¡Cuidado, tengo un USB y sé cómo usarlo!

Lo ocurrido entre EEUU y Corea del Norte a raíz del 'hackeo' a Sony ha demostrado que las guerras ya no tienen por qué ser con bombas y en las trincheras. En el siglo XXI el poder de destrucción de un virus informático y de la información que circula por la red es mayor que el que puede ocasionar un conflicto bélico.Una guerra de ceros y unos que han creado un nuevo concepto de enemigo público: el ciberterrorista. Más difícil de poner cara y de pillar, igual de peligroso.

Este nuevo contexto era un escenario propicio para crear un thriller en el que los enemigos no secuestraran un avión, o pusieran bombas en nombre de un Dios. Aquí el motivo final no es otro que el dinero, y la informática como medio para conseguirlo.

Un realizador que siempre ha medido mucho el próximo paso en su filmografía, pero que desde 2009 parece haber sido mirado por un tuerto. Tras su fracaso con Enemigos públicos, Mann saltaría a la televisión en 2011 con Luck, un drama sobre las carreras de caballos con Dustin Hoffman que a pesar del buen recibimiento crítico fue cancelado en medio de polémica por la muerte de tres animales duranteel rodaje.

Para su regreso al cine seis años después ha tomado unguion de Morgan Davis Foehl, en una maniobra que no le va a devolver al esplendor de épocas pasadas. Blackhat es una de las peores películas de Michael Mann. El problema está en el material de partida, y no en la labor de un realizador que sigue demostrando un pulso y un virtuosismo para rodar la acción únicos.

Y es que Blackhat no sabe qué película quiere ser. El punto de partida remite a un suspense más clásico, en el que un antiguo convicto tendrá que ayudar al FBI para coger a un terrorista informático que ha provocado una explosión en una central nuclear en China. Los especialistas de ambos países tendrán que colaborar para descubrir quién está detrás de este misterioso ataque.

Es complicado crear tensión y suspense cuando las armas que manejan buenos y malos son teclados, módems y pinchos USB, y desde el primer momento la trama adolece de ritmo. A eso hay que añadirle una historia poco convincente de amistad entre un policía chino y el convicto americano (un Chris Hermsworth que cumple sin más, pero al que le falta el carisma de su Thor) y una obligada trama amorosa metida con calzador que sólo aporta minutos extra y lastra la narración.

El propio realizador parece darse cuenta de lo difícil que es mantener un thriller cómo Blackhat, por lo que decide trufar su película con escenas de tiroteos, peleas y persecuciones que suenan a aleatorias. Todas perfectamente rodadas, como caracteriza al realizador, pero que no fluyen en el conjunto.

Lo que empezaba como un cyberthriller rápidamente muta en una especie de James Bond con licencia para hackear. Los protagonistas viajarán de EEUU a China, pasando por Yakarta y otros lugares exóticos en los que buscarán a su misterioso terrorista informático.

Nada engancha, ni mantiene el interés, y sólo los detalles de genio de Mann (el tiroteo desde el coche, la pelea final entre antorchas, osu don para fotografiar las ciudades de noche) salvan Blackhat de ser un pequeño desastre.

Ninguna película, ni ningún director se salva sin un buen guion detrás, y Mann no es la excepción. Tendrá que atinar más la próxima ocasión si quiere recuperar la senda que le hacía uno de los directores más importantes del cine americano actual.

Blackhat

Dirección: Michael Mann

Duración: 133 minutos

Género: Thriller

Nacionalidad: EEUU

Intérpretes: Chris Hemsworth, Viola Davis, Ritchie Coster, William Mapother, Manny Montana