Tengo amigos que viven en una realidad alternativa donde cada referencia es sobre una película, hay que mantenerse en la vida real”, continúa.

Benning parece reaccionar ante su frase lapidaria e intenta recular. “Me gusta ir a algún festival y ver las películas de otros directores, hay algún cineasta en el que estoy interesado, como Lisandro Alonso (autor de Jauja). Habla del espacio de una forma inteligente, y su estructura narrativa no es pretendidamente dramática ni usa atajos en el lenguaje.

Escuchar y ver

A pesar de su concepto radical del cine James Benning también ha sido profesor en la Universidad. A sus alumnos, igual que a su cine, sólo pide una cosa: ver y escuchar. Para ello aísla a los jóvenes y les hace observar todo lo que ocurre a su alrededor, sólo así podrán captar la realidad en sus películas.

“Hay muchas formas diferentes de aprender: libros, mentores, escuchar a tus padres, los consejos de cualquiera… pero para mí la forma más importante de aprender es a través de la observación, nada pasa en sólo una hora”, explica sobre su método, que choca contra un público actual que solo se dedica a ver películas de entretenimiento que al cineasta le parecen aburridas.

El móvil ha cambiado la forma en la que nos comunicamos y en la que pensamos, y eso es muy peligroso

“El móvil ha cambiado la forma en la que nos comunicamos, estamos escribiendo mensajes todo el día y todo es rápido y sencillo. Ha cambiado la forma en la que pensamos y eso es muy peligroso”, critica. Uno de los motivos que el director achaca a este cambio es la falta de educación artística en los colegios americanos, que considera tan importante como la de las matemáticas.

El salto al digital

James Benning ha hecho 14 películas en cuatro años. Lo que echando la cuenta sale a un filme cada tres meses. Un ritmo que enloquecería al mismo Woody Allen. Pero no siempre ha sido así. Cuando rodaba en analógico seguía los tiempos de cualquier director, pero con su paso al digital en 2009 todo cambia. Empieza a conocer técnicas y estilos, a experimentar y a jugar con cada nuevo descubrimiento. Su filmografía empieza a crecer por momentos y a cambiar de forma radical, como él mismo reconoce.

“Cuando cambias de formato lo primero que tienes que hacer es descubrir lo que puede hacer tu cámara y lo que puedes hacer como creador, no puedes duplicar lo que harías en película. Con el digital el control es mucho mayor, es algo mágico. Puedes conseguir efectos que costarían millones de dólares y eso es muy excitante para mí. Esto me hace mucho más joven, hacer películas diferentes, jugar con las cosas, con las formas”, analiza el realizador que cada vez que empieza ahora una película se considera un novato.

Una de las principales aportaciones a su cine la ha hecho internet y el inabarcable archivo de imágenes que uno puede encontrar libre de derechos. Fotos, vídeos de Youtube, material ‘found footage’, todo vale para Benning, cuya próxima película no contará con ningún plano rodado, sino que estará hecha de retazos encontrados por la web. Prácticas que el director cree que han democratizado el cine.

“Lo que realmente es democrático es el conocimiento. Se puede encontrar cualquier cosa por internet. Uno puede hacer películas con una cámara barata, pero para que tu película pueda ser vista y cambiar realmente el cine hay que estar en una posición privilegiada y nada democrática”, critica.

La economía manda y si puedes hacer que tu película cueste menos rodando en digital pocos la harán en celuloide

Su salto al digital le ha posicionado en contra de una vuelta al celuloide como Quentin Tarantino, Christopher Nolan o Martin Scorsese. “Creo que es una batalla perdida, la economía manda, y si puedes hacer que tu película cueste menos rodando en digital pocos la harán en celuloide. La película analógica se convertirá en algo pequeño, experimental y underground”, opina el director.

Quién sabe, quizás dentro de diez años su cine sea mainstream y el de Spielberg sea considerado de arte y ensayo, hasta entonces Benning habrá rodado otras 100 películas en las que seguirá desplegando su extraña y magnética personalidad.

Un director al que no le gusta el cine, el cineasta más prolífico de la historia, un realizador capaz de hacer una película sin rodar un solo fotograma. Para definir a James Benning uno puede recurrir a decenas de frases llamativas y extrañas. Todas son ciertas, y aun así sumándolas no sería posible describir a una personalidad que escapa de cualquier adjetivo. Benning (Milwaukee, 1942) ha sido calificado de estructuralista, paisajista y cineasta político.