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Richard Lester, el hombre que salvó a los Beatles de volverse majaras
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entrevista con el director de 'help'

Richard Lester, el hombre que salvó a los Beatles de volverse majaras

El Festival de Gijón recupera la figura de Richard Lester, icono pop que dirigió las primeras películas de los Beatles

Foto: Fotograma de 'Qué noche la de aquel día', de Richard Lester
Fotograma de 'Qué noche la de aquel día', de Richard Lester

Una de las gracias de los eventos culturales novedosos es que siempre parecen ir un paso por delante de su tiempo... y hasta de sí mismos. Corría el año 1964, el planeta Tierra aún no sabía qué demonios era aquello de la beatlemanía… y los Beatles ya estaban parodiando el fenómeno que les rodeaba; es decir, riéndose de sí mismos en un filme biográfico: ¡Qué noche la de aquel día!

¿El artífice de que los Beatles se tomaran a cachondeo su desaforada fama y, por tanto, no se volvieran tarumbas antes de tiempo? El director Richard Lester (Pensilvania, 1932), icono del cine pop y estrella veterana del Festival de Cine de Gijón.

¿Su recuerdo más vivo de un rodaje del que este año se cumplen cincuenta años? "Los ensordecedores gritos de las fans cuando grabamos las actuaciones. Nos quedamos todos literalmente sordos".

El filme generó una ola estética musical que aún perdura. Sume usted los siguientes filmes de Lester -Help (1965) y El Nack y cómo lograrlo (1965)- y tendrá las claves de lo que en un futuro se conocería como estética de los videoclips. Por algo, en el remoto 1984, la entonces recién creada cadena MTVle galardonó por sus proféticos servicios prestados a la patria videoclipera.

Aunque no fue el primero en hacerlo, Lester también adelantó en los sesenta otra tendencia cinematográfica posmoderna: no tomarse la película en serio, apostar por la autoconsciencia guasona, advertir al espectador de que todo aquello era un juego.

Si ¡Qué noche la de aquel día! fue la monda, la siguiente colaboración entre Lester y los Beatles dobló la apuesta. Help (1965) tiró de delirio pop para volver a saltar la banca: aquí hay sitio para científicos chiflados y hasta una extraña secta hindú. Todos ellos querían asesinar a Ringo Starr en el filme, pero los Beatles volvían a salir por peteneras cómicas.

Si alguien esperaba una película que hiciera una sesuda reflexión sobre el mayor grupo pop de todos los tiempos, se había equivocado de banda, de director y de época. Eran los felices sesenta, el swinging London y el jiji-jaja.

Cuesta abajo y sin frenos, Lester dirigió en 1966 la comedia musical Golfus de Roma, un divertimento a costa de la decadencia del Imperio Romano. Llegados a este punto, la fiesta de los sesenta amenazaba con empezar a declinar. John Lennon, sin ir más lejos, quiso escapar de su rol de estrella del pop. La fama le agobiaba y ya daba vueltas a la idea de cambiar risas pop por activismo pop.

¿Su modo de fugarse de la beatlemanía? Aliarse otra vez con Lester. Lester y Lennon viajaron a Almería a rodar una extraña comedia (entre pacifista, poshippie y desmitificadora) llamada Cómo ganamos la guerra. Sinopsis: un grupo de erráticos y desganados soldados de la II Guerra Mundial se dedican a construir un campo de cricket detrás de las líneas enemigas (Nota: ¿Recuerdan la historia que narró David Trueba en la premiada Vivir es fácil con los ojos cerrados? Pues transcurre a la vez que el rodaje de Cómo ganamos la guerra).

El director se dedicó en los años setenta a otros menesteres estéticos. Menos pop y más historia. Rodó una doble adaptación de Los tres mosqueteros (1973/1974) y recuperó la figura de Robin Hood en el estupendo drama romántico Robin y Marian (1977), en el que reinventó la leyenda de Robin Hood al presentarlo en modo crepuscular.

Aunque ahora se considera Robin y Marian poco menos que un clásico, Hollywood no lo acabó de ver claro en su momento. "El título de la película debía haber aludido a la muerte de Robin Hood, pero ningún estudio quería comprar un filme que llevara la palabra muerte por bandera, así que optaron por vender el filme como si fuera una especie de Cuando Harry encontró a Sally", recuerda irónico Lester.

En los años ochenta, Lester mutó en eficaz director comercial con dos secuelas de Superman, rodadas en 1980 (tras dar la patada el estudio al director de la original, Richard Donner) y 1983, con el mítico Richard Pryor en un papel estelar. Que Lester hubiera mutado en director de blockbusters no quiere decir que hubiera perdido el sentido del humor por el camino: Superman III tenía el clásico espíritu lúdico del director. Puro entretenimiento para grandes y pequeños. Como también eran, si lo piensan un poco, las películas de los Beatles.

Una de las gracias de los eventos culturales novedosos es que siempre parecen ir un paso por delante de su tiempo... y hasta de sí mismos. Corría el año 1964, el planeta Tierra aún no sabía qué demonios era aquello de la beatlemanía… y los Beatles ya estaban parodiando el fenómeno que les rodeaba; es decir, riéndose de sí mismos en un filme biográfico: ¡Qué noche la de aquel día!

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